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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Simone Biles, el poder de la resiliencia

Su vida hasta llegar a ser la mejor gimnasta de la historia no ha sido fácil: una infancia complicada marcada por las adicciones de su madre y los abusos sexuales de su entrenador.

Simone Biles, el poder de la resiliencia. TELEGRAPH-BELIEFNET
Simone Biles, el poder de la resiliencia. TELEGRAPH-BELIEFNET
Simone Biles, el poder de la resiliencia

Cuando el talento se manifiesta en forma tan espectacular e incomparable, faltan las pala-bras. Tal vez es por eso que cada actuación de la espectacular gimnasta estadounidense Simone Biles —que ganó cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Río en 2016 y obtuvo medalla de bronce en Tokio 2021— es festejada con una admiración y estupor que raya en la incredulidad.

Biles, con sus 24 años y 1.42 metros de altura, ha   revolucionado el mundo de la gimnasia artística. Y ahora también está poniendo el foco sobre la salud mental de los deportistas, luego de retirarse de varias competencias en los Olímpicos de Tokio. 

Sus logros en Río en 2016 —cuatro medallas de oro en las pruebas de suelo, salto, general individual y gene-ral por equipos, y una de bronce en la competencia de la barra de equilibrio— superaron lo que ninguna mujer de Estados Unidos había conseguido.

A estas victorias se suman 10 títulos mundiales, que la convirtieron en la primera gimnasta en la historia que ganó tres campeonatos mundiales consecutivos en el programa completo.

Pero sus logros no solo se ciñen al ámbito deportivo: algo que hace notable a Biles también es la forma en que superó su infancia difícil, marcada por una madre drogadicta y un escándalo de abuso sexual que afectó al equipo de gimnastas estadounidense.

AUSENCIA MATERNA

Biles tenía solo tres años cuando los servicios sociales de Columbus, Ohio, tuvieron que intervenir para rescatar a cuatro hijos de Shanon Biles, que estaba inmersa en la droga y el alcoholismo. Las autoridades le quitaron a la madre la custodia de sus niños.

El padre de Shanon, Ronald Biles y su segunda mujer, Nellie, se quedaron con las niñas menores, Simone y Adria. Los hermanos mayores fueron a vivir con la hermana de Ronald.

Los abuelos de Simone adoptaron posteriormente a las niñas y es a Nellie a quien llaman "mamá". La gimnasta sigue en contacto con su madre biológica y es capaz de hablar hoy en forma distendida de su infancia. "Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre bioló-gica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo", dijo la gimnasta a medios estadounidenses.

TREINTA Y DOS  HORAS POR SEMANA

Nellie recuerda que Simone siempre fue una niña "a la que le gustaba constantemente saltar y rebotar", y relató cómo fue su primer contacto con la gimnasia. Un viaje escolar se había cancelado debido al mal tiempo y el colegio decidió en cambio visitar un centro de gimnasia artística. Simone, con solo 6 años, mostró espontáneamente algunas piruetas y los instructores quedaron tan impresionados que la niña "volvió a casa con una nota para los padres que decía, ¿han pensado alguna vez en inscribir a su hija en un instituto de gimnasia?".

Dos años más tarde fue descubierta por su entrenadora Aimee Borman. "Un día decidió que sería una gran gimnasta y desde entonces lo ha hecho todo para lograrlo", dijo Borman a la revista Time.

En su adolescencia no hubo actividades extracurriculares o fiesta de graduación. En 2012, Simone decidió que en lugar de ir al liceo estudiaría en casa, lo que le permitió aumentar su entrenamiento de 20 a 32 horas a la semana. Un año después ganó su primer título mundial en programa completo. 

ESCÁNDALO DE ABUSO SEXUAL

En enero de 2018, Simone reveló que había sido víctima de abuso sexual, perpetrado por el médico del equipo estadounidense de gimnastas Larry Nassar, condenado a décadas de cárcel por abusar de al menos 265 gimnastas durante los años que trabajó en el equipo. 

