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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Fibromialgia

Fibromialgia

Fibromialgia significa "dolor de la fibra muscular". Los primeros estudios datan del año 1843 y la misma ha sido entendida como inflamación muscular y reumatismo psicógeno. Para la medicina se trata de un “síndrome crónico”, que se manifiesta generalmente en mujeres, establecido y reconocido por el Colegio Médico Americano y por la Organización Mundial de la Salud a principios de la década de los noventa. 

Su característica principal es un dolor generalizado en el cuerpo, que suele acompañarse de otros síntomas, entre ellos fatiga, depresión, cefaleas, falta de atención y memoria, etc. Los pacientes demandan al médico tratante una respuesta satisfactoria, en la dirección de encontrar un alivio a este dolor que tiene la característica de ser difuso y crónico. Si bien el dolor del que se queja el sujeto es vívido, al mejor estilo de las histéricas de Freud, no se encuentra en el cuerpo de estas pacientes lesión orgánica que lo justifique. Por lo tanto, es un verdadero misterio.

La medicina busca la etiología, intentando encontrar algún indicador objetivo de la enfermedad, dígase: "músculo afectado, déficit, o alguna alteración neuroendocrina". Los pacientes no saben determinar exactamente la causa del mal, muchas veces son presentados como quejosos y demandantes, con necesidad de llamar la atención y ben algún fármaco milagroso que por lo general no lo es.

El psicoanalista Santiago Castellanos trata específicamente a la fibromiálgia como un padecimiento que se podría llamar enfermedades de nuestro tiempo. Castellanos,  poniendo a dialogar al psicoanálisis con la medicina, intenta explicar a partir de diferentes casos concretos con los que se ha encontrado en su práctica profesional, el concepto de fenómeno transclinico y la importancia que tiene el realizar un diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis para ver cómo se entiende y como se aborda el tratamiento. 

La fibromialgia pone en cuestión que algo no anda debido a fallas que el lenguaje presenta en ciertos puntos del discurso y que ante esto, el cuerpo responde de una manera particular. Pero no de la manera de un “cuerpo que habla” ya que sería atribuirle el estatuto de formación del inconsciente. Acá se trataría de otra cuestión, más cercana a un “cuerpo que grita” que a uno que habla. Uno donde lo escrito (el grito) no está hecho para ser leído. Un caso que presenta el psicoanalista Castellanos es ilustrador al respecto. Se trata de una paciente de 69 años que había sido diagnosticada como fibromialgia hacía 20 años. Traída por su marido, no tenía mucho que decir de su padecimiento.

De su historia surge que una serie de tragedias poblaron su existencia. En el tiempo que le diagnosticaron fibromialgia, fallece su madre y ella se separa durante un tiempo de su pareja. Dos de sus hijos habían fallecido y sus otras dos hijas vivían en otra ciudad. 

La paciente relata que, cuando había superado la muerte de su segundo hijo, su marido enfermó gravemente y desde ese momento vivió con miedo. 

Castellanos la presenta como la de una historia de pérdidas sin subjetivarse. Inicialmente no había demanda de análisis de su parte y el tratamiento consistió en hacer las maniobras justas y necesarias para que pudiera incluirse en una demanda y, por tanto, en el dispositivo analítico. Poco a poco, a partir del trabajo con el analista, ella pudo comprender que su dolor en el cuerpo se manifestaba como síntoma que venía a metaforizar el dolor de existir. El dolor de una serie de pérdidas cuyos duelos nunca fueron elaborados, y que se iniciaron a partir de la muerte de la madre, recrudeciéndose en los últimos años luego del deceso de sus hijos y la aparición de una enfermedad del marido.

El tratamiento con la paciente duro tres años y, según manifiesta Castellanos, se promovieron beneficios terapéuticos importantes, porque además de las pérdidas pudo subjetivar un funcionamiento en la relación con su marido que era fuente de un profundo malestar y encontrar las maneras de “arreglárselas”. 

Si en la demanda inicial de la paciente no hay una respuesta subjetiva en juego, ¿cuál es la maniobra que hace el analista? El tratamiento analítico intentará proporcionar un lugar para que hable, donde se pueda implicar y relacionar su historia vital. Pudiendo enmarcar de otra manera el goce desregulado, deslocalizado, que “grita” a través de su cuerpo. Se trataría, de entender que ese dolor en el cuerpo es algo descifrable y posible de analizar.