Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 09:33

Crisis de la autoridad en los adolescentes

Miguel Ramírez Arrázola
Psicólogo Clínico
Miguel Ramírez Arrázola Psicólogo Clínico
Crisis de la autoridad en los adolescentes

Algo que es frecuente y llamativo en el trabajo con adolescentes es la repetitiva queja que se escucha de los padres hacia ellos, aludiendo por ejemplo: “no me hace caso”, “quiere hacer lo que le da la gana”, “por favor, dígame qué le pasa a mi hijo, yo no lo entiendo”, etc. ¿De qué manera entendemos estas quejas? ¿Qué podemos decir al respecto?

Es evidente que existe un cambio en el discurso y accionar de un adolescente sobre su relación con los padres y/o adultos si se realiza una comparación a la que tenían en su infancia. Es, en sí, un pasaje del mundo infantil donde se contaba con un modelo de interacción e identificación instituido (en el mejor de los casos) por los padres, para pasar al territorio de la adolescencia, siendo una época importante en la constitución del ser humano, pues acá es donde se encontrará con la apertura a un círculo social y, ante todo, establecerá ciertas coordenadas que vayan definiendo su ser.

Podríamos pensar la adolescencia como un momento de crisis relacionada al instante de llegada y de apertura. Esto recae en una crisis de autoridad, ya que supone un alejamiento de las costumbres, ideales y los modos de hacer que tuvieron las figuras parentales. Así surge la posibilidad de que el adolescente se brinde una nueva forma de ser que le permita mostrarse ante sí mismo y los demás de una manera distinta. Los padres, en algunos casos, ya no tienen el lugar ni la potestad que tenían en la infancia, pues es justamente de esa relación de la que quiere salir.

La madre de un adolescente comentaba en consulta: “Y o ya no reconozco a mi hijo, en qué momento dejó de ser niño, a veces lo siento como desconocido, mire su ropa, su peinado, su forma de hablarme”. He acá el claro ejemplo de lo que significa la crisis del adolescente para los padres, se trata de un encuentro con el hijo que dejó de ser niño. Es acá donde los padres deberían posibilitar un cambio en su relación con el adolescente, sin embargo, suele suceder que no encuentran una brújula por donde proseguir el camino de la autoridad parental, esto genera una inseguridad en su saber y accionar.

¿Qué entendemos sobre autoridad? Muchas veces se confunde el ejercicio de la autoridad con autoritarismo. Este último haría más referencia a una imposición. La autoridad implica que el adolescente reconozca a un sujeto (padres, profesores, etc.) como portador de dicha función, enmarca un sujeto que acompaña en la organización subjetiva, ejerce la palabra, pero a su vez escucha al adolescente, donde cada frase nunca es la única ni la última. De esta manera, se posibilita el armado de nuevas respuestas ante los enigmas que trae consigo esta etapa de sus vidas. Sin embargo, cuando el que ejerce la autoridad pretende que su palabra sea la única, hace del adolescente un objeto, por lo tanto, él rechazará esta posición a través de sus actos, que frecuentemente son formas de respuesta a la incomprensión de los adultos, ya que necesitan la presencia del otro para poder orientarse. A veces sus “escandalosas” conductas no son más que un llamado al otro para que ayude a regular la crisis en la que se encuentra.

El sujeto que ejerce la autoridad realiza una labor que posibilita una construcción, a través de actos que implican guía y acompañamiento, no busca la uniformidad, sino que permite la singularidad, apuntando constantemente a asumir su accionar y consecuencia, transmitiendo orden y no juzgando, esto desde la escucha y no desde el castigo.

Nota:  Para cualquier consulta o comentario contactarse con la responsable de esta columna, Claudia Méndez Del  Carpio, al correo electrónico [email protected] o al celular 62620609.