Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 00:24

Bandera blanca por favor. Una tregua en este fuego cruzado. Pido un cese de hostilidades. Internet y, especialmente, las redes sociales no pueden seguir como campo de batalla digital. Este no es un concurso de debates para saber quién tiene la razón. Así no funciona.

Necesitamos: Menos analistas. Más activistas. Menos puños cerrados. Más manos abiertas. Menos dedos acusadores de dolor o causas selectivas. Más campañas de pacificación y palabras de aliento. Menos noticias falsas y alarmantes. Más mensajes de entendimiento. Menos intentos de explicar (nos) hacia afuera. Más intentos de entendernos hacia adentro.

Menos denuncias. Más historias conmovedoras. Como los vecinos de Achumani que se abrazan y refaccionan su EPI, como el niño de El Alto que grita “jallalla las mujeres de pollera”, como la campaña Fénix para quienes perdieron sus casas, como las cebritas abrazando gente, o la misma gente ayudando a pequeños productores, vestida de blanco, con una vela, que pasa de largo en redes sociales de tantas publicaciones que describen nuestros fragmentos. Es verdad. No podemos tapar el sol con un dedo. Pero hay que tener un poco más corazón detrás de los likes. Compartir la muerte de una persona o las heridas de otra para justificar una idea nos hace menos humanos. 

Una pared dice: “en tiempos de odio, amar es militancia”. Hay que instalar un nuevo discurso. Desde la empatía, la resiliencia y la apertura. Mis vecinos pintaron un letrero gigante que dice “Paz para Bolivia”. Esta es nuestra causa común, ya no las cenizas esparcidas de quienes se fueron lejos, sino el motivo de quienes estamos aquí ahora. 

Siendo niño aprendí una palabra que me deslumbra hasta hoy: “apthapi”. Mis padres conocieron a un jilakata del altiplano paceño, quien los invitó a esta celebración. La palabra en esencia significa “juntar para compartir”. Una buena metáfora en tantas voces de diálogo. Un apthapi nacional para compartir lo que somos/tenemos.

Mis vecinos pintan un letrero gigante que dice “Paz para Bolivia”. Un colega en Facebook me comenta que en nuestro barrio incluso han colocado banderas blancas en las casas. Y como escribo estas palabras desde la linda Tiquipaya/Cochabamba, me dice que algunas personas confunden estas banderas con chichería. Risas. Emojies. Y unas palabras al cierre. Tal vez esta bandera blanca, no solo sea un pedido de paz, sino un llamado a sentarnos, a servirnos, a compartir una tutuma, a alegrarnos porque llueve, por la vida, porque la historia no tienen lados, ni bueno ni malo, sino un camino que recorrer y avanzar. Porque no nos conocemos, pero nos necesitamos.