Sueños de fútbol mercantilizados: trata de futbolistas extranjeros en Bolivia
Jóvenes futbolistas, en su gran mayoría colombianos, son transportados a Bolivia con la promesa de iniciar una carrera profesional, no sin antes pagarle dinero a un “reclutador” que luego los abandona a su suerte. Las víctimas no denuncian a los autores por falta de dinero, tiempo y la desesperación de iniciar una nueva vida en un país diferente . El sistema judicial boliviano tampoco ayuda.

Limpiar parabrisas en una rotonda, vender soda en las calles o atender un asadero de pollo pueden ser ocupaciones que encierran innumerables sueños pausados, no solo a causa de la pandemia, sino también por la frustración de haber invertido confianza, tiempo y dinero en vano.
Aún sin darse por vencido, Daniks viaja 45 minutos desde “su cuarto” hasta una avenida del centro cruceño en la que se dedica a limpiar parabrisas mientras piensa en juntar dinero para enviar a su esposa y su hijo de dos años que viven en Colombia; mientras piensa en sus ídolos futboleros Carles Puyol, Sergio Ramos y Arturo Vidal, y sobre todo, mientras continúa atesorando el sueño de emprender una carrera dentro del fútbol boliviano.
Daniks Cuero, de 23 años, llegó a Bolivia a finales de 2019. Fue traído con engaños por Édgar H. O. también colombiano, bajo la promesa de empezar una carrera futbolística en el club de segunda división Tomás Bata, de Quillacollo (Cochabamba), del cual decía ser presidente. A diferencia de las otras decenas de sus compatriotas que llegaron al país bajo el mismo engaño, notó que había algo extraño en la actitud de su “reclutador” y reaccionó, no sin antes ser trasladado hasta la ciudad de Santa Cruz, en la que empezó a probarse en otros clubes pequeños, pero ya por cuenta propia.
El joven admite que fue seducido por Édgar H. O., ya que era contactado por jugadores de la división profesional colombiana para encontrar espacio en Bolivia ante la reducción en la nómina de su país.
“Porque jugadores firmes que se quedaban sin equipo lo llamaban a él, por eso yo le creía que me iba a conseguir un equipo bueno para que yo juegue, porque si no yo ya me hubiera devuelto", lamenta.
"Yo le preguntaba por qué había estafado antes. Él me decía que por ayudar a otro socio toda el 'agua sucia' se la habían echado a él. Le dije que hable, pero me decía que nadie le iba a creer", recuerda.
Antes de la pandemia del coronavirus, Daniks entrenaba con el equipo 24 de Septiembre en la capital cruceña. Perdió contacto con Édgar H. O. en febrero y también los casi 10 mil bolivianos que le pagó para ser traído hasta Bolivia y emprender su carrera deportiva.
El 21 de marzo, la cuarentena estricta que entró en vigencia en el país empeoró su situación, se suspendieron las actividades deportivas y debía, básicamente, buscar cómo sobrevivir. "El pollo leñador" no solo fue su fuente de trabajo para entonces, sino también su refugio, hasta que decidió vender sodas en una rotonda céntrica, para finalmente ponerse a limpiar parabrisas. Ser su propio jefe le permite terminar su jornada laboral justo a tiempo para ir a entrenar al club de tercera división Canario, aún empeñado a cumplir su sueño.
Falta de dinero, de tiempo y el temor a represalias son algunas de las causas por las que víctimas como Daniks no denuncian a sujetos como Édgar H. O. ante las autoridades. La desesperación por retornar a su país o por conseguir un trabajo para continuar en Bolivia pueden ser más importantes que la búsqueda de justicia, y peor aún en medio de la pandemia.
Por ahora, el director técnico del club Canario, Mauricio Chajtur, representa la única esperanza para Daniks. Su visto bueno le permitirá formar parte del torneo 2021 y, con un poco más de suerte, ascender de categoría ya sea al interior de este club o algún otro.
