Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Fútbol y cerveza

Fútbol y cerveza



En los primeros días del Siglo XX, beber cerveza en Cochabamba era lujo de la gente rica, aristocratizante y aldeana de cierta sociedad hermética de esos tiempos. Era de lujo por tratarse de una extraña bebida lenta y trabajosamente importada desde Europa, pues la "rubia, espumosa y apetecible princesa alemana" como la llamaban los cochabambinos, llegaba hasta nuestro florido rincón a "lomo de bestia" en largas caravanas de sufridos mulos que recorrían los riscos de la Cordillera desde las costas del Pacífico hasta las planicies y valles de Bolivia.

Años después, cuando el espíritu industrial de los cochabambinos comenzó a despertarse, se instalaron en las cercanas "cabeceras" de Cala Cala y Queru-Queru dos fábricas de cerveza. La "Taquiña" y la "Colón". Sitios edificados que se veían a la distancia como pequeñas fortalezas de una juguetería de ensueño. Durante la competencia de las dos industrias -a modo de propaganda- se decía que la cerveza "Taquiña" era como la rubia y embriagadora doncella de las orillas del Rin, entre tanto que la cerveza "Colón" era tan pura, como las señoritas solteronas de Cochabamba, famosas por "su pureza y duración"...

Debido a éstas y otras lindísimas circunstancias, la cerveza fue desplazando poco a poco a la dorada chicha en el gusto de la gente, hasta establecerse entre ambas bebidas un estado de noble y paritaria competencia, cuando se trataba de brindar, por los triunfos deportivos de un fútbol que nacía como una prometedora criatura.

Y ahora la anécdota...



En la segunda década del siglo XX, era el fútbol cochabambino un fútbol curioso, pues el arco y los "guarda vallas" casi nada tenían que hacer, ya que la pelota estaba siempre volando a veinte metros de altura o fuera de "cancha", debido a los tremendos puntapiés propinados más bien con afán de alcanzar lucimientos musculares antes que meter un "gol" y por supuesto frente a un público embrujado por tales puntapiés...

Así hicieron sus primeras armas o calzaron sus primeros "cachos" los hoy respetables ciudadanos y tiernos abuelos, pero antes juveniles y admirables jugadores, don Mariano Alcócer, don José Claure, don José Prado, don Agustín Méndez, don Misael Saucedo y otros favoritos de la "Pampa de Carreras´ (hoy plaza "Esteban Arze"), lugar donde entonces se sostenían los encuentros.

Además de ellos habían otros jugadores menos célebres y notables, pero acaso más ambiciosos, quienes cuando se trataba de jugar en La Paz a 3.800 metros de altura, buscaban en Cochabamba, sitios elevados para entrenar y acostumbrarse a mayores altitudes. Así subían a las reducidas planicies de la "Taquiña", donde jugaban los cuarenta y cinco minutos de reglamento del primer tiempo y bebían cerveza otros cuarenta y cinco minutos hasta olvidarse de su viaje a La Paz, de sus compromisos deportivos, de su equipo, del color de su camiseta, de la gloria de su club, para regresar a la ciudad dando vitores, más bien al rubio, gordo y alemán administrador y fabricante de la cerveza "Taquiña".

¡Oh tiempos en que el fútbol era otra cosa!