Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Twitch en Bolivia, la comunidad de gamers crece y el juego se convierte en oficio

Los streamers dedican entre dos a seis horas por día para difundir su contenido, reciben patrocinios e, incluso, es el sustento económico principal de algunos. 
Muchos de los usuarios de la plataforma le dedican varias horas al juego.
Muchos de los usuarios de la plataforma le dedican varias horas al juego.
Twitch en Bolivia, la comunidad de gamers crece y el juego se convierte en oficio

La revolución de Twitch los últimos años —y sobre todo meses— ha alcanzado cifras millonarias, no solo en audiencia sino también en dinero. Aunque a nivel mundial es una tendencia, en Bolivia recién comenzó a llamar la atención y a generar toda una comunidad que se mueve en torno a esta plataforma de video en vivo. 

Si no se tiene mucho conocimiento sobre cómo funciona este medio, es fácil de entender. Según una nota de la BBC, por lo general se trata de una persona que pone una cámara frente a su computadora, empieza la transmisión en vivo y desde su silla charla directamente con su audiencia sobre cualquier tema que pueda surgir mientras juega un videojuego, analiza una noticia o comenta publicaciones en la red. 

Twitch es utilizado fundamentalmente por gamers, aficionados a los videojuegos que transmiten sus partidas con toda una red de seguidores, millones, en muchos casos. Pero también en los últimos meses ha mutado rápido y se ha llenado de creadores de contenido con canales de toda índole: influencers, cocineros, viajeros, periodistas o artistas. Ser    streamer —como se le conoce a los que retransmiten— parece estar de moda.

Cada día Twitch recibe un promedio de 26.5 millones de visitantes y cada mes más de 6 millones de personas transmiten contenidos propios, según datos de la plataforma. Varios de los creadores de contenido más populares ganan millones en publicidad, patrocinio y donaciones. Y, como no podía ser diferente, en Bolivia también tiene un público que crece como espuma, sobre todo desde que comenzó la pandemia; desde usuarios hasta streamers nacionales. Estos son algunos de los bolivianos que arrasan en la plataforma. 

ENTRE LA MEDICINA Y LOS VIDEOJUEGOS

Alejandro Bluske es un joven de 22 años, estudiante de medicina y, además, referente del Twitch en Bolivia. Actualmente, su comunidad es una de las más seguidas del país; detrás hay un trabajo constante de organización, capacitación y persistencia para alcanzar el éxito que disfruta ahora. 

Los juegos siempre fueron parte de su vida desde que era niño. Comenta que inició con Nintendo y Play Station 1. La idea de hacer  videos llegó más tarde, a finales de 2017, y desde el principio eligió Twitch. “Empezó por curiosidad porque yo veía gente conocida que lo hacía, streamers famosos, y un día dije ‘por qué no lo hago yo, me gusta. Si ellos lo pueden hacer, yo también puedo’”, cuenta .

Bluske, oriundo de Tarija, destaca que esta plataforma permite interactuar con la gente de forma directa y que esa fue la clave para crecer. Las personas que lo ven mientras hace las transmisiones le dejan comentarios, consejos, charlan con él o ven videos juntos. “Se crea una comunidad que le gusta lo que tú haces y es muy lindo”. 

Alejandro juega de lunes a sábado, domingo es su día de descanso. Le dedica entre cuatro a seis horas diarias y los juegos que prefiere son de todo tipo, entre ellos Fornite, Grand Theft Auto (GTA), DOOM Eternal, Dark Soul, y Among Us. 

Llegar a ser un referente de esta plataforma no es tarea fácil, como muchos creen. Requiere trabajo constante, dedicación y persistencia. “Cuando empiezas a veces te puedes de-sanimar porque no tienes la respuesta ese momento, pero si uno se esfuerza, le pone ganas, poco a poco crece todo, tus seguidores, tu comunidad”, explica. 