OTRAS VÍCTIMAS, ABANDONADAS Y CON CORONAVIRUS
El modus operandi de Édgar H. O. fue destapado en Bolivia después de que 8 de 9 jóvenes futbolistas colombianos fueran internados en el hospital del Sur (de Cochabamba), tras dar positivo a coronavirus.
Llegaron al país entre finales del año pasado y mediados de febrero de este año, después de que Édgar les envió una "carta de invitación" para que formaran parte del club Tomás Bata, firmando como presidente de esta casa futbolística con sus iniciales E.H.O.S. Los padres de los muchachos, de familias en general humildes, accedieron e hicieron depósitos de entre 1.000 y 1.500 dólares por cada uno para que fueran trasladados a Bolivia y empezaran sus entrenamientos, y por supuesto, su carrera dentro de la liga.
Tras arribar a Quillacollo, el grupo llegó a un alojamiento del que fueron echados semanas después por falta de pago, para luego ser trasladados a una casa en la zona suroeste de Cochabamba. Las visitas de Édgar en aquel domicilio se hacían cada vez menos frecuentes, así como la dotación de alimentos y otros elementos de primera necesidad. La dueña de casa, conmovida por el hambre y el frío que pasaban estos jóvenes, empezó a proveerles de alimento, pero en medio de la pandemia, por la falta de trabajo y escasez de recursos, recurrió a la ayuda del párroco de La Salette, el sacerdote David Cardozo, que emprendió una campaña para recolectar recursos.
El jefe de familia de aquel hogar fue internado a causa de la COVID-19 y murió, y por las pruebas practicadas a los hijos del mismo, a su esposa y al grupo de jóvenes se supo que ellos también se contagiaron del virus. Entonces fueron a parar al hospital. Fue entonces cuando el sacerdote Cardozo se movilizó para que las autoridades colombianas en Bolivia hicieran gestiones para que los gastos médicos fueran cubiertos por su país y luego se trasladen a Colombia junto a sus familias nuevamente.
Del dinero invertido no supieron nada, así como no tuvieron oportunidad de mostrar su talento en Bata ni en ningún otro club a causa de la suspensión de las actividades deportivas debido a la pandemia.
Después de que algunos de ellos donaran plasma hiperinmune, como retribución a los cochabambinos que les dieron abrigo y alimento, tomaron distintos vuelos solidarios de vuelta a Colombia, donde se reunieron con sus familias, entre mayo y junio.
Michael Narváez, Santiago Ávila, Steven Velandia, Camilo Puentes, Carlos Chávez, Nicolás Castro, Jhojan Vélez, Ricardo Bernal y Kenny Asprilla Copete, todos de entre 19 y 21 años, aún guardan dentro suyo el sueño futbolero. Por el momento, esperan el cese de la pandemia en el mundo junto a sus familias en Colombia.
Yovanny Puentes, padre de Camilo, admitió que junto a su esposa temían lo peor, incluso la muerte, en medio de la impotencia de no poder hacer nada por su hijo que estaba básicamente atrapado a miles de kilómetros de su hogar, sin dinero y enfermo.
El 16 de abril, el grupo de jóvenes toma fuerzas para denunciar a Édgar ante las autoridades bolivianas por trata y tráfico, pero el caso no pudo ser concretado por falta de elementos suficientes para ello, además del funcionamiento "a media máquina" de todas las instancias a causa de la pandemia, sin mencionar la falta de recursos y tiempo de los jóvenes.
De todas formas, Édgar H. O. ingresó al penal de San Pablo en Quillacollo bajo detención preventiva y acusado por el delito de estafa múltiple. Se encuentra allí, por más de ocho meses, desde el 19 de abril, después de que dos propietarios de alojamientos lo demandaron por una alta suma de dinero adeudada, 38 mil bolivianos, por el hospedaje de este y otros grupos de jóvenes futbolistas.
