Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 05:26

Trastornos alimentarios, un problema silencioso que recrudece en pandemia

Luego de la cuarentena de 2020, los casos aumentaron en un 70% en Cochabamba. La anorexia y bulimia afectan, sobre todo, a mujeres; sin embargo, cada vez se suman más varones. El apoyo de la familia es fundamental para que el paciente venza el mal.

Nueve de cada diez pacientes con trastornos alimentarios son mujeres. CORTESÍA ABB-GETTYIMAGES-UNISR
Nueve de cada diez pacientes con trastornos alimentarios son mujeres. CORTESÍA ABB-GETTYIMAGES-UNISR
Trastornos alimentarios, un problema silencioso que recrudece en pandemia

Ver un físico “perfecto” en redes sociales, ponerse frente al espejo y sentir que su cuerpo no está bien, que tiene que dejar de comer. Hallarse desbordada por algunos problemas, ingerir alimentos en exceso, sentir culpa y luego devolver todo. Así, en silencio, una y otra vez. 

De esa forma, dos jóvenes, de 19 años, explican cómo se sentían antes de ser diagnosticadas con Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Y como ellas, otras decenas de personas sufren estos episodios a diario.

Desde que el coronavirus COVID-19 llegó al país, se agudizaron ciertos problemas, entre ellos los trastornos alimentarios. Y, pese a que el tema aún se trata como un tabú en la sociedad, los últimos meses se puso sobre la mesa la urgente necesidad de hablar sobre lo que son y conocer cómo se puede ayudar a quien lo padece. 

Así lo explica el psicólogo Santiago Valda, director clínico del Centro de Anorexia y Bulimia Bolivia (ABB), con sede en Cochabamba, uno de los pocos lugares especializados en atender a este tipo de pacientes.  

“El año pasado fue el más difícil para mi trastorno por la cuarentena, la pandemia. Fue muy estresante, mis síntomas eran más frecuentes”, dice el testimonio de una de las pacientes del centro. 

Sobre el punto, Valda explica que la pandemia fue el detonante para que muchos comenzaran a manifestar o agravaran sus trastornos alimentarios  y mentales. “La pandemia no solo aportó daños en tema de salud física, sino a nivel emocional. Influye mucho que no tenemos información muy clara de lo que va a pasar”, asegura.

Antes, el tiempo que se pasaba en casa era menor, lo que facilitaba que los jóvenes puedan esconder mejor sus problemas o sus acciones en el momento de comer. Por ello, el hecho de compartir tanto tiempo juntos, en familia, ya sea con padres u otros parientes, durante la cuarentena terminó de aflorar los trastornos ocultos. 

De hecho, Valda asegura que después del confinamiento obligatorio los casos aumentaron en casi un 70% con respecto al año 2019. “Tenemos entre tres y cinco nuevos pacientes a la semana, eso es altísimo. Antes recibíamos entre uno y dos”, señala.   

Generalmente, todo parte de una insatisfacción con el cuerpo y con el peso. Pero, no solo es un tema relacionado con la comida, aunque sea uno de los principales síntomas. En realidad, son problemas psicológicos y psiquiátricos.

Se registra más casos entre los 11 y 21 años y de cada 10 pacientes, 9 son mujeres y 1 es varón. Esto se debe a dos motivos: a veces los hombres lo esconden más porque hay el estigma de que esto solo les pasa a las mujeres, lo que hace más difícil que pidan ayuda. Pero, por otro lado, también existe una mayor presión social hacia las jóvenes para que alcancen un cuerpo estético. 

Pasar más tiempo en casa, estar encerrados, con mucha comida, sin saber cuándo iba a pasar todo y con la angustia frente a lo desconocido fue poniendo en una situación de crisis a las personas. 

Asimismo, Valda apunta a que las redes sociales también jugaron un papel importante en este asunto. El bombardeo de publicaciones sobre hacer rutinas en casa, cuidar la parte física en extremo o alimentarse de cierta manera se convirtió en una presión para los que ya tenían previamente una insatisfacción en relación a su cuerpo. “Hizo que se obsesionen en comer ultra saludable, en tener un buen cuerpo. Y el tener más tiempo para esto ha hecho que toda su atención se centre en eso. Ahí comenzó a generarse trastornos alimentarios”, asegura. 

