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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Arce personifica el retorno azul tras protestas y postergaciones

Venció en los comicios del 18 de octubre con el 55.10%. La diferencia relegó al bloque opositor, liderado por Carlos Mesa, de CC. 

Luis Arce (i) y David Choquehuanca celebran la victoria, el 18 de octubre de 2020. Archivo
Luis Arce (i) y David Choquehuanca celebran la victoria.
Arce personifica el retorno azul tras protestas y postergaciones

El 8 de noviembre de 2020, cuando Luis Arce y David Choquehuanca entraron a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y en ella juramentaron como presidente y vicepresidente electos de Bolivia hasta 2025, reflejaron el regreso del Movimiento Al Socialismo (MAS) luego de un año de ausencia de ese partido en el poder debido a la renuncia de Evo Morales. Graficaron, además, el apoyo de un 55.10% de una población votante que se inclinó por su propuesta frente al bloque de una oposición encabezada por Carlos Mesa, que promovió la no dispersión del voto con el fin de evitar el retorno de la agrupación azul, que reinó en el país durante casi 14 años continuos con Morales. 

La celebración de los comicios generales del 18 de octubre fue posible en un contexto inédito: calles militarizadas (participaron 32 mil efectivos, también de la Policía), altas medidas de bioseguridad en el proceso y división de horarios según terminación de carnet de identidad, como una medida más para eludir la propagación de los contagios por el nuevo coronavirus. 

Los bloqueos de carreteras y movilizaciones de las agrupaciones sociales que se pronunciaron en contra del gobierno de Jeanine Áñez, en agosto, significaron una cuota de presión para que, finalmente, las elecciones fueran fijadas por norma. Áñez se encargó de firmar y promulgar la ley el 13 de ese mes, que puso fecha tope en la concreción de los comicios, tras las protestas comandadas por la Central Obrera Boliviana (COB) y el Pacto de Unidad, actores claves que amenazaron con intensificar sus medidas en caso de no ser escuchados. 

Con tres postergaciones de por medio debido a la pandemia (la primera fecha planteada fue el 3 de mayo, la segunda, el 6 de septiembre, y la tercera, el 18 de octubre), el MAS hizo efectivo su regreso. El analista político Vigmar Vargas entiende que la victoria holgada del partido socialista respondió a un factor: la carencia de críticas hacia el modelo económico que sostuvo Luis Arce durante su gestión como ministro de Economía y la necesidad de una parte de la sociedad de obtener certidumbre en una coyuntura preocupante como la actual. 

Por detrás quedó la propuesta de Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC), de enterrar al MAS en las urnas, a través de la unificación del voto. Esta alianza quedó en segundo lugar y obtuvo el 28.83%. Los números oficiales fueron socializados cinco días después de la jornada electoral, al 100% del cómputo oficial controlado por el Órgano Electoral Plurinacional (OEP). 

Los números sobrepasaron lo previsto por la encuesta de Jubileo y el conteo rápido de la empresa Ciesmori, que en las primeras horas del 19 de octubre dieron a conocer la ventaja abrumadora de Arce. Al 95% del conteo rápido, el MAS sorprendió con el 52.4% frente al 31.5% de Mesa y el 14.1% de Luis Fernando Camacho (Creemos). 

En el ínterin, a la espera de que los resultados fueran oficializados, surgieron teorías sobre un posible “fraude prolijo” y comenzaron a generarse movilizaciones en algunas ciudades del país, con la bandera del desconocimiento a la posesión del binomio masista. 

Con tricolores en la espalda, como sucedió también durante los conflictos de octubre de 2019, grupos de ciudadanos llevaron adelante vigilias en las afueras de los centros de cómputos de Cochabamba, Potosí, Oruro y Santa Cruz, cuando las cifras oficiales iban al 88%. 

Mesa, no obstante, admitió la derrota cuando las cifras finales aún no habían sido comunicadas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), del mismo modo que lo hizo Áñez. “Nos toca, como corresponde, reconocer el resultado. Hubo un triunfador en esta elección. Es un resultado que aceptamos y consideramos que no va a modificarse cuando conozcamos los oficiales”, esgrimió el historiador y expresidente boliviano, en una conferencia de prensa convocada en la jornada siguiente a las elecciones. La actitud fue criticada por los sectores opuestos al MAS, que, incluso, denunciaron un supuesto “pacto” o “negociación” de Mesa con ese partido. 

