Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 09:07

La naturaleza recupera su territorio

Mientras que los humanos cumplen el confinamiento por el coronavirus, los animales parecen recuperar su lugar. La contaminación atmosférica decreció en el planeta. 

La naturaleza recupera su territorio

Las calles están desérticas. Los humanos dentro de cuatro paredes. Las grandes fábricas del mundo han parado sus producciones a gran escala. Las motos y automóviles, guardados en el garaje. La pandemia, originada por la propagación veloz del nuevo coronavirus (COVID-19), nos cambió el presente.

No solo puso en pausa el desarrollo económico global, sino que amenaza con producir nuevos pobres en dimensiones desmesuradas. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, latinoamericana contará con más de 220 millones de personas en esta situación, una vez que la crisis mundial se haya consumado.

El virus, instalado ya en casi 200 países y causante del temor de todas las sociedades sin excepción, tiene, muy curiosamente, un actor beneficiado “colateral”: el planeta, que parece haber alzado la voz para reclamar su lugar.

Un grupo de ciervos pasea por las calles de Nara, en Japón. EFEUn grupo de ciervos pasea por las calles de Nara, en Japón. EFE

En medio de la cuarentena absoluta por la emergencia sanitaria que atraviesan países como Argentina, Bolivia, Perú, Estados Unidos, Italia, España, Francia, Bélgica, Noruega, Grecia, Australia, República Dominicana y la India, entre otros, las redes sociales han dado muestras gráficas del efecto claramente positivo experimentado por los animales, el agua, el cielo y los árboles, que hacen justicia por mano propia, comenzando a tomar espacios libres ante la no circulación de los humanos y los motores en las urbes.

La situación beneficiosa a favor de la naturaleza también ha alcanzado a nuestro país. Sin ir más lejos, la disminución de la contaminación atmosférica se traduce en el azul limpio de los cielos, que se ha pronunciado desde que el Gobierno transitorio decretó el confinamiento total, el 22 de marzo pasado.

Lo mismo sucede en otras latitudes del planeta. Italia, una de las  naciones más abatidas por su cantidad de muertos e infectados con el nuevo virus (registra más de 24 mil fallecidos), optimizó su calidad de aire. Según un artículo de National Geographic España, los niveles de dióxido de nitrógeno “sorprendentes” van de la mano con el confinamiento en las ciudades. “Así lo revelan los datos del satélite Sentinel 5P, en los que se aprecia una reducción significativa de la contaminación atmosférica”, refiere un fragmento de la nota “El planeta, el principal beneficiado por el coronavirus”.

También China, territorio que comenzó con la cepa los primeros 

días de enero, reporta que su aire se encuentra con menor concentración de dicho elemento químico. Esto, como producto de las medidas adoptadas por el Gobierno asiático para frenar el virus de Wuhan. 

Ciudades españolas como Madrid y Barcelona, por ejemplo, pasan por lo mismo. Los cambios fueron notados en los primeros tres días de confinamiento.

No solo el aire mejoró su calidad, sino también las aguas. Venecia, que en noviembre de 2019 sufrió la peor inundación desde la década del 60, ahora es más pura. Si bien es cierto que han circulado fake news e imágenes irreales que dieron cuenta sobre la aparición de delfines en sus canales, es verdad que las aguas de la ciudad norteña lucen cristalinas, tanto que las algas marinas son visibles y las aves también se permiten atravesarlas.

Los animales salvajes, otros seres también favorecidos. España, por ejemplo, ha sido visitada por nuevos “transeúntes”. En Barcelona, fueron jabalíes quienes decidieron entrar a la urbe en busca de comida. Ello no habría sido posible si las calles y avenidas se hubieran encontrado transitadas. Asturias recibió un oso pardo, mientras que Albacete acogió a unas cabras.

En Nara, Japón, manadas de ciervos se adentraron a la ciudad. En Lopburi, Tailandia, fueron vistos monos en plena riña por quedarse con algunas frutas. Aquí, el dato poco alentador: la no visita de turistas ha hecho que los animales carezcan de alimento. De ahí las peleas y la agresividad que demostraron los simios.

Lo más probable es que este panorama se mantenga lo que dure la emergencia mundial por el COVID-19. Se trata de una “tregua” entre el humano y la tierra.

En Bolivia, el confinamiento supuso un cambio drástico para todas las personas que estaban acostumbradas a un ritmo de vida determinado. Poco a poco, fueron resguardándose en sus casas. De esa forma las calles quedaron libres. En avenidas tan concurridas como la Heroínas, se vio caballos paseando sin ningún temor. El agua del río Rocha retomó su claridad después de años. De cierta forma, los animales se adueñaron de lugares que antes fueron suyos.