Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 30 de noviembre de 2023
  • Actualizado 09:39

El estigma social de la violencia contra varones, las otras víctimas del machismo

En Bolivia, al menos tres casos de abuso hacia hombres se registran por día; sin embargo, la mayoría de ellos no tiene una sentencia favorable. Especialistas explican cómo deben enfrentar barreras de negación y miedo para expresar sus emociones. 

En Bolivia, se registran al menos tres denuncias de violencia hacia varones cada día. / JOSEFA GALVÁN- PRENSA LIBRE
En Bolivia, se registran al menos tres denuncias de violencia hacia varones cada día. / JOSEFA GALVÁN- PRENSA LIBRE
El estigma social de la violencia contra varones, las otras víctimas del machismo

¿La violencia tiene género? Los abusos que reciben a diario las mujeres en el mundo entero son una cruda realidad. Pero, aunque no sea tan evidente, también existe violencia hacia varones ejercida por sus parejas, ya sean mujeres u hombres. En Bolivia, al menos tres casos se denuncian diariamente. 

El dato fue proporcionado por la comunicadora social y activista de los derechos humanos Melania Torrico, quien desde hace dos años lucha para erradicar la violencia contra el género masculino, pero no pretende opacar el trabajo de cese de agresividad hacia el     femenino. 

Según Torrico, esta violencia es silenciosa en nuestro país. En su trayectoria ha identificado al menos cuatro razones por las que los varones no realizan las denuncias correspondientes. Son estas.

1. NEGACIÓN DEL PROBLEMA

“Ellos jamás van a reconocer o tendrían que pasar décadas para que un hombre reconozca que es víctima de violencia”, dijo la activista. 

Desde hace cientos de años, al hombre se le instruye ser el más fuerte, el protector y proveedor. Un estudio realizado en 2022 dentro del proyecto ´Mujeres de Bolivia, tus derechos en el presupuesto´, indicó que “la masculinidad dominante en Bolivia, que no necesariamente es la mayoritaria pero sí la normativa, consiste en una visión del ‘deber ser hombre’, modelada por una ideología de poder”.

A esto también se lo denomina ´masculinidad tradicional´, básicamente explica que solo hay una forma de ser masculino: mostrando decisión, fortaleza, y éxito. Por tanto, reconocer un problema significa aceptar el fallo en el ejercicio de ser “verdadero” hombre. 

El psicólogo Khristjan Claure Torok, explicó que la visión social que tenemos en nuestro país está controlada por tradiciones. “El hombre tiene que aún mantener ciertas normativas sociales que son aceptadas en nuestro contexto, porque tenemos este discurso manejado de manera implícita dentro del hogar, lo hemos tomado hasta tal punto que hasta hacemos broma con ello, los minimizamos (los problemas)”, mencionó. 

La vergüenza y el estigma son impedimentos para que los hombres denuncien violencia.  / JOSEFA GALVÁN- PRENSA LIBRE
La vergüenza y el estigma son impedimentos para que los hombres denuncien violencia. / JOSEFA GALVÁN- PRENSA LIBRE

2. VERGÜENZA

Este punto está ligado al anterior. En diversos contextos se ha escuchado la frase “los hombres no lloran”, imponiendo, de manera implícita, una prohibición de expresión de sentimientos, así como su transformación. 

José comenzó a expresar sus verdaderas emociones desde hace apenas 15 años; hoy, tiene 72. “Yo no recibía afecto en mi niñez, no del papá y de la mamá a grandes rasgos. Recién empecé a tener afecto, el beso en la mejilla, pero antes no, me molestaba, tenía que estar con unas cuantas copas para que muestre ese afecto, pero de sobrio era duro”, relató. 

Contó que cuando tenía la sensación de llorar transformaba esa emoción y la expresaba en forma de enojo o, en ocasiones, se encerraba en el baño, para evitar que lo vean. “Será por machista, no sé. Porque no quería que mi familia me vea llorar, para que no se sientan mal y lloren junto conmigo”. Esto demuestra el permanente papel del “sexo fuerte” que no tiene permitido mostrar debilidad.

En pleno siglo XXI, ¿continuará este pensamiento en nuestra sociedad? OPINIÓN realizó un pequeño sondeo a hombres mayores de 50 años y jóvenes menores de 30.

