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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El emparentamiento y su decir de las promesas

Mariela A. Torres Siles Psicóloga Clínica
Mariela A. Torres Siles Psicóloga Clínica
El emparentamiento y su decir de las promesas

El noviazgo es una relación diádica que involucra interacción social y actividades conjuntas, con la implícita o explícita intención de continuar el romance hasta que alguna de las partes la termine o se establezca otro tipo de contacto, como la cohabitación o matrimonio; eso responde a códigos culturales, es así que se ha ido transformando en sus diversas manifestaciones, significados y expectativas.

El psicoanálisis y el amor están emparentados. Se podría citar como ejemplo a  Sigmund Freud y Martha Bernays,  la historia de un amor que debió tolerar la espera y la distancia. Los inicios profesionales de Freud fueron arduos y con bajos recursos económicos.

¿Cómo se llega a sostener la relación a distancia? ¿Es necesario un desenlace/ruptura? La pareja de novios se suele desmoronar por muchas razones. Quiero enfatizar y profundizar en dos puntos, el primero es “mantener una relación a distancia”, como ejemplo de aquella pareja que resignifica el amor cortés. Es una modalidad amatoria que tuvo vigencia entre siglo XI y XIII, que consiste en una relación poética llevada a cabo por trovadores (escriben poemas). Esto se refleja  también en la relación de Sigmund Freud y Martha Bernays.

Se conocen las cartas de amor y poemas enviados a Martha,  existe un libro que registra esa correspondencia, las misivas van desde el año 1882 hasta 1886 cuando contrajeron matrimonio. La pareja fue consolidada y se mantuvo permanente, siendo la forma habitual del vínculo la distancia con el otro. 

El segundo punto: tener un ideal de pareja, lo que conllevan las promesas que se trazan el uno al otro, proyectos y metas en la relación, como formar una familia, tener casa, mascota y/o auto entre otras cosas. Como  el  ideal que suele transmitir alguna película de Disney, la pareja con un desenlace feliz o formalización amorosa  basada en lo imaginario (lo físico o material). 

El contrapunto sería que, si bien la pareja o matrimonio suele ser nombrada como dúo dinámico fortaleciendo así la relación, estas metas, si podríamos llamarlas así,  se van alineando en formar un  “UNO”, dejando de lado la separación y superación de cada quien, donde se suele confundir con una promesa del orden del deber. Cabe preguntarse: ¿qué hay de la singularidad? 

Se suele actuar con base a la respuesta del otro, ya sea  mujer u hombre. Cada pareja marca su singularidad respecto a lo que le transmite la familia y la cultura, sin embargo, si bien se cultiva el amor, la confianza y el respeto, no se debe dejar de lado que una pareja es siempre de dos, es decir, exponer y marcar el deseo frente a algo.

¿Qué se puede decir de la pareja, lo que implica sostener la relación y de este empuje a desear? El amor es tan imprescindible en el psicoanálisis como en la vida. La vida en pareja implica decisiones, se relaciona con la propia historia y el modo de vínculo que se tiene. Existen parejas estables y duraderas, también relaciones que se van disolviendo, algunas que logran formalizar o se comprometen a compartir su existencia en todos los sentidos con una entrega absoluta. 

Se tratará de mantener relaciones estables,  con  éxitos y fracasos, con  momentos de sufrimiento y felicidad. También la mezcla confusa de ambos implicará mantener el deseo singular, propio de cada uno, no actuar siempre en función del otro, aunque el amor tendrá siempre algo del orden sacrificial.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario contactarse con la responsable de esta columna, Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga), al correo electrónico [email protected] o al celular/ WhatsApp (+591) 62620609.