Édgar nunca fue imputado por trata y tráfico, sino únicamente por estafar a los alojamientos de Quillacollo en los que alojaba a los jóvenes traídos desde Colombia que, según una de las propietarias Janneth Zelada, llegaron a ser decenas. El proceso de estafa múltiple tampoco fue iniciado por el dinero que las familias de los jóvenes invirtieron en la presunta formación futbolística de sus hijos, y la justicia solo procedió sobre la deuda generada con los residenciales.
ANTECEDENTES DEL "VILLANO"
En 2015, el programa televisivo de investigación periodística Séptimo Día, de la red colombiana Caracol, puso en evidencia a Édgar en un largo reportaje titulado “Sueños desinflados”, en el cual detallan denuncias de jóvenes de al menos 14 ciudades de Colombia con el mismo modus operandi, en el que usaba la máscara de cazador y exportador de talentos futbolísticos.
Quienes tuvieron contacto con él testifican que a veces usaba acento argentino y otras colombiano, decía ser formado en la Universidad de Palermo, ser amigo del padre de Lionel Messi e incluso aseguraba tener representación de los clubes River Plate y Rosario Central, por supuesto todo era mentira.
En 2017, fue detenido en Paraguay e investigado por el delito de trata, después del rescate de siete colombianos y un joven de otra nacionalidad en un alojamiento en la ciudad de paraguaya de Luque. Ese año, el medio de comunicación Última Hora hizo pública la imputación en su contra por explotar a 10 jóvenes. Usaba el nombre de “Édgar Leandro Ozuna Sánchez”.
El mismo año fue detenido cuando intentaba ingresar a Bolivia con un documento paraguayo falso.
Los jóvenes relataron que todos los depósitos y pagos que hicieron sus familias jamás fueron a nombre del mismo Édgar, sino más bien a nombre de otros intermediarios, algunos futbolistas que lo acompañaban.
Jorge Niño, del equipo de fútbol Tolima en Colombia, también dijo que se abrió una denuncia en contra de Ozuna, a causa de los dineros que le depositaron los padres de este último grupo de jóvenes que llevó hasta Cochabamba.
Niño se encuentra a la espera de que Édgar retorne a Colombia para iniciar acciones legales en su contra, toda vez que los padres de los jóvenes traídos a Bolivia casi lo inculpan en sus denuncias.
ÉDGAR, PRESO EN EL PENAL DE QUILLACOLLO
Padre de tres niñas en Colombia y de un bebé de dos meses en Bolivia, Édgar H. O. dice sentirse solo y desesperado. Muchos procesos se prolongaron a causa de la pandemia y no puede recibir visitas a causa de las restricciones sanitarias, solo permiten ingresar a familiares de primer grado y Édgar no tiene a nadie en Cochabamba que pueda visitarlo en el penal de San Pablo, en Quillacollo.
Durante la conversación con él, se lo puede notar cansado y desesperado por salir de prisión. Admite que la deuda con dos propietarios de alojamientos es más de 38 mil bolivianos, a raíz de hospedar allí a varios jugadores jóvenes de fútbol traídos desde Colombia. "El año pasado por la época de paro (conflictos postelectorales de 2019) no pude terminar de cancelar. Entonces utilizaba de 5 a 7 habitaciones". Sin embargo, no menciona el engaño a las familias colombianas para que envíen a sus hijos a Bolivia previo pago. Incluso continúa afirmando que ‘por él’ varios jóvenes se probaron en clubes cruceños, pero que “a estas alturas ya se deben haber devuelto por la pandemia”.
"Estaba trayendo extranjeros para tratar de potenciar el club (Tomás Bata) y que el club empezara a surgir más económicamente. Esos extranjeros eran los que estaban hospedados. Yo asumía la deuda, por los patrocinadores. Eran más o menos 20 personas. Entonces, 750 el hotel, más 20 almuerzos que serían 200, más 20 desayunos, más el aguita, más otras cosas era un promedio de 1.500 bolivianos diarios que era el gasto que yo hacía", relata, contrario a la versión de los últimos 9 jugadores que dijeron haberse quedado abandonados y sin alimento.
