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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Hermano Alique, más de 60 años sirviendo con fe a los humildes

El hermano Mariano Alique acaba de cumplir 97 años y la mayor parte de su vida la pasó prestando servicio en Bolivia, dando alimento a niños y ancianos entre Cochabamba y La Paz.

El hermano jesuita Mariano Alique, un religioso que arribó a Bolivia en 1961 y que acaba de cumplir 97 años y uno de los cuadros pintados. CORTESÍA MARIANO ALIQUE
El hermano jesuita Mariano Alique, un religioso que arribó a Bolivia en 1961 y que acaba de cumplir 97 años y uno de los cuadros pintados. CORTESÍA MARIANO ALIQUE
Hermano Alique, más de 60 años sirviendo con fe a los humildes

Llegó desde Cataluña cuando era muy joven y su vida es un ejemplo de vocación. El hermano jesuita Mariano Alique, un religioso que arribó a Bolivia en 1961 y que acaba de cumplir 97 años (nació el 23 de enero de 1926), actualmente reside en Cochabamba y continúa con su vocación entregada a Dios. 

Alique ha marcado la vida de muchas personas con su generosidad. Una de ellas es Alfredo Mamani, empresario boliviano que vive desde hace décadas en Estados Unidos. 

Mamani, quien quedó huérfano a los 9 años, recuerda haber sido acogido por Alique y otros cuatro hermanos jesuitas en Santa Vera Cruz. A sus benefactores los llama cariñosamente “los cinco magníficos”. 

“Nos enseñaron que se debe alimentar la mente, el cuerpo y el espíritu”, comenta el empresario, de 65 años, quien se ha formado con valores humanos imprescindibles como la generosidad y honestidad. Es así como él ha podido forjar una vida digna y una carrera exitosa en el extranjero, pero frecuentemente regresa a Bolivia y siempre recuerda con agradecimiento a esos religiosos que le abrieron la mente y el espíritu.

UNA HISTORIA DE SOLIDARIDAD

El padre Antonio Menacho, superior de la Residencia Nuestra Señora de la Esperanza, en Cochabamba, y director de la Biblioteca Padre Murillo y Archivo Histórico de la Compañía de Jesús, en Bolivia, atesora apuntes de sus conversaciones con Alique. 

Cuenta que el hermano jesuita siguió su vocación religiosa incluso en contra de su familia y de una novia que dejó para dedicarse al servicio de Dios y hacia los demás.

Menacho también guarda un folleto que habla del trabajo del hermano Alique como pintor, ahí se cuenta parte de su vida y de su amor por el arte pictórico. 

Fue gracias a sus pinturas que recaudó algo de dinero, con el permiso de sus superiores, que sirvió para comprar alimentos para los ancianos de Tiwanaku, ciudad a la que fue destinado en 1970, después de prestar servicio en la Parroquia de Santa Vera Cruz, en la zona de Valle Hermoso, en Cochabamba. 

También prestó servicio en la localidad de Corpa, comunidad campesina situada cerca de Jesús de Machaca, en La Paz, donde fue destinado en 1975.

“Esos hermanos eran de una categoría humana muy fuerte, gente sencilla con espíritu de trabajo que se hicieron célebres en Santa Vera Cruz”, comenta Menacho sobre los cinco hermanos jesuitas.

El padre Antonio recuerda muchas anécdotas que revelan el espíritu inquieto de Alique, quien incluso se inscribió en una escuela taurina cuando aún vivía en España. Además, fue futbolista, deporte que continuó practicando en sus días en Santa Vera Cruz, a donde llegó exactamente un 10 de mayo de 1961. 

“El hermano Alique ha hecho lo que nosotros llamamos ‘oficios humildes’ durante muchos años. Desde que entró al noviciado, alrededor de 1955, comenzó de cocinero y siguió toda la época que estuvo en Santa Vera Cruz, hasta que lo destinaron a Tiwanaku, toda esa época él fue cocinero. (…) Contemplar los amaneceres en el altiplano (que aparecen en sus cuadros) le hacía sentir más cerca de Dios”, cuenta Menacho.

LOS MISIONEROS 

Entre los cinco hermanos jesuitas que hicieron historia en la parroquia de Santa Vera Cruz estaban el hermano Jaime de la Cerda, recordado como un hombre humilde, respetuoso y sencillo, que hacía el mantenimiento de la iglesia además de ser muy activo con el rosario en el noviciado.

También estaba el hermano José Hernández, quien tocada la bandolina y se ocupaba de las Misas Catequesis. “Formó la rondalla para que toquen en las misas. El catecismo, sus juegos de mesa con los niños y jóvenes fue su dedicación”, recuerda Alfredo Mamani, uno de los niños que fue acogido por los religiosos en la zona de Valle Hermoso.

Otro de los misioneros fue el hermano Monzón, quien era cocinero y agricultor. Se dedicó a enseñar a los pobladores de la zona a cultivar alimentos y criar vacas para alimentar a la comunidad local y religiosa. Trabajaba con los campesinos sembrando y cosechando.

Además, el hermano Andrés Pedrón forma parte de ese equipo de jesuitas y se ocupaba de la salud de los padres y la comunidad de Santa Vera Cruz.

Entre sus actividades más frecuentes estaba visitar a los enfermos en su chojlla o casa. Iba caminando acompañado algunas veces de jóvenes o niños, comenta Mamani.

El hermano Mariano Alique es recordado por su humildad, buen humor y sus actividades deportivas: organizaba retiros espirituales con los jóvenes con quienes jugaba fútbol cada tarde.

“Compartía leche con chocolate con niños y jóvenes. Regalaba comida que sobraba de la cocina a los niños que no tenían qué comer cada tarde”, recuerda Mamani, quien asegura que estos hermanos misioneros dieron todo lo que tenían, sacrificaron sus vidas por su devoción de servicio y lograron unir y alegrar con el Tatala de Santa Vera Cruz, además de impartir enseñanzas de honestidad, respeto a la dignidad humana, trabajo, justicia y fe en Dios.