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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Turismo espacial, una revolución al alcance de pocos

Richard Branson, Jeff Bezos y Elon Musk.
Richard Branson, Jeff Bezos y Elon Musk.
Turismo espacial, una revolución al alcance de pocos

La era del turismo espacial ha comenzado. Los primeros viajeros son multimillonarios con la posibilidad de hacer historia. El primero en conseguirlo fue el empresario británico Richard Branson (71 años) que viajó a las puertas del espacio, el pasado 11 de julio. El siguiente fue Jeff Bezos (57 años), que días después alcanzó los 106 kilómetros de altitud a bordo de su nave New Shepard, pilotada por ordenador. A estos dos nombres, se une el de Elon Musk (50 años), cuyo objetivo va más allá de nuestro planeta: “Fundar una ciudad en Marte que tenga un  millón de habitantes en el año 2050”. 

Los tres fundaron sus propias compañías aeroespaciales: Virgin Galactic, Blue Origin y SpaceX, convirtiéndose en pioneros del turismo interestelar, un sector que esperan liderar para cuando sea un reclamo de masas en las próximas décadas.  Más allá de la dimensión económica, ellos pasarán a la historia como los primeros particulares en haber llegado más allá de las nubes. 

BRANSON, A LA CABEZA

El empresario británico ha sido el primero en atravesar el cielo de los que forman parte de "la carrera espacial de los millonarios" como han llamado los medios estadounidenses a las iniciativas espaciales. "Ha sido mágico", confesó Branson desde la pista de aterrizaje de la base Spaceport America al finalizar su viaje. 

El recorrido lo hizo a bordo del avión SS Unity de su compañía Virgin Galactic, firma que fundó en 2004 para realizar vuelos comerciales al espacio. Esta expedición de prueba duró una hora aproximadamente y los seis ocupantes de la nave alcanzaron la ingravidez por un periodo de cuatro minutos.  "Estamos aquí para hacer el espacio muy accesible para todos e impactar en la nueva generación de soñadores", dijo Branson, cuya idea es trasladar el modelo actual de viajes aéreos al espacio, con trayectos a altísima velocidad y transporte a hoteles en otros planetas.

BEZOS, EL SIGUIENTE

Jeff Bezos, fundador de Amazon y el hombre más rico del mundo según Forbes, se convirtió en el segundo viajero particular en cruzar el espacio a bordo de su propia nave, la New Shepard, el pasado martes 20 de julio. A diferencia de Branson, la nave de Bezos no era un avión, sino un cohete cuyo nombre homenajea al que fuera el primer astronauta americano (Alan Shepard, 1961). 

La propuesta de trayectos interestelares de Blue Origin, la empresa aeroespacial de Jeff Bezos creada en el año 2000, consiste en enviar cohetes en vertical desde la superficie terrestre hasta la Estación Espacial Internacional, la Luna o algún planeta. En este primer viaje el objetivo era superar la barrera de los 100 kilómetros de altitud, atravesando de esta manera la línea imaginaria de Kármán, situada a 99.7 kilómetros de la Tierra y que es comúnmente aceptada como frontera entre la atmósfera  terrestre y el espacio exterior.

Este objetivo se cumplió con creces llegando a los 106 kilómetros. “Ver la Tierra desde el espacio te cambia y cambia tu relación con el planeta y con la humanidad", aseguró Bezos en una publiación de Instagram  cuando anunció que iba a ser uno de los pasajeros en el primer viaje comercial de Blue Origin. Una vez en Tierra, se acordó de todos los clientes de su empresa: “Quiero agradecer a todos los empleados y clientes de Amazon porque pagaron todo esto. En serio, a cada cliente de Amazon y a cada empleado de Amazon, gracias desde el fondo de mi corazón”, dijo entre risas.

ELON MUSK, EN CAMINO

El tercer multimillonario en la carrera por el turismo espacial es el consejero delegado de Tesla, Elon Musk, del que menos se ha hablado estos días, pero el que hasta la fecha ha tenido más éxito con su compañía SpaceX. Musk tiene claro que la supervivencia de nuestra especie está condenada en la Tierra y tiene un plan para evitar la extinción de la humanidad: colonizar Marte. "La alternativa es convertirnos en una civilización que viaje por el espacio y en una especie que resida en varios planetas. Espero que convengan conmigo en que esta es la manera correcta de proceder", se dirigió Musk a la audiencia en una conferencia celebrada en México en 2016. 

Para el inventor sudafricano residente en Texas el futuro de nuestra especie pasa por migrar a otros planetas y ha expresado sus ganas de fundar una ciudad en Marte que tenga un millón de habitantes en 2050. 

HUELA DE CONTAMINACIÓN CUESTIONABLE 

Más allá del gran impacto mediático de estos viajes, tambiéne se cuestionó su huella de contaminación.

Si bien es cierto que lanzar un satélite a la órbita terrestre genera un problema mayor que un vuelo turístico suborbital, los satélites generan un beneficio más grande que un paseo personal.  

Se estima que cada vuelo turístico de Virgin Galactic y Blue Origin emite unas 60 y 90 toneladas de dióxido de carbono, respectivamente. Es decir, unas 8 y 15 toneladas por cada pasajero.

En comparación, según promedio, cada persona en el mundo emite cada año unas 4.8 toneladas de dióxido de carbono. Por tanto, la huella del carbono de estos vuelos suborbitales no es extremadamente alta comparada con la de otras actividades, pero no deja de generar controversia debido a que la Tierra vive un momento en que urge reducir el impacto ambiental y generar actividades más amigables.  

Los cohetes propiamente suelen tener como destino diferentes órbitas en torno al planeta. En cambio, los vuelos turísticos de Virgin Atlantic y Blue Origin son “suborbitales”, es decir, no llegan a entrar en órbita, sino que ascienden hasta 80 y 100 kilómetros de altura respectivamente, experimentan la gravedad cero por un breve período de tiempo y vuelven a caer a la Tierra.

Un vuelo suborbital requiere menos energía que uno que ingresa a órbita. Por ello su coste es más asequible y su huella ecológica, menor.

Actualmente se lanzan unos 100 cohetes al año. Su contaminación sigue siendo menor que la de los 100.000 aviones que vuelan cada día en el mundo. Pero el sector espacial está experimentando un fuerte crecimiento, por ello su impacto ambiental podría llegar a ser muy relevante a futuro. l