Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Trenes: historias que silban entre la chatarra

Después del salar de Uyuni, este es uno de los sitios más visitados en Potosí, debido a su inusual belleza.

Trenes: historias que silban entre la chatarra

Los turistas se sienten atraídos por el insólito cementerio de trenes convertido en una estación fantasma a más de 3.000 metros de altura situada en Uyuni, Potosí. 

Máquinas que no llegarán a destino, vagones que ya no cuentan historias, esqueletos de locomotoras y ruedas retorcidas por el tiempo, yacen esparcidos en aquellos gélidos suelos del altiplano,   en medio del olvido y de la indiferencia de todos.

Trenes horadados y famélicos que solo silban cuando el fuerte viento del lugar se cuela entre los agujeros de la chatarra.

Quién diría que en este escenario se inauguró la primera línea de ferrocarril de Bolivia, que comunicó Uyuni con Antofagasta.

Allí paró el primer tren el 20 de noviembre de 1890, poniendo fin al proyecto del presidente Aniceto Arce.

Entonces, los vagones cargaban oro, plata y estaño, entre otros minerales. Durante décadas el progreso viajaba en primera, dentro de esos amasijos que los visitantes plasman en sus cámaras fotográficas al pasar por allí.

La gloria no fue eterna, ya que el tiempo y la derrota de Bolivia hace más de 100 años en la guerra contra Chile por el acceso al mar, paralizaron las máquinas, que ya no volvieron a soltar humo por sus chimeneas ni a dar el silbatazo en la primera estación del país.

Uyuni, "lugar de concentración" en lengua aymara, atrae al visitante por el salar, y en los últimos años por haber sido punto de paso para el Rally Dakar. Pero, antes de adentrarse en el inmenso mar de sal, pocos se olvidan de darse una vuelta por el cementerio de trenes, en las afueras de la ciudad de apenas 21.000 habitantes.

El laberinto de chatarra es un imán para el viajero romántico que no duda en imaginarse la historia que un día paró en seco sobre sus propios raíles. La indiferencia y el abandono han animado a los grafiteros a dejar su impronta en las paredes de algunos vagones. El color de arte urbano a veces tapa el óxido que ahora predomina a toneladas.

El escenario donde están los antiguos trenes no constituye un museo oficial, con sus debidos cuidados, se trata de una escombrera de hierros y metales condenados al olvido. Una especie de pena y lamento de lo que un día fue gloria y ahora eterna decadencia.

"Así es la vida", o "Aquí yace el progreso", son algunas de las frases pintadas que se pueden leer entre la herradumbre. Acertados mensajes para este camposanto del ferrocarril, cantos de una muerte temprana para uno de los inventos que cambiaron la vida del hombre y la historia en el siglo XX.

Los senderos de arena que recorren tan mágico lugar emocionan al turista quien, a veces, no se explica la catarata de deshechos que duermen bajo el cielo del altiplano, que se asoman curiosos a ventanas que proyectan paisajes ruinosos, con el óxido como máximo exponente, aportando el color marrón y ocre de los metales ferroviarios.

Nada que ver con el blanco riguroso y limpio del salar de Uyuni, el siguiente paso del vistante. Cerca de 100 trenes admiten pasajeros a cambio de nada, de su simple interés. Algo insólito en un mundo donde lo gratis está en extinción.

La depredación humana es uno de los problemas que sufre este cementerio de trenes desde la década de los 40.

Se concibió para reutilizar el material en las máquinas en funcionamiento, pero la idea fue abandonada como los propios trenes cuando se produjo la nacionalización del ferrocarril. Tras ello llegó el saqueo, sin que nadie hiciera nada por evitarlo.

Poco a poco, las piezas fueron desapareciendo y los trenes quedaron mutilados, sin más remedio.

A pesar de ello, cada persona que llega al lugar encuentra algo hermoso y simbólico en cada una de las máquinas. Su belleza llena de óxido le permite a la persona transportarse a la época gloriosa de este transporte. 

Sin duda, más allá del salar de Uyuni, todos los que lleguen a suelo potosino tiene opciones, como está, para conocer más de la historia boliviana.