Édgar dice que gastó lo que le quedaba de dinero en dos abogados al inicio de su proceso, sin conseguir resultados favorables. El jurista que acompaña su caso actualmente es de defensa pública y hasta ahora lo ha visitado tres veces en los últimos meses. Solo sabe que su nombre es Hernán, no tiene su número y asegura que no tiene contacto con el exterior.
Su pareja en Bolivia y madre del bebé, Patricia N., pide ayuda para acelerar el caso.
CLUB TOMÁS BATA
Édgar asegura que, desde fines de 2019, él asumió el compromiso de “levantar” económicamente al club, por lo que, según cuenta, encabezó la dirigencia, la presidencia, era preparador físico, director técnico y todo en el club.
“Básicamente yo no trabajaba en Bata, yo sostenía Bata”, relata, a tiempo de detallar que el costo de alquiler de las canchas de fútbol y el arbitraje eran solventados por él mismo.
“Pero cuando se me presentó este problema por supuesta estafa, ellos como que se lavaron las manos y dijeron que yo nunca fui parte del club”, asegura.
Por otro lado, el presidente del Bata, Álvaro Mejía, no se explica cómo es que tantos jóvenes cayeron en el engaño de Édgar, sin siquiera investigar su trayectoria u otros casos anteriores. Aunque admite haber tenido conocimiento, por rumores y dichos, acerca del arribo de grupos de futbolistas extranjeros en algunas ocasiones.
Al principio de la pandemia en el país, cuando este caso fue destapado, el club hizo público un comunicado oficial en el que aclara que Édgar H. O. no guarda ninguna relación con Bata, y menos aún bajo la tarea de traer nuevos jugadores.
ESTAFADOR
El delito que pesa sobre Édgar H. O. es de estafa múltiple, por tener una deuda de más de 38 mil bolivianos con dos alojamientos en Quillacollo, en los que hospedaba a estos grupos de futbolistas recién llegados.
Janneth Zelada, una de las propietarias de estos residenciales, relata que Édgar era un cliente que en varias oportunidades llegó a alojar incluso a decenas de jóvenes futbolistas a los que dejaba sin alimentos y pasando frío.
El abogado de Zelada, quien inició el proceso por estafa, lamenta que tanto la pandemia como la falta de recursos hayan impedido que se logre concretar una denuncia por trata y tráfico contra Édgar, toda vez que, a través del relato de su cliente, tomó conocimiento de la forma en cómo arribaron al país y sobre las carencias que pasaron, hasta el punto de permanecer días sin comer.
AUTORIDADES QUE CONOCIERON EL CASO
Consultado sobre si este caso amerita una investigación bajo el delito de trata y tráfico, el exjefe de Inspectoría de Migración en Cochabamba Luis Pardo responde que sí, a raíz del engaño del cual estos jóvenes fueron víctimas, aunque lamenta que el crítico estado de vulnerabilidad de ellos no les permita acceder a la justicia.
"No se puede abrir un proceso si las víctimas de trata y tráfico no ponen una denuncia y por lo general ninguno se anima porque corren riesgo, viven bajo amenazas y aparte como ya les dan el dinero también prefieren evitar problemas. Aparte, el tema de justicia en el país demora mucho y ellos no tienen tiempo ni dinero para poder solventar el proceso", explica.
Pardo fungió como responsable de Migración de noviembre de 2019 a junio de 2020. Dentro de este periodo tuvo conocimiento de al menos ocho casos similares, en los que jóvenes futbolistas fueron traídos al país y luego abandonados, todos por presuntos reclutadores para clubes chicos de segunda división. La mayoría provino de Argentina, Colombia, Brasil y Chile.
"No tengo memoria exacta, pero sí tenía varios ingresos y salidas (...) Ese señor sabía esquivar bien y sabía la fecha adecuada también", indica Pardo.
JEFE DE DIVISIÓN TRATA Y TRÁFICO
El Jefe de División de Trata y Tráfico de la Policía en Cochabamba, Carlos Orellana, indica que en este caso "sí hubo trata, pero no tráfico, porque no los ha traficado, es decir no los ha hecho trabajar en contra de su voluntad. Debería abrirse como trata porque los han traído desde otro país y ha habido también este tema de un ingreso a nuestro país".
