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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Paciente Nueva York: la primera mujer que se libra del VIH con células madre

La llamada Paciente de Nueva York lleva dos años y medio sin rastro del virus. A diferencia de los tres anteriores curados, todos hombres, ella recibió células madre de cordón umbilical. 

La llamada Paciente de Nueva York es la cuarta persona que ha conseguido una remisión de la infección por el virus del SIDA./ PEPE OLIVARES-GETTY IMAGES
La llamada Paciente de Nueva York es la cuarta persona que ha conseguido una remisión de la infección por el virus del SIDA./ PEPE OLIVARES-GETTY IMAGES
Paciente Nueva York: la primera mujer que se libra del VIH con células madre

Por primera vez, una mujer ha logrado zafarse del VIH tras un trasplante de células madre. La llamada Paciente de Nueva York es la cuarta persona que ha conseguido una remisión de la infección por el virus del SIDA tras un trasplante muy específico: de células madre que, además de compatibles, tienen una mutación que impide al virus penetrar en las células. Como en los casos anteriores reportados —el Paciente de Berlín, el de Londres y el Düsseldorf—, esta mujer sufría un cáncer de la sangre y con la intervención médica logró hacer desaparecer el tumor y el VIH. En su caso, el trasplante se hizo con células de sangre de cordón umbilical —en los otros tres pacientes se usaron células madre adultas—. Tras 30 meses sin rastro del virus ni medicación antirretroviral, los autores del estudio, prudentes, hablan de una “remisión y posible cura” del VIH.

“Actualmente está clínicamente sana. Está libre de cáncer y de VIH. Y lo llamamos una posible cura más que una cura definitiva, básicamente esperando un período de seguimiento más largo”, ha justificado Yvonne Bryson, especialista de la división de Infecciosas del Departamento de Pediatría de la Universidad de California (Los Ángeles) y autora del estudio. En una conferencia de prensa, Bryson ha indicado que, si bien este procedimiento no es aplicable a todas las personas con VIH, los resultados son “buenas noticias” que abren la puerta a, en un futuro, desarrollar nuevas técnicas para escalar esta estrategia terapéutica.

Alrededor de 38 millones de personas en el mundo viven con VIH. La infección por el virus del SIDA es, en este momento, incurable: no hay vacunas preventivas ni medicamentos que acaben con él para siempre. En la mayoría de los casos, hay que conformarse con controlarlo a través de tratamientos antirretrovirales de por vida que rebajan al mínimo la carga viral. Pero nunca se elimina del todo porque el VIH suele esconderse en una especie de estado de latencia en reservorios virales y, si se abandona la medicación, despierta y vuelve a crecer.

Estos cuatro casos de remisión del VIH reportados son excepcionales, producto de una intervención médica imposible de trasladar a la población general con VIH, explican los expertos consultados. El trasplante de células madre es una técnica muy agresiva (la mortalidad puede alcanzar el 40%) y está destinada a pacientes con tumores hematológicos que no responden a otras terapias. Por sus riesgos, no es una intervención que se pueda generalizar a todas las personas con VIH: no es ético someter a los pacientes a estos agresivos tratamientos para librarse del virus cuando hay antirretrovirales efectivos que controlan la infección.

Timothy Brown, el primero en curarse, fotografiado en 2019 en Alicante./ PEPE OLIVARES-GETTY IMAGES
Timothy Brown, el primero en curarse, fotografiado en 2019 en Alicante./ PEPE OLIVARES-GETTY IMAGES

DOS PÁJAROS DE UN TIRO

Los cuatro pacientes arrastraban un tumor en la sangre y no tenían otra alternativa terapéutica para tratarlo: tenían que someterse a un trasplante de células madre. La terapia consiste en vaciar la médula ósea del paciente, donde se encuentran las células madre formadoras de la sangre, para eliminar el tumor y repoblarla con las extraídas de un donante compatible. En estos casos particulares, para matar dos pájaros de un tiro —el cáncer y el VIH—, se buscó que los donantes, además de compatibles, tuviesen una mutación específica en el gen CCR5 (CCR5Δ32), que impide al virus penetrar en las células. Si funciona, las células madre del donante acaban reemplazando a las del paciente, lo que lleva a una reducción del tumor hematológico del paciente y otorga resistencia contra el VIH.

La Paciente de Nueva York se suma a la lista de estos casos especiales que han ido goteando por la literatura científica en la última década. El primero fue, en 2011, Timothy Brown, el Paciente de Berlín, que sufría una leucemia mieloide aguda: el hombre se sometió a un trasplante de un donante que tenía la mutación en el gen CCR5, necesario para que el virus entre en las células, y tanto el tumor como el VIH desaparecieron de su cuerpo. Brown murió en 2019, pero no por el virus, sino por la leucemia.

