Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 05 de diciembre de 2023
  • Actualizado 17:27

Gato andino: amenazas que complican el futuro de esta enigmática especie

La minería y los perros pastores son las principales amenazas para el gato andino, la especie en mayor riesgo y con menos políticas de protección en los cuatro países donde habita: Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

El gato andino (Leopardus jacobita) habita los sectores de roquedales y próximos a bofedales, en las regiones peruanas de Áncash, Junín, Ayacucho, Arequipa, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna./ MONGABAY LATAM
El gato andino (Leopardus jacobita) habita los sectores de roquedales y próximos a bofedales, en las regiones peruanas de Áncash, Junín, Ayacucho, Arequipa, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna./ MONGABAY LATAM
Gato andino: amenazas que complican el futuro de esta enigmática especie

Dos años de travesías entre heladas inclementes y pueblos inhóspitos no le habían dejado aún una evidencia concreta. El biólogo Anthony Pino cumplía su quinta salida de exploración en el límite de Lampa y Ayaviri, en Puno, sierra del Perú. Era también su quinto intento por presenciar al enigmático objeto de estudio para la tesis de pregrado que preparaba: el gato andino. Pero aquella mañana de 2015, don Honorio, ganadero afincado siempre sobre los 3.500 metros de altura, por fin accedió. En su casa, cercana del centro poblado Chullunquiani, Honorio extendió una lliclla que envolvía la piel  disecada y completa de un gato andino. Así, Anthony Pino y su compañero de investigación, Dennis Huisa, vieron por primera vez al félido que buscaban sin tregua. Con el hallazgo, confirmaron también que, aunque ya se iba perdiendo, la práctica de rituales con la especie seguía vigente.

“Tengo colegas que llevan más de 20 años estudiando al gato andino y no han podido verlo. Estar frente a este animal resulta muy extraño”, dice Pino.

No hay un consenso actual entre los estudiosos del félido con respecto a su cantidad poblacional. La última cifra oficial da cuenta de 1.378 individuos adultos esparcidos en los cuatro países que conforman el ámbito de vida de la especie: Perú, Bolivia, Chile y Argentina. La estimación fue producto de un trabajo de la Alianza Gato Andino (AGA), organización multinacional integrada por investigadores y científicos, y la publicó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en 2016. La UICN, además, incluyó al gato andino dentro de su Lista Roja de especies en la categoría En Peligro, y evalúa las nuevas categorías de amenazas que enfrentan sus poblaciones. Especialistas consultados para este reportaje resaltan que el crecimiento de las fronteras ganaderas, los ataques de los perros de puna y la minería son los principales factores de riesgo para el futuro de esta especie. El peligro de los rituales ahora es menos gravitante, pero por muchos años fue la actividad más perjudicial.

Gabriel Llerena es biólogo y director de Pro Carnívoros. Según considera, dos factores habrían abonado a la merma del “tincacho”: los preceptos religiosos adventistas impartidos en las comunidades altoandinas y la migración de generaciones recientes desde sus pueblos a las ciudades. 

SUPERSTICIÓN, UNA AMENAZA PERMANENTE

El gato andino (Leopardus jacobita) habita los sectores de roquedales y próximos a bofedales, en las regiones peruanas de Áncash, Junín, Ayacucho, Arequipa, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna. El mapa de distribución de la especie se extiende hasta las zonas altoandinas de Bolivia, Chile y el norte de la estepa patagónica de Argentina. Se trata de ámbitos donde también vive la vizcacha, roedor que es el principal alimento del félido.

Los avistamientos y capturas de imágenes con cámaras trampa en los     cuatro países donde habita son muy escasos. En Perú, por ejemplo, los expertos calculan que no hay más de 50 registros de gatos andinos vivos. En Bolivia, hasta hace 20 años, se contaban apenas 25.

La coordinadora administrativa de la AGA en Bolivia, Lilian Villalba, una de las pocas profesionales que ha podido ver al gato andino, estima que este animal tiene un uso de hábitat de entre 35 y 45 kilómetros cuadrados. El gran rango de hogar se debe, entre otras cosas, a que no encuentra su alimento en áreas pequeñas. 

Daniel Cossios, especialista en biodiversidad y zoología, recuerda que en localidades de Tacna y Puno conversó con pobladores que poseían pieles. Lo que allí continúa, resalta con preocupación, son las supersticiones, es decir, el hábito de gente que mata gatos andinos porque cree que atraerán la mala suerte.

PERROS, UN PELIGRO 

Aun cuando su presencia resulta extraña, y hasta misteriosa, de lo que el gato andino no puede escapar con facilidad es de los perros domésticos y los que acompañan a los ganaderos en las zonas altoandinas.

Estos perros a veces andan sin supervisión humana y se han convertido en predadores del félido, además de vectores de las enfermedades mortales que este contrae. A partir de las exploraciones científicas en campo, algunos rasgos que caracterizan a estos perros no supervisados son la mala alimentación y el total descuido sanitario por parte de sus dueños. 

