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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Equinoterapia, una alternativa para los niños en Quillacollo

El Centro Ecuestre Tunari trabaja con  menores con autismo, síndrome de down, hiperactividad y estrés, entre otros. Además, dan clases de  equitación y paseos a caballo a lugares turísticos de la región. 

Los niños fortalecen la psicomotricidad con la equitación.  DICO SOLÍS
Los niños fortalecen la psicomotricidad con la equitación. DICO SOLÍS
Equinoterapia, una alternativa para los niños en Quillacollo

Un pequeño bosque de molles y eucaliptos recibe a los visitantes. Al entrar, caballos se pasean por los jardines, algunos corren libremente y otros trotan con niños cuesta arriba. Este punto de conexión con la naturaleza es el Centro Ecuestre Tunari, ubicado en Quillacollo, a la altura del kilómetro 12 de la avenida Blanco Galindo, ocho cuadras hacia el norte. 

El interior se convierte en un pequeño paraíso para los amantes de la equitación y en un refugio para quienes tienen problemas de discapacidad, o de otra índole, ya que una de sus especialidades es la equinoterapia, un tratamiento recomendado para estimular los músculos, las emociones, la autoestima, la confianza en sí mismo y el relacionamiento con el exterior. 

Paralelamente a esta especialidad, también dan cursos de equitación y paseos a caballo. Además, todo está en armonía con el medioambiente por lo que cultivan parte de los alimentos para los animales, tienen un huerto orgánico y hacen humus de lombriz de los desechos. 

Tres mujeres comandan este lugar: Jackeline Álvarez y sus dos hijas, Stefanie y Andrea Arce. Juntas conforman el Centro Ecuestre Tunari, un espacio completo y listo para recibir a sus visitantes. 

UN TRATAMIENTO FELIZ  

Ante las dificultades que afrontan los niños con capacidades diferentes, la equinoterapia se volvió una gran alternativa. En el centro, los menores trabajan la psicomotricidad, el equilibrio, la locomoción y la foniatría a la cabeza de Jackeline, especialista en esta rama, con el apoyo de una psicóloga y una fisioterapeuta. 

Es necesario pasar la clase con dos personas, por lo mínimo, para atender al pequeño. Asimismo, deben asistir con sus papás para que exista una interacción familiar y puedan replicar lo aprendido en casa.     Según el caso, algunos primero pasan clases con el psicólogo o el pedagogo. Luego, van a la pista con Jackeline y empiezan la sesión. “Muchos niños tienen problemas porque uno de los lados del hemisferio está dormido, entonces, se busca que despierten ese lado”, explica Stefanie. 

La equinoterapia está recomendada para varios problemas. Arce cuenta que pasan clases con niños con hiperactividad, síndrome de down, estrés severo, introversión, dificultades del habla, aprendizaje  tardío o autismo, entre otros. 

“Les ayuda a tranquilizarse, canalizar sus energías. El caballo succiona toda esa energía negativa y relaja al niño”, explica.

Una de las claves para que la terapia funcione es la persistencia. Es aconsejable que los padres sean consecuentes, tengan paciencia para ver los resultados. “Esto se trabaja de manera conjunta con el psicólogo, el médico, el fisioterapeuta y nosotros. Tiene que ser un trabajo macro, entre todos. En algunos niños se ven resultados al mes, mucho depende de la situación del menor”, indica Arce. 

La terapia ha dado muchos resultados en los niños que asisten al centro frecuentemente. El lugar es un espacio donde ellos son comprendidos y pueden desarrollar mejor sus aptitudes y superar sus dificultades.  

Tunari cuenta con 33 caballos, entre los que son para dar clases y los de competición, que disfrutan las cuatro hectáreas que comprenden el lugar. Elegir un animal para un niño especial depende de su forma de ser. “Hay caballos que no les gustan los niños. Son como las personas, cada uno tiene una personalidad única. Según su carácter se ve con quién va a trabajar”, afirma Arce. 

EQUITACIÓN ESPECIALIZADA 

El Centro Ecuestre Tunari es especialista en equitación. Stefanie es la encargada de impartir las clases, de martes a sábado, a grupos reducidos de hasta de cinco niños por sesión. En la escuela reciben menores desde los cuatro años y no hay límite de edad; tuvieron estudiantes incluso de 60 años. 

