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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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No solo se debe ir al podólogo por callos

Es usual que las personas acudan al especialista solo cuando presentan dolor. Sin embargo, la consulta puede evitar posibles cuadros complejos.
No solo se debe ir al podólogo por callos

Aunque el podólogo sea consultado frecuentemente por motivos de dolores o molestias, lo cierto es que su función también puede ser preventiva. La podología es capaz de prevenir lesiones en los pies antes de que se presenten.

Esta área estudia los pies en su contexto anatómico y fisiológico. Va más allá de los callos y del estudio biométrico de la pisada. Es una especialidad que considera a los miembros inferiores como un todo funcional.

El podólogo tiene la capacidad de prevenir, diagnosticar, tratar y rehabilitar los pies, corrigiendo trastornos, evitando que aparezcan y reacondicionando la pisada. Diversos ámbitos de la vida cotidiana influyen en la anatomía y fisiología del pie.

La razón más común de consulta sigue siendo la molestia. Cuando notamos que hay dolor o incomodidad al caminar, acudimos al especialista.

Sin embargo, podemos asistir al podólogo sin padecer lesiones. Por ejemplo, si vamos a iniciar un deporte o ya lo estamos practicando, nos puede asesorar. La pisada es forzada y sobrecargada en la práctica deportiva y un conocedor puede corregirnos malas posturas.

También existe la posibilidad de solicitar la realización de una prueba biométrica de la pisada. A través de mediciones y aparatología, el podólogo determina cómo es la base de nuestro pie, dónde se apoya de más y cómo podría haber daño si no se actúa.

También tiene potestad para tratar enfermedades ya instauradas. A veces, en forma mancomunada con un médico general o traumatólogo, y otras, directamente con su propia experticia.

En la podologÍa se pueden tratar:

-Lesiones repetitivas: hay personas que, con frecuencia, se dañan los pies o la articulación del tobillo. Esto puede responder a una mala pisada. Evaluando de forma biométrica, hay chance de corregir los malos apoyos.

-Malos apoyos de la vejez: con el envejecimiento, los huesos del pie se debilitan y deforman, lo que cambia la forma de pisar. Un podólogo está capacitado para asesorar a los ancianos y a sus cuidadores, a fin de mejorar la dinámica de la caminata y eludir caídas.

-Uñas encarnadas: se retiran con cirugías mínimamente invasivas que se resuelven en pocos minutos.

-Pie plano: es una condición en la que falta formarse completamente el arco interno. Puede ser doloroso si no se utiliza el calzado adecuado.

-Callos: son tratados con instrumentos especiales.

-Dedos en martillo: hay personas que padecen deformidades. La más común es el dedo en martillo. Se doblan hacia abajo. Esto cambia la pisada, altera el uso del calzado y genera callos.

-Bromhidrosis: este es el nombre del olor intenso en los pies debido a un fallo en las glándulas de los miembros inferiores. Hay infecciones concomitantes que contribuyen al hedor.

  • Tratamientos

    El experto en los pies puede realizar tratamientos en caso de detectar una alteración. Una de las indicaciones más usuales de estos especialistas es el uso de plantillas, que responden a tratamientos ortopédicos y pretenden mejorar desviaciones en el eje de la postura, según Mejor con salud.

    Una vez que la postura es tratada, se evitan dolores y trastornos articulares.

    Si bien es verdad que hay plantillas de venta libre en los comercios, ello no es aconsejable. Lo adecuado es que el podólogo las recete conforme a medidas personales.

    El especialista también puede realizar cirugías menores como el retiro de las uñas encarnadas y los callos. Debido a que es factible que regresen los vicios, el seguimiento resulta importante.

  • Síntomas de una mala pisada

    Los malos “gestos al caminar” provocan que los tejidos se inflamen y en consecuencia haya dolor. La mala pisada puede derivar en los siguientes síntomas:

    -Fascitis plantar

    -Sobrecarga en la zona de los tobillos

    -Tendinitis en el pie

    -Metatarsalgia

    -Dolor de rodillas

    -Dolor de espalda

    -Dolor de cadera

    -Sesamoiditis

    -Dolor de tobillos

    -Sobrecargas o sensación de presión en grupos musculares, como pueden ser los gemelos

    -Dolor lumbar o en la zona baja de la espalda

    -Juanetes

    -Espolón calcáneo

    -Desgaste del calzado en alguna zona concreta