“‘Maricón de miércoles, ¿cómo vas a llorar?’, me decía mi madre”; “A mis hijos les decía que los hombres no lloran por el hecho de ser hombres”; “Obviamente el papá venía y decía ´bueno, ¿qué pasa contigo?, los hombres no lloran, los hombres tienen que ser fuertes”. Así contaban los adultos cómo eran privados de mostrar vulnerabilidad. 

Claure expresó que “este tipo de patrones se repiten socialmente. Hay familias que miran desde un punto de vista bastante estoico cómo reaccionar ante las emociones, algunas veces no puedes manifestar una lágrima por un ser querido que se ha muerto, pero sí se te permite cuando tu equipo de fútbol ha salido desclasificado”. 

Explicó que el ser humano tiene la necesidad afectiva y los hombres han llegado a canalizar esa necesidad a través del deporte, la socialización u otras actividades. “Es una forma que trata de hacer catarsis, de lidiar estas emociones. La mayoría de ellos solo se quedan en el alcohol o en la represión y, si lo reprimen, llegan a tener conductas bastante agresivas o ´tóxicas´, como las vemos hoy en día. Hay que saber desbordar estas emociones para que no afecte en nuestra salud”. 

Las respuestas de los jóvenes fueron variadas: “Cuando un hombre es de verdad, no tendría por qué llorar. Eso de verdad, como dicen, muestra debilidad”; “Yo creo que los hombres tienen todo el derecho de hacer lo mismo (llorar) sin que seamos juzgados de maricones o sin que nos digan ‘¿cuando eras niño, tu papá no te ha enseñado?’. Estamos en un siglo donde los pensamientos están muy abiertos”; “Es casi igual al racismo, porque un hombre se siente avergonzado y lo único que te queda es quedarte callado, diría a todos que este pensamiento se logre cambiar”. 

Especialistas afirman que el camino para lograr sentencias a favor de los hombres víctimas es largo.  /  JOSEFA GALVÁN- PRENSA LIBRE
Especialistas afirman que el camino para lograr sentencias a favor de los hombres víctimas es largo. / JOSEFA GALVÁN- PRENSA LIBRE

3. OBSTÁCULOS

Torrico afirmó que para un varón es difícil denunciar un caso de maltrato. “Es prácticamente una ruta muy dura porque nos topamos, no solamente con la burocracia institucional, sino con violencia institucional, porque todas las instituciones están preparadas para defender mujeres, todos los presupuestos, efectivos policiales, funcionarios públicos tienen en su mente la perspectiva de género y esa perspectiva les dice que debe actuar siempre creyendo a la versión y declaración de una mujer, cosa que no ocurre con los varones (…). Un varón, por más pruebas que tenga, un fallo a su favor cuando son víctimas de violencia, prácticamente es nulo”.

Denunció que los gastos económicos también corren por la víctima para poder avalar sus declaraciones con las pruebas necesarias y así lograr un fallo positivo para ellos.

Por todo esto cree que se debería de modificar ciertos artículos de la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia (348). “Como aquel articulado que hable precisamente de que cuando existe duda, esa duda razonable siempre va a ir privilegiar a las mujeres como supuesta víctima”, afirmó.

La activista señaló que actualmente en la Universidad Mayor de San Andrés se trabaja y analiza un proyecto de ley que proteja a varones. 

4. MIEDO

En ocasiones, hombres homosexuales víctimas desisten de sentar una denuncia por el temor de mostrar libremente su preferencia sexual. 

Torrico señaló que la violencia económica, física, pero sobre todo la psicológica es la que mayormente recibe un hombre víctima. La última llega a desencadenar tendencia suicida en ellos. 

El especialista en salud mental dio cuenta que “la conducta del hombre moderno viene siendo construida desde la visión victoriana donde se plantea qué patrones son aceptables o no en el mundo moderno y sobre todo en el trato del hombre que, al pasar a los pueblos latinos, en forma de machismo. Reprimir lo que eres y guardas tus emociones repercute en problemas físicos, sociales y de relaciones”.

Concluyó que todos tienen ese “derecho de tener un quiebre, tener un momento de sollozo, pero para hacer catarsis, ser resiliente y hacerlo con mesura”. l