Su caso abrió una puerta para vencer al VIH. Una esperanza que se consolidó con Adam Castillejo, el Paciente de Londres, que sufría un linfoma de Hodgkin: se sometió también a un trasplante de un donante compatible y con la mutación CCR5Δ32 y tanto el virus como el cáncer remitieron. El tercer caso publicado hace apenas unas semanas fue el Paciente de Düsseldorf, un hombre de 53 años que sufría una leucemia: tras el trasplante de células madre con la misma mutación, el virus se esfumó y las células tumorales, también.

Javier Martínez-Picado, investigador de IrsiCaixa y colíder del consorcio internacional IciStem, que acaba de publicar la historia del Paciente de Düsseldorf, celebra la publicación del caso de Nueva York porque refuerza dos ideas: “Que curar el VIH es posible y que el caso del paciente de Berlín (el primero) no fue anecdótico. Son ya cuatro casos y consistentes en cuanto a metodología y observación. Esto es una confirmación de que la intervención funciona y la curación es posible”.

DE RAZA MESTIZA

La nueva historia de éxito, la de la Paciente de Nueva York, sigue una técnica similar a la trazada por sus predecesores, pero tiene varias particularidades. Para empezar, es la primera mujer reportada. Los investigadores mantienen su anonimato, pero refieren que se trata de una persona de mediana edad, que se autodefine de raza mestiza y que sufrió una leucemia mieloide aguda cuatro años después de ser diagnosticada con el VIH.

A diferencia de los otros casos, que recurrieron a células madre adultas, con la paciente de Nueva York se usaron células madre de cordón umbilical. “Un trasplante de médula de células madre de adulto requiere una identidad genética completa, del 100% en una serie de genes que son como un DNI genético para el trasplante. Sin embargo, las células de cordón no requieren un 100% de identidad, sino que un 50% de identidad es suficiente, con lo que las posibilidades de tener un donante aumentan exponencialmente. Esta estrategia se ha revelado eficaz en la paciente y abre una vía para encontrar un mayor número de donantes por paciente candidato”, explica a Jose Alcamí, virólogo y director de la Unidad de Inmunopatología del SIDA del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).

La ascendencia racial de la paciente dificultaba la búsqueda de un donante compatible y con la mutación que hace a las células resistentes al VIH, aseguran los firmantes del estudio. La mutación CCR5Δ32 solo está presente en el 1% de la población caucásica y es todavía menos frecuente en otras etnias. Encontrar un donante adulto compatible y que tuviese esa mutación específica era muy poco probable.

En 2017, las células madre resistentes al VIH recogidas en la sangre del cordón umbilical se infundieron a la paciente en combinación con una transfusión de células madre adultas de un pariente compatible (aunque sin la mutación específica) para aumentar las posibilidades de éxito del procedimiento. En la sangre de cordón puede haber menos cantidad de células y eso hace que tarden más en repoblar el organismo. Pero, al infundirlas en combinación con otras adultas de un donante compatible, ayudan a que las células de cordón se instalen y crezcan en el cuerpo.

El trasplante fue un éxito y, 37 meses después de la intervención, la paciente dejó el tratamiento antirretroviral. Cuando se redactó el estudio científico, la mujer llevaba 18 meses —ahora ya son dos años y medio— sin medicación antiviral ni rastro del virus. “Con el tiempo que lleva, es algo bastante sólido. Yo lo pondría como un caso de curación”, asegura Martínez-Picado.

Mayte Coiras, científica en el ISCIII y miembro del Grupo de Estudio del Sida de la Sociedad Española de Infecciosas, defiende que el estudio “es un avance en las terapias de curación del VIH, pero no dejan de ser casos aislados”. No vale para todas las personas con infección crónica por VIH, insiste. “El trasplante es muy agresivo. En este estudio había otro paciente y no sobrevivió”, ejemplifica. Se trataba de un hombre con un linfoma de Hodgkin, pero sucumbió al tumor tras fallar el trasplante. Además de la complejidad del procedimiento, Coiras señala también la dificultad de encontrar donantes compatibles y que tengan la mutación resistente al VIH, una combinación que no siempre se logra.

Hay más casos en estudio con esta técnica. Y los expertos consultados apuntan a que, aunque el procedimiento no es extrapolable a toda la población con VIH, ya hay investigaciones de terapia génica —modificar en el laboratorio las células del propio paciente y llevar a cabo un autotrasplante, por ejemplo—para hacer este abordaje escalable.