Cuando el caso de los jóvenes colombianos fue destapado, el departamento aún no contaba con fiscales especializados en el tema, y ante la falta de insistencia y presión por parte de las víctimas, además de la "falta de elementos" para concretar la figura de este delito el proceso no avanzó y solo se dio lugar a la demanda por estafa que fue presentado por los propietarios de los alojamientos a los que arribaron las víctimas en sus primeras semanas de estadía en Bolivia.
"Para que haya trata y tráfico tiene que haber el tema de la captación, el traslado, la acogida y la explotación, es decir, tiene que haber un fin que es la explotación, y este último elemento es el que no se ha podido completar", concluye.
UN SUEÑO QUE NO MUERE
Puede que Daniks sea uno de las decenas de casos de trata que ni siquiera están registrados en la base de datos de las instituciones bolivianas, pero aún tiene planeado continuar en Bolivia, persiguiendo el sueño de ser futbolista profesional al menos hasta diciembre de 2021. Por el momento, envía lo poco que gana limpiando parabrisas a su pareja e hijo de dos años en Colombia.
Siempre está bien, "el dinero no me hace, yo lo hago", dice en medio de la resignación y las ganas de arrancar el sueño que lo trajo hasta otro país cayendo en el engaño de un falso cazador de talentos.
Así como sus nueve compañeros que ya "se devolvieron" para Colombia, confía mucho en los designios de Dios y mantiene la fe, entre la pandemia, el hambre, el frío y la nostalgia por reunirse con su familia.
Quizá Daniks no haya tenido la suerte de hallar un “ángel guardián” como el sacerdote David Cardozo de Quillacollo, que dio alimento y abrigo a los nueve jóvenes que se encontraro a su suerte. Pero así como sus compañeros, incluye en sus oraciones a Dios, habla de fe y fortaleza para enfrentar las carencias económicas, e incluso la pandemia.
FISCALÍA DE TRATA Y TRÁFICO RECIÉN NACIDA
La Fiscalía especializada en temas de trata y tráfico es nueva en Cochabamba, habiendo sido creada recién en junio de 2020. Anteriormente, las denuncias dentro del marco de estos delitos eran tomados por fiscalías especializadas en otros temas.
La fiscal departamental, Nuria Gonzáles, explicó que la capacitación especializada de fiscales para tratar estos delitos se da desde el 1 de junio. Dentro de ese marco se apresuraron 83 causas en Cochabamba, de las que 29 casos permanecen abiertos.
Gonzales admite que aún es insuficiente el numero de profesionales que trabaja en esta área, toda vez que el país y Cochabamba es una ciudad tránsito usada por los victimadores.
No conoce ni puede especular sobre el caso de los jóvenes colombianos, pero aclara que, de existir los elementos suficientes la Fiscalía tiene toda la autoridad suficiente para iniciar procesos de oficio e incluso rectificar el hecho, siempre y cuando se realice una investigación minuciosa y responsable.
Se tiene previsto que en los próximos meses la fiscalía coordine acciones con todas las instancias sociales, policiales, gubernamentales y municipales para combatir estos delitos que son de lesa humanidad.
ANÁLISIS LEGAL: SÍ HUBO TRATA
El artículo 281 del Código Penal boliviano señala:
ARTÍCULO 281 bis (TRATA DE SERES HUMANOS).
I. Será sancionado con privación de libertad de diez (10) a quince (15) años, quien por cualquier medio de engaño, intimidación, abuso de poder, uso de la fuerza o cualquier forma de coacción, amenazas, abuso de la situación de dependencia o vulnerabilidad de la víctima, la concesión o recepción de pagos por sí o por tercera persona realizare, indujere o favoreciere la captación, traslado, transporte, privación de libertad, acogida o recepción de personas dentro o fuera del territorio, aunque mediare el consentimiento de la víctima, con cualquiera de los siguientes fines: explotación laboral, trabajo forzoso o cualquier forma de servidumbre.