Justamente, otra de las jóvenes del centro ABB que compartió su testimonio apuntó a ese aspecto. “Yo me comparaba mucho con las personas, y tal vez fue eso lo que me llevó a tener este trastorno. Al ver cuerpos tan perfectos, ya sea en redes sociales o en la vida real, yo quise ser así”.

Los TCA engloban varias conductas insanas, pero destacan dos: la anorexia y la bulimia nerviosas. 

En el primer caso, los pacientes empiezan a restringir su alimentación a nivel extremo por el miedo intenso a subir de peso. “Son personas muy perfeccionistas, tienen baja tolerancia a la frustración, son altamente sensibles”, describe el especialista. 

En cambio, las personas con bulimia nerviosa tienden a comer demasiado y después a vomitarlo o tomar laxantes por la culpa. “Tienen un gran deseo de querer encajar, de sentirse aprobadas, validadas. En algunos casos se observa antecedentes de abuso sexual o físico, problemas familiares”.

El psicólogo explica que es importante cuidar la transición del paciente desde que identifica su mal hasta a su tratamiento ya que son trastornos que van más allá de la alimentación y tienen su base de origen en la mente. Asimismo, hace énfasis en que no se recupera a la persona haciendo que vuelva a comer, si no que se requiere llegar al fondo de sus miedos e inseguridades personales porque cada paciente es diferente. 

El apoyo de la familia o el entorno cercano al paciente es fundamental para lograr un tratamiento exitoso. “Es muy importante trabajar de lado de la familia, son nuestros mejores aliados. Con ellos es que podemos recuperar a sus hijos”, afirma el director de ABB.

INDENTIFICAR Y ACTUAR 

Los TCA son altamente mortales, por eso, poder identificarlos a tiempo es clave para que la recuperación sea exitosa. De hecho, un 20% de la población con anorexia nerviosa fallece por complicaciones a nivel físico o por suicidio. 

Valda aconseja a la familia que esté atenta a las conductas que tiene la persona en el momento de comer. Por ejemplo, ver si se pone más ansiosa durante el almuerzo o la cena, si miente respecto a que ya ingirió alimentos o comienza a restringirlos, si va al baño después de comer, si lleva dietas rígidas, si pasa largos periodos en la habitación o si comienza a aislarse. 

En un caso propio, el experto explica que uno mismo puede darse cuenta que está empezando a desarrollar un trastorno si comienza a obsesionarse con alcanzar un ideal de cuerpo, si busca bajar de peso a toda costa o si tiene la necesidad de sentirse aprobada, entre otras conductas.

“Es importante que sepan que son problemas tratables, pero que son muy graves, altamente mortales. Hay que pedir ayuda, eso puede salvar la vida”. 

El tratamiento es largo y los resultados se ven según el momento en el que haya sido detectado, puede ser desde meses hasta años; también influye la edad del paciente. 

“A veces, por la desinformación, algunos pueden pensar que solo es un capricho, que se le va a pasar o que quiere llamar la atención. Esto es falso, son trastornos mentales, psiquiátricos, altamente mortales y se necesita la ayuda de especialistas para tratarlo”, enfatiza Valda.

UN CENTRO DE AYUDA

El Centro de Anorexia y Bulimia Bolivia nació hace seis años, en Cochabamba. Cuenta con profesionales especializados en distintas áreas, como psicólogos, nutricionistas, psiquiatras y médicos, entre otros. Además, hace dos semanas abrió una oficina en Santa Cruz con el objetivo de ampliar más su alcance de ayuda. 

Ofrecen seis tipos de tratamiento que se aplican según el diagnóstico que recibe el paciente. 

La idea de crear este lugar surgió de Santiago Valda, quien, luego de hacer una maestría en el exterior, retornó a Bolivia y vio la necesidad de formar centros especializados en los trastornos alimentarios. Actualmente, lidera el centro junto con Karina Quiroz. 

ABB realiza talleres desde todas las áreas enfocados tanto en la familia como en los pacientes. En la página de Facebook de la institución suben charlas, consejos y tips para que las personas tengan a la mano la información. Asimismo, tienen un grupo de apoyo, que se reúne de lunes a viernes a las 16:00. Las personas de otros departamentos pueden pedir más información mediante redes o al 62612007.