Más de 1.200 años de tradición marcan la superioridad de Tarija en la elaboración de vino. El desarrollo tecnológico y el trabajo especializado de expertos vitivinicultores le ha permitido a la “chura” ser requerida en el mundo por su “Vino de Altura”, una característica impulsada por empresarios que apostaron por la industrialización del vino.

El vino de altura, le otorga a Bolivia el crédito de ser pionero en el mundo en la producción de vino con uva producida a una altitud mayor de los 1.600 metros sobre el nivel del mar. “Esta característica le otorga al vino boliviano propiedades antioxidantes superiores a cualquier vino”, señala el presidente del Centro Empresarial Latinoamericano (Cemla), Cimar Rocha.

Desde la industrialización de este producto, iniciada en la década de 1970, los productores pasaron de elaborar el vino común tinto y blanco, a una amplia variedad de los más selectos vinos, entre éstos las variedades cabernet sauvignon, sauvignon blanc, merlot, syrah, rosse y chardonay.

Su importancia en la región se refleja en los más de 30 mil empleos directos e indirectos generados en la agroindustria, transporte y comercialización.

En Tarija la producción vitivinícola va de la mano del turismo. “La ruta del vino”, que invita a los turistas a un atractivo paseo por los más importantes viñedos y bodegas de Tarija han tomado fuerza.

El acompañamiento de la comida criolla, los mejores quesos y jamones abren la atención de los visitantes hacia otros rubros productivos que se complementan armónicamente.

Los vinos artesanales en el Valle de la Concepción, los recorridos por toneles y plantaciones de vid, bodegas que guardan historias de condes y religiosos en la producción son parte de este peculiar paseo en la capital de las flores y las sonrisas. En las visitas, expertos catadores brindan sus sugerencias para el mejor acompañamiento del vino.