Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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‘Utama’, la historia de amor que muestra el corazón del Altiplano boliviano

El debutante cineasta boliviano habla de su premiada ópera prima, que acumula elogios desde Estados Unidos hasta Japón. 

“Utama” —“Nuestra casa” en quechua— es la primera película del paceño Alejandro Loayza Grisi (1985). ALMA FILMS-IGNACIO LOAYZA
“Utama” —“Nuestra casa” en quechua— es la primera película del paceño Alejandro Loayza Grisi (1985). ALMA FILMS-IGNACIO LOAYZA
‘Utama’, la historia de amor que muestra el corazón del Altiplano boliviano

Una pareja de ancianos en el altiplano desértico debate en quechua sobre amor, sequía, familia, pulmones y muerte. Su polvorienta rutina se precipita con la visita de un nieto hispanohablante que insiste en que emigren a la ciudad.

Con un empaque nada convencional, “Utama” —“Nuestra casa” en quechua— es la primera película del paceño Alejandro Loayza Grisi (1985), formado en la fotografía fija y en movimiento, debutando en equipos de documentales y cortometrajes.

“Utama” ha sumado triunfos en los últimos meses en los festivales de Sundance (Gran Premio del Jurado), Chipre, Málaga, Toulouse, Transilvania, Encuentros de Cine Sudamericano en Marsella, Guadalajara y recientemente en Japón. En este último ganó el Premio Especial del Jurado, sumando así más de una veintena de reconocimientos. Mientras, en Bolivia se espera que la cinta llegue a salas de cine en septiembre. 

Más allá de lo obvio y la sinopsis oficial, ¿cómo define a ‘Utama’?

Cuando escribí la primerísima primera versión de una pequeña sinopsis, era sobre una historia de amor. Un amor puro en el que solo se necesitan el uno al otro. Pero que como todo en la vida tiene un final y tienen que prepararse para la parte más difícil del amor que es la despedida; y la menos egoísta que es el desprendimiento. Me gusta pensar que eso que estaba en la primera sinopsis, sigue en la película y creo que es la esencia de la misma. De todas maneras pienso que la película también trata muchos otros temas que son igual de importantes y que puede tener diferentes interpretaciones para el público que decide finalmente de qué trata para cada uno. Está, por ejemplo, el componente familiar, la transmisión, la muerte, la pérdida de cultura o la globalización y el cambio climático.

¿Cómo surgió la idea para escribir ‘Utama’? ¿De qué quería hablar?

En el caso de ‘Utama’ me cuesta mucho identificar el momento exacto o lugar en el que surge la idea. En algún momento tuve la urgencia de contar esta historia y compartirla. Quería contar una historia de amor y hacerle homenaje a un amor que yo viví. Adicionalmente algo que influyó mucho es la búsqueda que tengo para entender mejor a mi país, un país muy complejo y muy diverso y también para entender mejor la     actualidad mundial, el cómo influye la migración, el cambio climático, la pérdida de culturas, la globalización. Una de las motivaciones principales era contrastar la vida en la ciudad a la cual estamos tan acostumbrados con la vida que lentamente estamos dejando atrás, que es la vida en el campo. Y lo alejados que podemos estar al respecto de algo que yo considero es nuestra esencia como humanos, como especie que tiene que ver con lo más interno y universal que tenemos.

En Utama el tema, la lengua y el paisaje no son comunes al espectador universal. Y sin embargo ha sumado aplausos en varias latitudes. ¿Qué aspiraba lograr en la audiencia?

Para mí lo más importante en el cine es contar una buena historia. Ese era mi punto de partida, poder contarle a la audiencia una historia que pueda tocarle la sensibilidad y pueda cautivar. Espero que los espectadores puedan empatizar con los personajes y ponerse en sus zapatos, ver en    ellos, que en apariencia son muy diferentes, todo lo que nos une como seres humanos. Entender que la esencia es la misma, lo básico, lo inherente. Las pequeñas diferencias que tenemos son culturales. Y así y todo, todas nuestras culturas se parecen, porque todas tienen muerte, sonrisas, amor, hijos, abuelos, nietos, ojos, idiomas, comidas, música, gestos, manos, mitos, nacimientos, futuro, pasado y un largo etcétera común a todas. Creo que no hay grandes diferencias, que la esencia es la misma, lo básico del ser humano.

Por otro lado y siendo menos romántico, quería transportar a la audiencia a ese lugar que incluso es muy poco conocido para las ciudades más cercanas e importantes de mi propio país. Ofrecer una pequeña ventana a ese lugar tan hermoso y difícil al mismo tiempo. El altiplano es un lugar que me cautiva y que me atrae, como supongo pasa con muchos de los bolivianos que nacimos y crecimos en ciudades andinas. Entendemos que parte de nuestras raíces y nuestra manera de ser está en la montaña. Por otra parte, me encantaría que la película ayude al debate sobre la migración climática, sobre las consecuencias de nuestros actos y saber que ya existen muchas personas que están viendo sus modos de vidas cambiar y casi dejar de existir, mientras en las ciudades no nos preocupamos en lo más mínimo de dónde viene el agua, ni a dónde va, entre otras cosas que deberían preocuparnos.

