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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 10:22

Entrenar el cerebro para evitar las preocupaciones

Crear nuevos hábitos mentales ayuda a liberar a la cabeza del ciclo de la preocupación crónica la cual es responsable de afectar nuestra energía emocional y aumentar los niveles de ansiedad<BR>
Entrenar el cerebro para evitar las preocupaciones



Preocuparse puede ser útil cuando se necesita tomar acción y resolver un problema. Pero estar preocupado constantemente por lo que pudiera pasar es un inconveniente que puede volverse crónico, generando constantemente dudas y temores que nos paralizan, acaban con nuestra energía emocional, aumentan nuestros niveles de ansiedad y, en general, interfieren con nuestra vida diaria.

La preocupación crónica es un hábito mental que se puede superar entrenando el cerebro para mantener la calma y para ver la vida desde una perspectiva más positiva.

Una persona constantemente preocupada es consciente que se encuentra en un estado perjudicial, creer que puede volverse loco o que su salud física se verá afectada, e incluso que puede perder el control sobre aquello que le preocupa. Todo esto convierte la preocupación en un círculo vicioso que se autoalimenta a sí mismo y no deja de crecer. Por otra parte, los pensamientos de este tipo de personas no se pueden centrar en evitar las cosas malas o evitar los problemas, con lo que se preparan para lo peor en lugar de prever posibles soluciones. Quitar este hábito es complicado, puesto que las personas que actuan así piensan que su preocupación les protege.

En cualquier caso, para poner fin a la preocupación crónica y a la ansiedad generada por ella hay que renunciar a la creencia de que la preocupación tiene un propósito positivo. Una vez que se descubre que preocuparse es un problema y no la solución, se puede recuperar el control de la mente afectada.

Para intentar sobrellevar estos pensamientos constantes se puede optar por crear un "período de preocupación", es decir, elegir un momento y un lugar del día para pensar en la solución del problema. Debe ser a la misma hora y en mismo ambiente, pero, además con suficiente antelación a la noche para no causar ansiedad justo antes de acostarse. Durante el período de preocupación se puede pensar por todo lo que pasa por la mente.

La idea de esto es dejar el resto del día libre de preocupaciones.

Si aún así no se puede eliminar esos pensamientos durante el día, se puede probar posponer la preocupación anotando en un papel lo que uno siente que le pasa. Este gesto ayudará al cerebro a despejarse momentáneamente.

Durante el periodo de preocupación, es aconsejable aprovechar y revisar la "lista de preocupaciones" y reflexionar sobre ellas. Esto ayudará a descubrir si son fundadas o no. Escribir sobre ello puede ayudar mucho a ordenar las ideas.

Posponer las preocupaciones es eficaz porque rompe el hábito de concentrarse en las preocupaciones en el momento presente sin que exista una lucha para suprimir el pensamiento o juzgarlo.

A medida que se desarrolla la capacidad de posponer los pensamientos que producen ansiedad se va adquiriendo más control sobre las preocupaciones.

Estrategias prácticas

1) Lo importante es saber distinguir entre las preocupaciones que tienen solución y las que no la tienen. Si lo que nos preocupa tiene solución, entonces pensemos en cómo actuar y en las medidas que tenemos que adoptar para ello. Esto hace que la preocupación sea productiva y nos acerque a una solución que nos libere de tensiones.

2) Aceptar la

incertidumbre

La incapacidad para tolerar la incertidumbre juega un papel muy importante en la ansiedad y la preocupación. Las personas con preocupación crónica no pueden soportar la duda o la imprevisibilidad. La preocupación es vista por estas personas como una manera de predecir el futuro y evitar sorpresas desagradables y controlables. Pero esto no es así, y no funciona de esa forma. Anticipando soluciones revives el dolor una y otra vez, y no por más vivido es menos intenso.

3) Ser consciente

Mantener un diario de preocupación donde anotar el pensamiento que crea ansiedad y el desencadenante del mismo ayuda a descubrir patrones y así poder enfrentarnos a lo que nos causa preocupación.