Sus suscriptores se convirtieron en sus amigos cercanos, pero llegar a ese punto lleva un tiempo. “Se tarda, no es algo de un día para el otro. Tienes que verlo como si fuera un horario de trabajo. Uno tiene que dedicarle tiempo para poder crecer, pero, a la vez, no dejar que se superpongan otras cosas, no dejo de hacer una cosa para hacer otra”, dice.

Alejandro cursa el quinto año de Medicina, así que es fundamental que sepa organizar su tiempo para cumplir con todo lo que debe y le gusta hacer, como la impresión 3D y la fotografía. Es bastante inquieto y le gusta mantenerse activo. Al principio sí fue un poco complejo decirles a sus papás que también quería jugar, pero la clave fue no dejar de lado ninguno de sus deberes. “Hay ese tabú, a ver dile a tus papas que quieres vivir de esto (ríe). Es difícil decirles a personas mayores que te vas a quedar a jugar en la computadora. Pero puedes hacer ambas cosas, se puede”, afirma y cuenta: “Nunca me han dicho que no lo haga, pero sí que no descuide mis demás cosas, entonces yo me organizo para lograr todo”.

Como se mencionó anteriormente, la pandemia fue clave para el crecimiento de Twitch, sobre todo en Bolivia. Alejandro cuenta que durante la crisis sanitaria el número de sus seguidores creció casi el doble. “Este 2020 se pudo ver un crecimiento en el público nacional, ya la están usando más. Se siente bien tener una comunidad que te apoye, nunca te vas a sentir solo, así entren cinco personas, ellos te acompañan”. 

En otros países, muchos streamers viven de esta actividad, la monetización es una de las grandes ventanjas de Twitch. Sobre ese punto, Alejandro comenta que sí recibe “donaciones”, que son aportes voluntarios que hacen sus seguidores, pero que no es su principal fuente de ingresos; sin embargo, le ha servido para mejorar sus equipos y la calidad de transmisión, entre otras cosas. “Nunca fue mi objetivo, pero comencé a recibir donaciones. Yo les ofrezco algo mejor porque la gente me está apoyando”, afirma.

Entre sus objetivos para este año quiere aumentar su comunidad, hacer transmisiones más frecuentes y seguir generando lazos con sus seguidores. “Creo que la clave para crecer en Twitch es que la gente sienta que le estás dando importancia, que se sienta parte”, sentencia. 

Dayne Guerra es una de las streamers más seguidas de Bolivia.

LA RECETA PARA VIVIR DEL TWITCH 

Dayne Guerra es la muestra de que sí se puede vivir del Twitch en Bolivia, a diferencia de lo que muchos creen. Lo que comenzó como un gusto se convirtió en su trabajo, algo que le apasiona y le llena de satisfacción. 

Guerra es una de las streamers más conocidas del país. Comenzó a jugar desde que era muy pequeña y cuando entró a la universidad inició su relación con otros juegos y el anime. Cuenta que en un evento conoció a un amigo con quien empezó a hacer videos en Youtube sobre juegos. Luego, surgió la idea de ingresar a Twitch y dedicarle más tiempo. 

De aquello ya pasaron seis años en los que su comunidad ha crecido a niveles mayores, convirtiéndose en referente para otros que están   comenzando. 

La joven, conocida en Twitch como Dayne Storm, es programadora, estudió Ingeniería Informática y realizo su tesis en Francia, en un laboratorio de investigación, periodo en el que pausó sus transmisiones. Al volver al país, en 2016, retomó la plataforma y no paró más. 

Se volvió constante y su comunidad empezó a crecer. Se postuló para ser socia o partner, que posibilita monetizar las suscripciones y recibir publicidad. Existen dos tipos de streamers, los afiliados y los partner; la última categoría es más compleja, hay menos de 10 en Bolivia.  

Transmite entre tres y cuatro veces por semana y le dedica mínimo dos horas y máximo cinco. Los demás días transmite en Facebook, con un contenido específico para cada red. 