El Programa para la Mitigación de Amenazas de los Perros Domésticos y Asilvestrados, tiene un enfoque sobre el gato andino en el sector boliviano de la cordillera de Apolobamba y el norte de la Patagonia argentina, en Mendoza. Su coordinador, Juan Carlos Huaranca, afirma que los perros representan un riesgo fuerte sobre toda la biodiversidad a lo largo de la cordillera de los Andes. “En el norte del altiplano, área de Bolivia y Perú,   atacan a vicuñas; y en Argentina, a guanacos. La probabilidad de que ataquen gatos andinos es muy alta”.

Más grave todavía, en palabras de Huaranca, es la transmisión de parásitos o enfermedades como el moquillo. 

LA MINERÍA DEGRADA SU HÁBITAT

Si bien los peligros que afronta el gato andino son los mismos dentro de los cuatro   países que constituyen el mapa de distribución de la especie, en Chile la destrucción de su hábitat por causa de la industria extractivista minera es una preocupación creciente. El investigador y coordinador de campo del programa CATcrafts en Chile, Nicolás Lagos, indica que los yacimientos mineros de oro, plata y cobre operan precisamente en zonas de alta cordillera donde el félido tiene presencia. Las compañías se instalan y para construir sus caminos, de tuberías o de alta tensión, dinamitan cerros e impactan enormes extensiones de territorio.

Lagos considera que sucede, entonces, un efecto cascada: se secan los bofedales (humedales con vegetación permanente) y, al quedar dañados los pastos, las vizcachas ya no tienen alimento y migran. 

Del lado peruano, cerca de la frontera con Bolivia, el problema para el gato andino vinculado con la minería está enclavado en La Rinconada, distrito de Ananea, en Puno.

La Rinconada es una ciudad ubicada a más de 5.100 metros de altura próxima a una mina de oro, y a partir de la cual se ha extendido la operación de mineros ilegales y los delitos que esta actividad conlleva: prostitución, sicariato y trata de personas. A diferencia de Chile, aquí la vulnerabilidad del félido está marcada por la minería informal.

Anthony Pino refiere que un sector importante de la distribución de la especie está integrado por el distrito de Cuyocuyo, La Rinconada y la cordillera de Apolobamba, que abarca parte de los Andes peruanos y bolivianos. “La Rinconada está en un punto fijo del hábitat natural de gatos. Es decir, debería haber muchos allí, pero no nos arriesgamos a hacer algún estudio en ese sector por su nivel de peligrosidad”, sostiene. 

La franja de la cordillera de Apolobamba que está en suelo boliviano también registra extracción de oro. Pequeñas cooperativas mineras —al menos 30, de acuerdo con Juan Carlos Huaranca— operan a cielo abierto sin autorización legal sobre el área protegida.

El incremento de estas organizaciones ha sido exponencial durante los últimos años, explica Huaranca, y ya no explotan solo en las zonas de planicie o donde hay rocas sueltas y arenales. “Ahora están subiendo a la región montañosa de la cordillera, van acercándose cada vez más hacia los sitios de presencia del gato andino”, dice el experto boliviano.

Además de Apolobamba, las evaluaciones especializadas en Bolivia dan cuenta de que el área cercana a la frontera de este país con Perú y Chile, donde está el Parque Nacional Sajama, es habitada por el félido. Otro sector por donde el carnívoro se desplaza, según los mismos estudios, es la frontera entre Bolivia, Argentina y Chile.

“En el parque Sajama hubo la intención de extraer oro. En el Parque Nacional Tunari (Cochabamba), donde se obtuvo un registro reciente del gato, hay fuerte presión de empresas extranjeras para explotar. Y en el Parque Nacional Cotapata (La Paz) las actividades mineras están iniciándose”, señala Huaranca.

OTRAS ÁREAS DE ESTUDIO Y RIESGO

Las imágenes más recientes en torno al gato andino remiten a otro serio problema en cuanto a la preservación de la especie.

El 6 de junio de este 2023, miembros de la asociación Pro Carnívoros fueron alertados de que en la carretera Arequipa-Puno, sector correspondiente a la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, en Perú, un gato andino había sido atropellado. Al parecer, sospecha Gabriel Llerena, uno de los cientos de camiones que transitan diariamente rumbo a las minas cercanas al centro poblado de Imata mató al animal. La piel del félido que fue arrollado está ahora en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional San Agustín, y será preparada como elemento de estudio. Con este caso, el primero en Perú, según el director de Pro Carnívoros, ya son cuatro gatos andinos atropellados: hubo dos en Argentina y uno en Bolivia, el año pasado. “Están abriendo caminos por todos lados para llegar a las minas o a las nuevas áreas de explotación, y así se está incrementando la probabilidad de atropellos”, dice Huranca.

Las leyes de proteción tampoco avanzan en ninguno de los países. Conservar al gato andino supone así una tarea tan ardua como poder llegar a observarlo.