Para la abogada Mabel Antezana, el resultado de la adecuación se hace desde un análisis de la llegada de los futbolistas a nuestro país, el imputado ofrece la posibilidad de viajar a Cochabamba para jugar fútbol profesional, los engaña, les hace creer que van a ser estrellas de futbol y que van a jugar en la liga profesional, es decir les ofrece trabajo. Nuestro código penal establece también que aun existiendo el consentimiento de las víctimas, en este caso los jóvenes, de igual manera se produce el delito.
"Por lo que el Ministerio Público deberá adecuar su imputación y posterior acusación al tipo penal de la trata de seres humanos, existiendo las agravantes de haber existido peligro en la salud de las víctimas y lo que resulte de las investigaciones", señala.
De acuerdo al jefe de la División de Trata y Tráfico de la Policía, Carlos Orellana, no fue posible completar el círculo de “trata y tráfico” que pudiera haber dado fuerza a una denuncia por parte de los jóvenes debido a que Édgar H. O. no llegó a generar ganancias con el trabajo de sus víctimas ni llegó a explotarlas.
Sin embargo, en una entrevista con otro de los jóvenes jugadores se devela que sí habría la intencionalidad para ello, puesto que cuando el mismo fue contactado por otro ‘profe’ para jugar en un club distinto la respuesta de Édgar H. O. habría sido negativa y éste le insinuó que todas las “ganancias” debían beneficiarlo a él, según cuenta.
DATOS
La Unidad de Comunicación de la Fiscalía de Cochabamba indicó que elabora un informe sobre el número de casos de trata y tráfico atendidos anualmente y sobre aquellos que llegan a juicio o sentencia llevaría mucho tiempo, por la reciente habilitación de la Fiscalía especializada en Trata y Tráfico y, además, porque quienes fungen en dichos cargos, incluyendo a la fiscal departamental, fueron recientemente posesionadas en los mismos.
Carlos Orellana aseguró que realiza su informe una vez concluida esta gestión. Sin embargo, indicó que las mujeres y los adolescentes son las principales víctimas de estos delitos por el aspecto laboral y explotación sexual, ya sea en la ciudad, en municipios del Trópico o para ser trasladados a países como Brasil, principalmente.
El exjefe de Inspectoría de Migración en Cochabamba, Luis Pardo, dijo que durante su gestión —noviembre de 2019 a junio de 2020— tuvo conocimiento de al menos ocho casos similares de jóvenes futbolistas traídos a Bolivia para luego ser abandonados. Cada caso tenía un número diferente de víctimas, siendo gran parte de ellos argentinos, brasileños y paraguayos, además de colombianos.
Coincidiendo con la Fiscalía, Pardo asegura que las mujeres y adolescentes marcan las mayores cifras dentro de los casos de trata y tráfico en el país, al ser Bolivia utilizada también como un paso para los victimadores.
El Ministerio de Gobierno, en su base de datos, no registra ninguna denuncia por trata y tráfico con víctimas colombianas en 2018 ni en 2019. En cuanto a denuncias presentadas
por víctimas bolivianas reporta 430 en 2018 y 526 en 2019. Sin embargo, se presentan 45 denuncias en 2018 y 57 en 2019 sin registrar la nacionalidad.
La mayoría de las denuncias recepcionadas se dan por trata de personas, con 332 en 2018 y 373 en 2019. En cambio, las denuncias por tráfico de personas son mucho menores, con 15 en 2018 y 9 en 2019.
Las denuncias presentadas por mujeres superan a las de los hombres de 291 a 139 —respectivamente— en 2018 y de 347 a 179 en 2019.
En el departamento de Cochabamba se generaron 44 denuncias por trata y tráfico en 2018, y la cifra se incrementó en 2019 con 79 denuncias bajo estos delitos.l
Esta investigación periodística contó con el apoyo de la Embajada de Alemania en Bolivia y la Fundación Construir, que con su apoyo posibilitaron la realización de este trabajo.