Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 10:58

TRANSMITE DATOS DEL CLIMA EN TIEMPO REAL

Jóvenes de la EMI crean nanosatélite para ayudar al sector agrícola

El equipo funciona con sensores que captan información ambiental y predicen las variaciones del tiempo.

Sistema del Nanosatélite creado por estudiantes de la EMI.
Sistema del Nanosatélite creado por estudiantes de la EMI.
Jóvenes de la EMI crean nanosatélite para ayudar al sector agrícola

Óscar Ortiz Mayorga, un joven de 20 años que estudia en la Escuela Militar de Ingeniería (EMI) es responsable del proyecto nanosatélite, junto con su compañero de curso Fernando Limachi Quispe.

Ambos, “cómplices” de clases, decidieron generar un proyecto que estuviera orientado a colaborar a uno de los sectores productivos de la sociedad.

Telemetría Es un sistema que permite la medición de magnitudes físicas y su posterior transmisión hacia el operador central.

Al estudiar las diversas posibilidades y las numerosas necesidades, decidieron apostar por el sector agrícola, a través de una herramienta que permitiera predecir las variaciones climáticas en un sector específico.

Estos estudiantes realizaron algunos proyectos pequeños, previamente, pero “nada relevante”, según ellos.

Y es que, hasta ahora, nada superaba sus expectativas de superación.

Tras cuatro semestres de arduo trabajo en equipo, los futuros ingenieros de sistemas estrenaron sus habilidades científicas.

Actualmente, los datos del tiempo se predicen gracias al funcionamiento de grandes satélites que monitorean los cambios en la atmósfera.

“Pero los satélites brindan datos muy generales”, explica Ortiz.

En cambio, con el nanosatélite es posible predecir los datos del tiempo dentro de una extensión más pequeña y específica, y así, ser más precisos, agrega.

El funcionamiento de este aparato se basa en la transmisión de datos en tiempo real a través de la telemetría. Con ello, se comunica la información desde una estación en el aire, que sería el nanosatélite, hacia un destino que se encuentra en la Tierra, que es la computadora conectada al sistema central.

Los datos que transmite el equipo incluyen la humedad, temperatura, presión, altura, ubicación exacta e incluso el nivel de rayos UV del lugar en el que se encuentra volando.

Actualmente, el equipo puede ser lanzado con pequeños cohetes o con la ayuda de un dron.

El nanosatélite consta de algunos sensores que captan la información mencionada. Los mismos se encargan de recepcionarla y transmitirla en tiempo real hasta la estación terrestre.

Las personas encargadas del monitoreo de dichos datos tienen la posibilidad de realizar una regresión lineal, y con esa información predecir el clima en el sitio específico.

“Usamos diferentes herramientas para que esta información llegue a simples números y se pueda ver en forma gráfica y amigable, para que cualquier persona llegue a entender y haga un estudio de este tipo de información”, explica.

De esta manera, su principal utilidad, por el momento, sería de suma importancia para los agricultores, que son quienes más dependen de las variaciones del clima.

A pesar de que al principio el nanosatélite fue pensado solamente con fines investigativos, hoy las posibilidades de su uso son amplias.

Estudios posteriores a su exposición lo muestran como un prototipo para la realización de satélites a gran escala. Y quienes acompañaron la planificación del proyecto, tienen la esperanza de que este tipo de emprendimientos lleven al país a realizar sus propio lanzamiento satelital en el futuro, para poner en órbita la tecnología boliviana.

Pero no todo fue fácil. Ortiz relata que los recursos económicos suelen ser la parte más difícil cuando de tecnología se habla.

“Al hacer el proyecto, uno de los propósitos es que sea económico, pero tampoco es que agarramos lo más barato”, explica Ortiz.

Los sensores y las baterías son las piezas más caras de este proyecto. Antes de elegir, se relaciona el precio con la calidad y se procede a escoger las más adecuadas.

El emparejamiento de los sensores fue lo más difícil de superar, en cuanto al armado del nanosatélite.

“La incompatibilidad es causada porque cada sensor trabaja con diferente voltaje, señal que envía, tipo de entrada de datos y forma de leerlos. Por eso juntarlos es difícil”, explica.

Si Ortiz y Limachi pusieran a la venta este prototitipo ahora, su precio sería de 1.500 bolivianos. Pero no se compara con el esfuerzo y la pasión invertidos en la cantidad de horas de investigación y pruebas.

Aun con el proyecto recién expuesto, este par de amigos ya piensa en las mejoras que le harían al nanosatélite.

“Le añadiría un panel solar para que sea sustentable y no necesite cargarse cada vez que se utilice. Con ello solucionaría el problema de la eficiencia energética”, dice Ortiz.

Además, en las futuras versiones del nanosatélite, los jóvenes planean pedir algunos patrocinios de empresas interesadas en tecnología. El apoyo del empresariado, piensa, “sería ideal”.

Este proyecto formó parte sobresaliente de la primera versión de la Feria Tecnológica de Sociedades Científicas de Cochabamba.

Evento en el cual compitieron junto a instituciones de educación superior como la Universidad Católica Boliviana, Universidad Mayor de San Simón y algunos otros  invitados de Santa Cruz, Sucre y La Paz.