Las personas pueden elegir cuántas veces a la semana pasar las clases; desde uno hasta los cinco días habilitados. Al igual que en la equinoterapia, los niños trabajan la psicomotricidad, el equilibrio, la locomoción y la foniatría encima del caballo. 

El primer paso al iniciar las clases es relacionarse con el caballo. Luego, cuando es momento de montar, se hacen ejercicios de equilibrio y fortalecimiento de piernas, glúteos y abdomen. Una vez que el niño ya está firme y confiado, comienza a trotar poco a poco. Después viene el galopeo y los mejores pueden ir a concursar si lo desean. 

“La clase dura 45 minutos, pero los niños deben llegar 20 minutos antes. La sesión empieza desde que agarramos al caballo, lo limpiamos, lo alistamos, le damos agua y todos los cuidados. Luego, tenemos la clase de equitación donde ya montan y les enseño las técnicas. Al terminar, tienen que hacer exactamente lo mismo, guardar todo el equipo, darle al caballo agua, alimentarlo y volverlo a limpiar”, explica Stefanie. 

El principal objetivo de todo el proceso que realizan los menores es inculcar respeto,  orden y disciplina y, además, crear un lazo con el animal. 

PASEOS A CABALLO

Otra de las ofertas del centro está enfocada a impulsar el turismo regional de Quillacollo mediante paseos a caballo por lugares especiales de la zona, los sábados, domingos y feriados. 

Uno de los paquetes que tienen disponibles es el paseo hasta el refugio de aves Agroflori, que está cerca del hípico. Las personas van cabalgando hasta el parque, pueden pasear por los alrededores, ingresan a conocer a los animales y vuelven en caballo nuevamente. El circuito dura alrededor de una hora y media. 

Otra opción es ir al museo de arte y escultura Chinchiri, distante a un kilómetro y medio del lugar. El paseo es similar: cabalgata en caballo ida y vuelta, y parada especial en el museo. Asimismo, llegan hasta El Paso, Pandoja y otros lugares turísticos aledaños. 

Las personas solo deben llamar al 68519219 y hacer una reserva con un pago previo. En el hípico, reciben una pequeña clase sobre cómo montar y dirigir al caballo, no importa si nunca antes se subieron a uno. Van con un guía y disfrutan el paisaje hasta llegar a su destino. 

UN REFUGIO EN QUILLACOLLO

Jackeline mira a su alrededor y dice que el lugar ya le quedó pequeño. Ella creció allí cuando aún era una hacienda y criaba junto con su padre vacas. “Siempre nos gustaban los caballos, desde niñas. Nos llegaban de regalo, pero era como ‘qué bonito’ y ya está. Hasta que un día llegó un profesor y nos dijo que nos podía enseñar a montar y ahí empezamos, de a poco”, relata Stefanie. 

Su gusto por los caballos se hizo cada vez más fuerte así que decidieron dedicarse a ellos. Además, otra de las razones que las motivó a abrir este lugar fue dar oportunidad a las personas que querían practicar equitación y no podían porque en otros centros era más complicado y poco accesible. 

Así, construyeron los boxes donde duermen los caballos y la pista para entrenar. “Vimos que nosotros podíamos volver accesible este deporte mediante la escuela. Después de casi 20 años desde que comenzamos, ahora viene gente hasta de Sacaba, de Oruro, La Paz, de muchas partes”. 

Stefanie y Andrea estudiaron Ingeniería Comercial y Ambiental, respectivamente, pero su amor por los caballos las llevó a especializarse en equitación. Pasaron cursos en el exterior y cada año se siguen capacitando. 

Todo el lugar está dirigido en un mismo sentido de cuidado al medioambiente. Por ello, se encargan de cultivar alimentos para darles a los caballos y otros para ellas. Tiene un huerto orgánico y practican la lombricultura, con lo que hacen humus de lombriz. Además, producen semillas orgánicas libres de químicos. 

“Este lugar es mi refugio. A veces yo quiero escapar de todo lo que hay afuera y llegar solo aquí. Siento una paz única y un alivio interior. Y no me importa si a veces tengo que trabajar desde temprano hasta tarde, estoy feliz aquí”, confiesa Stefanie. 

La magia especial del centro radica en lo emocional, en formar relaciones especiales con los animales y liberar las energías. “Los caballos son tan inteligentes que saben que tú necesitas formar un lazo, un cariño especial, y ellos te lo dan. Por eso, a la larga, los niños tienen respeto a los animales, al medioambiente, se los forma de esa manera aquí”, finaliza Arce. 

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