Camacho asumió una postura distinta al de CC. El que en noviembre de 2019 fuera uno de los protagonistas principales en los 21 días de paro cívico y concentrara simpatías debido a su papel activo, promovió los actos de protesta y concentraciones en contra de la posesión de Arce. Lo intentó hasta el sábado 7 de noviembre, horas antes de la transmisión de mando. 

“Si estamos en las calles es porque sabemos que se pueden lograr muchas cosas, entre ellas, que no se lleve adelante esa posesión”, dijo el exlíder cívico cruceño, para luego hacer fuerza para que Áñez decretara una auditoría al proceso eleccionario que pudiera truncar la asunción. 

DOS TERCIOS Y OTROS Varias fueron las demandas de una parte de la población, en el preludio del nuevo mando masista. 

Algunos denunciaron un presunto “fraude monumental”, otros exigieron auditorías, otros tantos se expresaron para solicitar que las fuerzas del orden militar pudieran establecer una junta que se hiciera cargo del país de forma temporal y un grupo mostró su descontento hacia la supresión de los dos tercios, cambios que se hicieron efectivos en el reglamento de la ALP. 

Finalmente, Arce juró como Dignatario el 8 de noviembre y se convirtió en el presidente número 67 de Bolivia, rodeado por un contexto en el que la oposición concentró su fuerza en el oriente, más precisamente en Santa Cruz, y legitimado ante los ojos de países limítrofes que no comulgaron con la gestión de Áñez, como es el caso de Argentina. Su jefe de Estado, Alberto Fernández, fue una de las máximas figuras internacionales que acompañaron la celebración en La Paz. 

En el acto, además estuvieron representantes de Estados Unidos, Irán, Venezuela, Colombia, Panamá, Uruguay, Chile, Paraguay y Perú. El rey de España, Felipe VI, también se presentó en la ceremonia. De hecho, el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, fue objeto de memes burlescos luego de que fuera captado saludando, con una reverencia, a la autoridad europea.  

El primer mensaje de Arce como Jefe de Estado tuvo un tinte muy distinto al de Choquehuanca. Este último llamó a la conciliación, mientras que el primero resaltó la figura de un “golpe de Estado” y la existencia de un daño económico sin precedentes. 

“No es el odio lo que impulsa nuestros actos, sino una pasión por la justicia”, esgrimió el Mandatario, tomando prestadas las palabras del extinto líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz.  

FUSIÓN DE OPUESTOS Y SOMBRA DE EVO Mientras que Arce es licenciado en Economía (57 años), creció en el seno de una familia de corte tradicional, expone una línea sumamente técnica y metódica y representa a la clase media, Choquehuanca es de origen aimara, guarda fuertes lazos con los movimientos sociales e indígenas y posee experiencia como dirigente sindical. 

Se trata de una fórmula curiosa. De acuerdo con el analista Marco Montellano, citado por DW, Arce es un hombre que inspira respeto debido a su formación académica y porque es el autor del conocido “milagro económico” de Bolivia, fenómeno que se instaló en los medios internacionales. 

No obstante, cree que el excanciller Choquehuanca es sinónimo de “conciliación” y se constituye en una figura trascendental en el Gobierno, tomando en cuenta el rol que podrá ejercer ante lo que algunos denominan como “sombra” de Morales.  

El politólogo Marcelo Arequipa sostiene, con respecto a la posible “sombra” del exmandatario sobre las decisiones de Arce, que concebir dicha afirmación responde a una perspectiva limitada y errónea de la realidad, con un desconocimiento de la fuerza que poseen los movimientos sociales que coexisten al interior del partido. 

Arce ha tomado el poder con un mensaje claro: su gobierno buscará justicia por los 37 caídos en los conflictos de noviembre de 2019, cuando manifestantes de Sacaba (Cochabamba), Senkata y el Pedregal (La Paz) se expresaron en contra del mando de Jeanine Áñez. Además, una de las misiones más duras de su equipo será levantar la economía, golpeada por la crisis sanitaria. 

Lo intenta junto a un gabinete que él mismo llamó “austero” y presentó el 9 de noviembre. La cabeza principal del equipo es una mujer: María Nela Prada, una militante de izquierda que funge como Ministra de la Presidencia.