Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 10:17

Los vínculos en tiempos de pandemia

Eva Avaca, psicoanalista especialista en trastornos de ansiedad  y trabajo con adultos mayores.
Eva Avaca, psicoanalista especialista en trastornos de ansiedad y trabajo con adultos mayores.
Los vínculos en tiempos de pandemia

Pareciera que el encierro y el aislamiento vinieron a poner a prueba nuestra paciencia. Son tiempos ásperos. Se siente el desgano en el aire, se huele malestar y hay dolor en el clima cotidiano. Todo es pesado. Los seres humanos necesitamos de la vinculación con otros, y en esta vinculación es necesario que seamos cuidadosos, sobre todo cuando las paredes de nuestras casas podrían volverse muros de hielo.

Los ruidos de los dispositivos tecnológicos y la ausencia de visitas presenciales lograron llenar las relaciones de silencios. En otros casos, las conversaciones fueron invadidas por frases más cortas, ahora los emojis hablan por nosotros.

Creo necesario recordarles el poder que tienen las palabras. Desde que somos niños, son ellas quienes tienen el impacto de ser las bases para poder construirnos, pero, también, pueden debilitarnos hasta dejarnos rotos.

Es momento de estar cerca y tratarnos bien. La distancia social está causando heridas graves a nivel emocional y cognitivo.

El maltrato impacta en el ánimo, hiere o vulnera la autoestima, perjudica la visión que uno tiene sobre sí mismo. Pero, tengan en cuenta que el destrato es igual de dañino. Un insulto es tan agresivo como el mensaje o llamado que nunca llega. 

Dejemos de lado el pensar que todo es una obviedad. Abundan frases del estilo: "es obvio que lo quiero", "es obvio que si necesita algo lo voy a ayudar" o "ni hace falta que lo diga". Muy por el contrario, siempre —y más aún es esta época de confinamiento— lo afectivo necesita ser      dicho. 

Gran parte de los problemas vinculares se dan al suponer muchas cosas del otro. Tal vez llegó el momento de decirle algo a alguien, de recordarle quién es para nuestra vida, de ser   claros en el discurso, de nombrar  respetuosamente o de abrazar con palabras amables.  

Algunos cuentan que no saben cómo “romper el hielo” porque hace mucho que no se comunican con tal o cual persona. No saben qué pasó entre ellos, pero el vínculo se enfrió y duele. Propongo pensar que, entre la distancia y el acercamiento vincular, puede mediar un simple “hola, ¿cómo estás?”. Tan fácil como eso. Tan difícil, si solo buscamos excusas que agudizan el desencuentro.

Hay momentos que se pueden transitar mejor y más liviano cuando tanto “yo” empieza a ser reemplazado por un “nosotros”. Es peligroso para nuestra salud mental que pandemia y soledad se empiecen a llevar bien; o lo que es peor, que empiecen a quedarnos cómodas. Momentos placenteros con uno mismo son necesarios, pero todo exceso nos genera sufrimiento.

No está en juego el deber moral. Lo que sí está en juego es poder distinguir lo que es saludable de lo que no lo es. En qué podemos sumar, sin causarnos más restas.

No comulgo con la frase "en la vida todo vuelve", pero sí creo que la vida da muchas vueltas y en cada giro   tenemos la posibilidad de ser nuestra mejor versión. No te pierdas la oportunidad de acompañar y ser acompañado.

NOTA

Para cualquier consulta o comentario contactarse con la responsable de esta columna, Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga), al   correo electrónico [email protected] o al celular/  WhatsApp (+591) 62620609.