"Últimamente me he sentido quebrada y cuanto más trato de apagar la voz en mi cabeza, más fuertes son los gritos. Ya no tengo miedo a contar mi historia", dijo en 2018, sumando su voz a la de muchas otras mujeres que hicieron denuncias a través de la campaña #MeToo.

"Yo también soy una de las muchas sobrevivientes que fueron objeto de abuso sexual por Larry Nassar", escribió la joven deportista en una carta compartida vía Twitter. 

Pero, también indicó en ese momento que no iba a permitir que esa terrible experiencia doblegara su espíritu o su exitosa carrera. "Me he prometido a mí misma que mi historia será mucho más grande que esto y prometo a todos ustedes que nunca voy a darme por vencida", escribió.

"Me encanta este deporte demasiado y nunca he sido cobarde. No dejaré que un hombre y los otros que lo permitieron roben mi amor y alegría", añadió.

Fue algo que demostró más tarde con la pasión y  dedicación con la que siguió avanzando en su carrera.

PURA POTENCIA

El físico de Biles es notablemente diferente al de la célebre Nadia Comaneci, la gimnasta rumana que logró el primer puntaje 10 de la historia por sus ejercicios perfectos en las Olimpiadas de Montreal en 1976.

Las rutinas de Comaneci con sus músculos largos y finos y sus movimientos en puntas demostraban un estilo casi de ballet. Biles, en cambio, es pura potencia. 

"Tiene una potencia descomunal, impresionante para el tamaño que tiene", señaló Ana Ordóñez, entrenadora de gimnasia olímpica femenina y masculina en el club FlipFlap en Zaragoza, España. 

El ser tan baja puede ser una ventaja en algunos eventos, por tener el centro de gravedad más cerca del suelo. "Pero en otros aparatos le dificulta el ser tan bajita. Por ejemplo, en el salto de caballo tiene que saltar a la misma altura que sus compañeras con más estatura, pero su potencia hace que consiga un salto espectacular cayendo a muchísima distancia del caballo, algo que es muy difícil para una gimnasta de tan poca talla", explicó Ordóñez.

“EL BILES" Y LA SALUD MENTAL

Pero ninguna ventaja innata habría definido la vida de Biles sin su determinación y miles de repeticiones. Desde que se incorporó la "dificultad" de los ejercicios como una de las categorías para sumar puntajes, los gimnastas han optado por rutinas cada vez más       arriesgadas.

Hay un salto, que Biles mostró por primera vez en 2013, que se ha convertido en su marca personal e incluso lleva su nombre.

"El Biles" es "un doble salto mortal o dos vueltas con el cuerpo en plancha, es decir completamente extendido. Pero en la última vuelta, antes de terminar su segundo mortal, ella hace un giro en otro eje, como si estuviéramos de pie y giráramos hacia la derecha o izquierda, entonces ella combina dos ejes de rotación", explicó a BBC Mundo Ana Ordóñez. 

Simone alcanzó un reconocimiento mundial gracias a este salto y parecía que había tocado el cielo. Pero, en los últimos Juegos mostró que tener tanta presión no siempre es un aliciente para seguir y que, a veces, puede terminar agobiando demasiado. "No somos solo atletas. Somos personas al fin y al cabo, y a veces hay que dar un paso atrás", dijo la gimnasta al abandonar la arena de los Olímpicos de Tokio.

La atleta renunció a seguir la competencia luego de anotar el puntaje más bajo en el salto olímpico. "Des-pués de la actuación que hice, simplemente no quería continuar", aseguró. 

"Ya no confío tanto en mí misma. Quizás esté envejeciendo. No quería salir y hacer algo estúpido y lastimarme. Siento que muchos atletas que han hablado al respecto (sobre la salud mental) realmente han ayudado", añadió Biles para explicar qué sentía.

Expertos afirmaron que lo que manifestó Biles no parecía ser una decisión impulsiva, sino un problema de salud mental que venía arrastrando y su renuncia es a la vez un pedido de ayuda. 

Aunque no se sepa con claridad cuál es el futuro de la gimnasta, sin duda, ya ha dejado su nombre marcado en la historia de este deporte y sirve de inspiración para mostrar que el bienestar propio está primero.