¿Usted habla quechua, el idioma principal en ‘Utama’?

Lastimosamente no hablo quechua. Me hubiera gustado que mi país hubiera tenido en sus inicios republicanos políticas para enseñar a la población alguno de los 36 idiomas nativos que hay en Bolivia. Creo que hoy en día es muy tarde y seremos testigos de la desaparición de la mayoría de esos idiomas.

¿Cómo fue la selección de los actores y escenarios?

Loayza Grisi junto a los protagonistas de ‘Utama’.
Loayza Grisi junto a los protagonistas de ‘Utama’.

La selección de los actores fue un proceso muy desafiante. Sabíamos que encontrar una pareja de ancianos que sepa actuar y que hable los dos idiomas iba a ser difícil, así que lo encaramos en todos los frentes posibles. Hicimos un barrido por toda la región entrevistando y haciendo prueba actoral a todos los ancianos en cada una de las comunidades y pueblos. Ya teníamos asegurado a Santos Choque (Clever), sabíamos de su enorme talento y él nos ayudó en parte de esa búsqueda. A Luisa Quispe (Sisa) y a José Calcina (Virginio) ya los habíamos visto mucho antes, durante la búsqueda de locaciones, y teníamos sus fotos como referencia a la hora de buscar actores, pues ellos no estaban inicialmente interesados en la película. Con la ayuda de su sobrino Estanislao, logramos convencerlos y ahora son el alma de Utama.

Para los escenarios fue más fácil. Con mi hermano Santiago, el productor de la película, tuvimos la suerte de viajar mucho dentro de nuestro país; entonces ya teníamos en mente muchas posibles localizaciones. Pero fue en un viaje ese mismo año con Conservación Internacional que nos dimos cuenta que definitivamente el lugar para filmar la película era en el sur de Potosí, en la región Los Lipes. Siento que el   lugar nos llamaba: la comunidad Santiago de Chuvica es el lugar natal y actual de los actores, es donde dormimos y pasamos esos meses de trabajo y donde filmamos la mayor parte de la película. 

Acaba de estrenarla en Australia. Siendo su primera película, ¿la experiencia de rodar y ahora compartirla con el público ha sido como imaginaba?

Creo que nada ha sido como me imaginaba. Si bien el rodaje fue muy bien planificado, con mucho trabajo previo de mesa, creo que yo inicialmente lo imaginaba de otra manera. Por lo menos hasta los dos meses  previos al rodaje. Después se fue alineando todo y la producción me dio las mejores condiciones con los mejores colaboradores posibles. El proceso de posproducción igual fue muy nuevo para mí, pues estaba acostumbrado a finalizar piezas mucho más cortas. Soy muy afortunado y en la película están las personas precisas para cada rol, con las cuales estoy eternamente agradecido. El compartirla con el público era algo en lo que no quería pensar mucho, estaba enfocado en contar bien una historia, sabiendo que el encuentro con los festivales y las audiencias siempre es impredecible e inimagi-nable. Ahora sí me da mucha curiosidad por cada uno de los países en los que se presenta, pero voy encontrando reacciones que me llenan el corazón de alegría.

‘Utama’ y ‘El Visitante’: el cine boliviano es de momento el más premia-do de Iberoamérica. ¿Casualidad o algunas razones más de fondo?

Creo que la razón tiene que ver con un fondo cultural excepcional que existió para una sola convocatoria. Había muchas historias esperando su oportunidad de financiamiento para ser contadas y llevadas al cine. ‘Utama’ y ‘El Visitante’ son dos de  ellas. El fondo es de 2019 y el resultado lo vemos ahora. Hoy no tenemos ninguna política pública de incentivo al arte. Lastimosamente aún no tenemos autoridades que vean el poder del cine y todos los beneficios que trae consigo. No solo en el aspecto cultural, identitario, social y educativo, sino también en el económico. Nos pasa algo parecido en el deporte, no tenemos la capacidad política de acompañar a los talentos en su carrera, y lo que suele pasar es que en vez de fomentar y fortalecerlos, se les suele menospreciar y hundir. Más allá de lo político, Bolivia tiene grandes talentos con mucho que ofrecer al mundo.

¿Ya tiene claro su próximo proyecto o al menos hacia dónde quiere ir en su segunda película?

Sí, afortunadamente lo tengo claro en hacia dónde va, ahora estoy entrando en la etapa de ir aclarando dudas de la historia. Es una etapa larga y lo estamos desarrollando de la misma manera que ‘Utama’. Estoy muy ansioso de volver al set de rodaje y compartir esta nueva historia.