Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 00:24

¿Climaterio masculino? (segunda parte)

erperezpromenzio@gmail.com
[email protected]
¿Climaterio masculino? (segunda parte)

Los cambios biológicos pueden ser vividos como catastróficos o el momento de empezar a vivir de otra manera.

Lo más común es que a determinada edad la sociedad espera que las personas terminen de madurar y dejen poco a poco el sexo para la juventud. “Viejo verde”, “degenerado” o “vieja loca” son en esos casos los calificativos más comunes.

La mujer educada para casarse y tener hijos como ideal puede encontrar en su menopausia un signo de decrepitud que la lleve a la depresión y a la frigidez al no poder separar sexo, familia y reproducción de manera satisfactoria. 

En el hombre la disminución de la libido se encuentra muchas veces relacionada con complejas situaciones de alienación, en una sociedad que espera que el macho sea potente en el sentido del éxito en la competitividad laboral y social pero, luego, o le niega la posibilidad por falta de trabajo, o lo descarta por conveniencias económicas.

Además, es una época de la vida que coincide con la emancipación de los hijos, la muerte de los propios         padres y el fin de las ilusiones adolescentes. 

En estos casos, los varones pueden tener angustia, depresión, culpa e impotencia por no poder separar trabajo, éxito y sexualidad.

Es decir, a determinada edad el hombre debe poder asumir los fracasos que esta sociedad carnívora le produjo: “Trabajé como un burro toda mi vida para tener un lugar y no tengo nada”. Momento de aceptar las ilusiones perdidas, de separar la “hombría” y la potencia de estas      situaciones y de entender que la competencia puede ser un motor en la vida, pero llevada al extremo produce un resto que es el propio sujeto.

Estas son las condiciones más comunes por las cuales el hombre siente que le llega la hora de la claudicación, mezcla de depresión, frustración y remordimientos que se tapan y se explican diciendo: “Viejo, te llegó la hora”,

“Es el turno de jubilarte y dejar paso a los jóvenes”. 

Así se puede empezar a anudar un tema de dificultades laborales y sociales con una ideología del climaterio masculino que afecta su cuerpo, sus relaciones, su libido y en definitiva pone fin al sexo, pero también a su imaginación.

Los especialistas pueden terminar de cerrar este circuito de enfermedad al certificar con un diagnóstico y relacionar con la edad, disminución hormonal y las dificultades en las conductas sexuales o a veces recomendando viagra, dejando de lado el hecho de que son síntomas emergentes de esta sociedad posmoderna y de conflictos que deben ser tratados en psicoterapia. 

El uso de Viagra, además, funciona si existe el deseo sino se convierte en un factor peligroso ya que los consumidores deben tomar cada vez dosis más altas con el riesgo que esto trae y que está demostrado por la cantidad de casos fatales.

Una sociedad que enfrascada en el éxito y la eficacia económica va relegando cada vez más a sus sujetos a ser solamente entes pasivos y consumidores, a veces de tonterías, sin poder reflexionar mínimamente en su existencia ni poder preguntarse mínimamente: ¿Qué buscamos?  ¿De qué gozamos? ¿Cuáles son los prejuicios y las inhibiciones que tenemos? Y mucho menos reflexionar sobre estos anuncios de la vejez y la muerte que esta sociedad se niega obstinadamente a hacer entrar en el diálogo que forma parte de la vida.

NOTA: Para cualquier consulta contactarse con Claudia Méndez Del Carpio, responsable de la columna, al correo [email protected] o al  teléfono  62620609.     
Visítanos en Facebook como LECTURAS SUTILES.