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  • Diario Digital | lunes, 20 de marzo de 2023
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Neuroeducación: educar conociendo el cerebro y sabiendo que “solo se aprende lo que se ama”

Cecilia Losantos Quiroga, Socióloga de Familia, Terapeuta Holística y Life Coach
Cecilia Losantos Quiroga, Socióloga de Familia, Terapeuta Holística y Life Coach.
Neuroeducación: educar conociendo el cerebro y sabiendo que “solo se aprende lo que se ama”

Que el fenómeno educativo, al igual que muchas actividades de la vida hoy están cambiando, es un hecho. Y que a ello ha coadyuvado en las investigaciones sobre cómo funciona el cerebro humano, también lo es. 

Durante la década de 1990 al 2000, declarada la “década del cerebro”, y en adelante, se han hecho investigaciones que han permitido conocer de manera más precisa cómo funciona el cerebro, lo que ha traído beneficios no solo en los campos de las ciencias médicas y biológicas, sino también en los de la psicología y la educación, dando lugar a las denominadas neurociencias.

Concretamente, en el ámbito de la educación surge el término “neuroeducación”, la conjunción de las neurociencias, la pedagogía y la psicología. La neurociencia cognitiva, que estudia cómo aprende el cerebro, ha permitido tener una nueva mirada de cómo la mente procesa, conserva y evoca la información, llevando a mejores propuestas y experiencias de aprendizaje, y fomentando una educación que, además, hace confluir lo humanista con lo científico.

Por ejemplo, se han superado algunos mitos como el de que solo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral, pues hoy se sabe que en realidad usamos todo el cerebro en diferentes momentos y para distintos tipos de desempeño. Por otra parte, también se sabe que el desarrollo cerebral está centrado en las sinapsis y que constantemente estas se crean y desaparecen, dando lugar a la plasticidad cerebral, que es muy amplia, lo que lleva al hecho de que estamos aprendiendo constantemente, aún en edades avanzadas. Asimismo, sabemos que la inteligencia, si bien tiene una base genética, no es algo preestablecido sino algo sujeto a estímulos y, por tanto, cambiable.

De entre estos aportes, los más reconocidos por la neuroeducación serían:

a) El reconocimiento de que, cuando un estudiante se esfuerza y experimenta por sí mismo, su aprendizaje será más efectivo. 

b) La importancia de basar la enseñanza  en la resolución de problemas, la toma de decisiones y el aprender a pensar y no solo en pretender aumentar los conocimientos o la información por sí mismos.

c) Hoy, se sabe que es mucho más efectivo el organizar la enseñanza sobre la base del desarrollo individual del cerebro, que hacerlo a partir de programas pedagógicos previamente establecidos.

d) Y otro aporte de gran valor es reconocer la importancia de la adaptabilidad emocional durante los procesos de aprendizaje. Cuando el estudiante está motivado, y emocionalmente dispuesto (en paz, no estresado), aprende mejor porque la emoción es lo que mueve todo el cerebro y lo que nos mantiene vivos; sin emoción y placer no hay aprendizaje. 

El aprendizaje de lo abstracto necesita de alegría y de placer. Se sabe también que hay factores emocionales positivos como el sentido de pertenencia a un grupo, la felicidad y la vitalidad, o factores negativos como el estrés, la soledad o la mala salud, que afectan indirectamente al desarrollo cerebral.

Cuando el maestro sabe que lo que enseña y cómo lo hace cambia el cerebro de sus estudiantes tanto química, física, anatómica y fisiológicamente, o que con sus actividades puede ayudar a crear o eliminar sinapsis, potenciar lo positivo y detectar déficits a tiempo, encontrará herramientas y estará en condiciones de llevar a cabo una educación más eficiente. Y que el maestro cambie su percepción del proceso enseñanza-aprendizaje y que valore, por ejemplo, el error o el proceso en lugar de solo la perfección y los resultados, hará, además, de su actividad docente una  práctica mucho más satisfactoria.

De esta forma, hoy ya es imperativo enseñar tomando en cuenta cómo aprende el cerebro y motivarlo, porque está demostrado que, como dice el neuroeducador Francisco Mora, “solo se aprende lo que se ama”.