Cuenta que le gusta probar juegos novedosos. Asimismo, tiene una sección de juegos independientes. Indica que al principio no le interesaba tener muchos espectadores, comenzó con cuatro, y poco a poco fue creciendo. “Hace  años era difícil, ahora la gente empezó a consumir servicios de streaming por la cuarentena, ha crecido un montón, al menos cinco veces más”, dice. 

Al igual que Alejandro, Dayne explica que una de las clave para crecer en esta plataforma es generar una comunidad de amigos que comparten los mismos gustos. “Conocí  a muchos de mis amigos por Twitch, es gente con la que me gusta charlar. Manejo otras herramientas para seguir en contacto”, comenta. 

Hay dos tipos de usuarios, los que siguen la transmisión y no pagan, y los que están suscritos, que pagan un monto, el básico es cinco dólares y el nivel tres es 25 dólares por mes. 

Dayne es muy dedicada con sus suscriptores, les manda todo tipo de regalos, muchos hechos a mano, ve películas con ellos y tiene chats con ellos. “Me gusta recompensar lo que ellos hacen de esa manera, con actividades juntos y darles regalos”, afirma. 

Con todos los aportes que recibe pudo equipar su set y volverlo profesional. “Todos los compuestos de mi PC, desde el case, gráfica, procesador, Play Station 5, los muebles, mis monitores, mis sillas, todo eso es gracias al canal”, afirma. 

De hecho, desde que inició la pandemia se dedicó tanto a Twitch que ahora es su principal fuente de ingreso. “Ahora mismo gano el doble de lo que me pagaban en el laboratorio en Francia, y gano más de lo que me pagaron como programadora en Bolivia. Al menos, por mi parte, gano más haciendo streaming que en una empresa”, sentencia. 

Otra de sus pasiones es el cosplay, hace dos cada mes también gracias a las donaciones y patrocinios que recibe. “Nunca fue mi objetivo vivir de esto, en mi caso lo hago porque me gusta. Atribuyo el hecho de que ahora esto pague mis cosas porque somos una comunidad bastante unida, que no se hizo de un momento al otro”, afirma. 

UNA COMUNIDAD EN ASCENSO 

Natalia Belmonte es especialista en StarCraft, juega en Twitch hace un año, pero los videojuegos son parte de su vida desde que tenía cuatro años. Su comunidad fue creciendo poco a poco y tiene seguidores de todas partes del mundo. 

Comenzó con Nintendo y Play Station 1. A los ocho años inició con StarCraft, actualmente sigue siendo su favorito. Su incursión en Twitch fue a raíz de su gran gusto por lo que hace. “Vi que no hay muchas chicas en el juego porque es bastante difícil y requiere entrenamiento”,       comenta. 

Empezó haciendo transmisiones mediante su celular, pero lo dejó hasta tener una computadora propia. Volvió al mismo tiempo que comenzó la pandemia. Le gusta participar de torneos y así fue relacionándose con otros streamers. 

Natalia juega todos los días, le dedica horas según el contexto, no tiene un tiempo límite. “Lo hago porque me gusta jugar, me gusta que la comunidad crezca”. Sus seguidores fueron aumentando. Dice que le escriben para charlar, le piden jugar o le dan consejos; incluso tiene que coordinar horas para atender a todos. “Cuando ya no tienes tiempo, te das cuenta que estás creciendo”, afirma. 

En el caso de la monetización, la joven cochabambina comenta que sí recibe donaciones, pero no vive de ello porque requiere mayor dedicación y jugar los videojuegos más populares. “No lo hago porque quiera ganar dinero sino porque me gusta y quiero que la comunidad crezca porque es un juego que está desapareciendo”, indica. 

Natalia, de 23 años, estudia Bioquímica y Farmacia. La posibilidad de estar en su casa le permitió dedicarse más al Twitch. Ahora busca que las personas en Bolivia —y de todas partes del mundo— apoyen más la plataforma, seguir creciendo y hacer torneos. 

Al parecer, esta plataforma de video en vivo llegó a Bolivia para quedarse. La pandemia la potenció y ahora reúne a una gran cantidad de jóvenes que  se conectan con personas de todo el planeta. La afición se volvió un oficio l