Decenas de madres y padres llegan a diario a las distintas defensorías de la niñez de Cochabamba, citados, luego de verse implicados en una denuncia, o enviados por los juzgados para asistir a las escuelas municipales de padres. En las entrevistas, la mayoría justifica las golpizas brutales a sus hijos.

“Existe una sutil y peligrosa naturalización de la violencia en general y más hacia los niños. Esa naturalización se traduce en una escalada de los casos de maltrato. En Cochabamba, aumentaron en un 10 por ciento ”, detalló el jefe de la Defensoría de la Niñez y la Adolescencia, Juan Carlos Sánchez. En la sociedad boliviana, se impone todo a la fuerza. Culturalmente subsiste el machismo, existe falta de educación, de valores y deshumanización, según el funcionario.

La principal causa de un infanticidio siempre será la violencia, el ejercicio de poder contra alguien más frágil y la ausencia de valores. Sin embargo, los detonantes de la violencia hacia los niños son varios: la frustración ante el desempleo, el estrés, el consumo de alcohol, la pobreza, los proyectos de vida personales de los que los niños no forman parte y se convierten en un “estorbo”.

Sánchez cree que un factor que ha permitido conocer más denuncias de violencia contra los niños es que desde hace un par de años, las defensorías de la niñez han comenzado a trabajar en los municipios con mayor presupuesto, ejecutando programas de prevención, convirtiéndose en querellantes contra los agresores y fomentando en las escuelas la cultura de la denuncia. Explicó que no todos los casos de maltrato están tipificados como delitos. “Solo los casos en los que se verifica lesiones graves, gravísimas, o un trauma psicológico, pueden ser llevados a los estrados judiciales. Por eso estamos trabajando en la prevención desde las escuelas de padres”.