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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Avergonzar a niños baja su autoestima

Gritarlos, maltratarlos o burlarse frente a varias personas deja una huella profunda en la vida de un menor. Le genera inseguridad y miedo.
Avergonzar a niños  baja su autoestima
Avergonzar a niños baja su autoestima.
Avergonzar a niños baja su autoestima

Los maltratos sutiles como gritos, chantajes, culpabilizar o ridiculizar, aunque no son tan evidentes como una cachetada o una paliza, marcan profundamente la personalidad de los niños. Para poder sanar los daños causados por la crueldad sufrida en su infancia, la persona tendrá que reconstruir su autoestima. Uno de los maltratos sutiles más perniciosos que existe es el de utilizar la vergüenza como elemento para ridiculizar a los niños y destruir su autoestima. Más frecuente de lo que pensamos, las secuelas de este tipo de malos tratos son muy habituales en las consultas de los psicólogos.

El ser humano es una especie social. Si pudimos evolucionar y sobrevivir, frente a otros animales mucho más fuertes, fue gracias a la cohesión del grupo y al trabajo en equipo. Así ha sido durante millones de años. De hecho, la importancia del grupo para nosotros es tal que, si en la antigüedad más remota, una persona era expulsada de la tribu, este destierro significaba una condena a muerte.

En nuestros días, el ser aceptados por el grupo (familia, colegio, trabajo, etc.), sigue teniendo mucha importancia para nosotros. La vida social resulta muy compleja y, en muchas ocasiones, todavía necesitamos el apoyo de los demás para salir adelante. Esto se hace aún más evidente en los niños. Necesitan que sus familias les cuiden para poder sobrevivir y también desean ser aceptados en su grupo social del colegio, en el que pasarán gran parte de su infancia.

En principio, esta necesidad no tiene nada de malo, los adultos cuidan de los pequeños y éstos crecen seguros y protegidos. El problema aparece cuando los adultos se aprovechan de este miedo ancestral al destierro y ridiculizan al niño para doblegarlo.

Para lograrlo, se burlan de él, le dejan en evidencia frente a los compañeros o le comparan negativamente con otros niños. El mensaje implícito que el adulto le envía es el de “no destaques, obedece a tus mayores o lograré que los demás se burlen de ti y te excluyan del grupo”.

Este método de manipulación cruel y mezquino, suele ser utilizado por personas que se encuentran en una situación de superioridad frente a alguien inferior como, por ejemplo, maestros con alumnos o jefes con subordinados.

La autoestima no es un concepto único de la etapa adulta, al contrario de lo que se pueda pensar, su desarrollo se inicia en las etapas más tempranas, siendo crucial su formación en esas edades y se considera un elemento básico en la construcción de la personalidad de los niños. Dependiendo del nivel de autoestima que cada niño posea se adquirirá un mejor o peor desarrollo en el aprendizaje, las relaciones sociales, la autonomía y en gran parte la felicidad. Cuando un niño es capaz de formar una buena autoestima se siente competente, seguro de sí mismo y valioso, en cambio la formación de una baja autoestima le provocará una desconfianza en sí mismo, sintiéndose inseguro e inferior a los demás.

Un lugar seguro

* La familia debe ser un lugar seguro.

* Si tu hijo no se siente seguro en su propia familia, ¿dónde pretendes que se sienta seguro? La familia y los padres deben ser un lugar donde el niño se sienta amado, respetado y querido de forma incondicional.

* La familia debe ser un lugar donde los niños puedan expresar sus problemas y sus sentimientos, y donde reciban apoyo y reconocimiento incondicional por parte de los padres. Si castigas a tus hijos públicamente, estarás traicionando este vínculo precioso entre padres e hijos.

No mejorará

* Un niño avergonzando no mejorará su comportamiento, más bien todo lo contrario. Un niño que ha sido castigado y humillado en público solo sentirá emociones negativas, rencor, odio, rabia y esos sentimientos mal canalizados no se convertirán en un comportamiento adecuado.

* Castigar a los hijos en público es humillarles y hacerles pasar vergüenza, se sentirán heridos por dentro, y los niños heridos no mejorarán su comportamiento, más bien empeorará y presentarán conductas indeseadas.