Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 18:48

Campaña electoral y mujeres (IV)

Campaña electoral y mujeres (IV)
En este cuarto artículo se exponen algunas demandas de políticas públicas para la nueva gestión de Gobierno, relacionadas con la participación económica de las mujeres, pues existe una preocupante desigualdad económica entre mujeres y hombres. En los sistemas productivos y económicos existe la reproducción del patriarcado, que se basa en la división sexual del trabajo y en la preferencia masculina a la propiedad y la riqueza, estas son las bases materiales que excluyen a las mujeres de un acceso equitativo a recursos, ingresos, trabajo y oportunidades, produciendo dependencia, explotación, discriminación y desigualdad.

Las mujeres realizan trabajo mercantil y no mercantil para producir bienes y servicios que contribuyen a la reproducción material y social de las personas, de las comunidades y de la sociedad en su conjunto. Esto significa que son responsables del cuidado de las personas, del cuidado del hogar y del trabajo de generación de ingresos, lo que crea una doble jornada para ellas. Así mismo, el limitado acceso a servicios económicos frena su participación eficiente, porque no se las reconoce como trabajadoras/productoras.

Otros factores que inciden negativamente es el bajo nivel educativo y la limitada capacitación. Por estas razones, son varias las propuestas económicas para mejorar la situación de las mujeres.

Se requiere de una política que garantice un trabajo digno y sin discriminación para las mujeres, con aplicación de normativas que aseguren igual salario por igual trabajo y que supere el acoso y la violencia laboral y sexual. Se deben tomar medidas para evitar acciones discriminatorias contra las mujeres en la contratación, profesionalización y en la aplicación de la escala salarial. El Estado debe promover la participación de la mujer, en forma prioritaria, y en igualdad de oportunidades a las fuentes de trabajo tanto públicas como privadas y a la capacitación y formación, para la realización de emprendimientos propios.

Se propone también que el Estado garantice una redistribución equitativa de la riqueza entre hombres y mujeres, así como el acceso a la propiedad privada y colectiva de la tierra, a la vivienda, a recursos, a ingresos, a acceso a créditos y a la protección social en igualdad de condiciones, incluyendo seguridad social y jubilación para mujeres que solo han realizado trabajo en la casa.

De la misma forma, es necesario priorizar políticas para la conciliación entre el trabajo del cuidado y el trabajo remunerado, por ejemplo, licencias parentales (padres o madres) para atender a personas de la familia en caso de enfermedad o alguna emergencia.

Es indispensable el reconocimiento del aporte económico de las mujeres en el ámbito privado, con su trabajo doméstico y de cuidado (economía del Cuidado), estipulado en el artículo 338 de la CPE. En ese sentido, una demanda sentida es la creación de una política de cuidados, que implique la corresponsabilidad de la familia, de la sociedad y del Estado en los cuidados de los hijos, de los abuelos y de las personas con discapacidad. De esa manera, las mujeres tendrán oportunidades para realizar otras actividades.

En la medida en que superemos este sistema patriarcal, capitalista, inhumano y competitivo, dirigido solo al mercado, y luchemos por las reivindicaciones de las mujeres, habremos dado pasos importantes para conseguir una sociedad más justa y equitativa.