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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Clases en Uruguay: qué se aprende del retorno a la educación presencial

Es el primer país de América Latina en volver a las aulas. El trabajo virtual previo, la no obligatoriedad y el control de la pandemia sirvieron de base.
Clases en Uruguay: qué se aprende del retorno a la educación presencial

“No existe una manera perfecta de reabrir las escuelas durante una pandemia". La frase de Robert Spires, profesor de la Universidad de Richmond (Inglaterra) especializado en educación, refleja uno de los mayores dilemas actuales de la pandemia del coronavirus: qué tan seguro es el retorno a las clases presenciales.

Según el especialista, "incluso cuando un país tiene a la COVID-19 bajo control, no hay forma de garantizar que las escuelas puedan reabrir de manera segura". Sin embargo, aclaró que "las políticas y prácticas de los países que han tenido cierto éxito inicial con las escuelas apuntan en la misma dirección".

El 29 de junio, el país daba por iniciada la cuarta y última fase del retorno a las aulas a nivel primario, secundario y terciario. Un mes después, no se han registrado contagios en los centros educativos y, según Unesco, el país sigue siendo el único de la región en volver a las clases presenciales desde que el coronavirus obligó a suspenderlas, como es el caso de Bolivia, donde, incluso, ya se cerró el año escolar. 

Entonces, ¿qué pueden aprender los otros países de América Latina de la estrategia de Uruguay al momento de reabrir las escuelas?

CONTROLAR LA PANDEMIA 

Aplanar la curva de la pandemia, esa frase tan escuchada en lo que va de 2020, es condición indiscutible para avanzar en el regreso a aulas.

De acuerdo con el informe "Seguimiento del retorno a las clases presenciales en escuelas en Uruguay", el "rápido control" de la pandemia en el país "facilitó la definición del regreso a las aulas".

Desde que el nuevo coronavirus llegó al país, el 13 de marzo, hasta finales de julio, se registraron alrededor de 1.300 casos positivos y 35 muertos, según datos del Gobierno.

A la misma fecha, la tasa de mortalidad es de 1%, una de las más bajas de la región. Para tener una referencia, en países vecinos como Argentina y Brasil dicha tasa es de 6.9 y 41.8 respectivamente.

PREVIA VIRTUALIDAD

En Uruguay las escuelas de todo el país y en todos los niveles cerraron el mismo día en que se detectaron los primeros casos de COVID-19. Pero eso no quiere decir que las clases se suspendieron.

"A diferencia del resto de los países de la región, Uruguay tiene un buen desarrollo y uso de plataformas de aprendizajes", explica Marcelo Pérez Alfaro, especialista líder en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

"El proceso de transformación digital de la educación tuvo un impulso temprano con el Plan Ceibal (2007), que proveyó universalmente dispositivos, plataformas de contenidos y sistemas de gestión de aprendizajes, además de capacitar a docentes en su uso y de promover nuevas prácticas pedagógicas", añade.

Según Leandro Folgar, presidente de Plan Ceibal, su plataforma CREA se convirtió en el centro de las clases virtuales tanto en la educación pública como en 80% de los centros privados del país, a los cuales se les permitió un acceso gratuito a la herramienta. "Pasamos de tener 90.000 usuarios activos en el pico más alto de 2019 a 730.000 usuarios activos este año", dice. 

LENTO Y EN ETAPAS 

Spires escribió en un artículo que una de las claves de un regreso exitoso a las aulas está en que el proceso sea "lento y en etapas". En este punto, él dio a Uruguay el puntaje máximo: "A". 

La vuelta escalonada a clases comenzó el 22 de abril con la apertura de las escuelas rurales, que son las que tienen menor cantidad de estudiantes.

"Luego de esta primera etapa, que ofició como piloto para el retorno generalizado, se definieron tres etapas (empezando el 1 de junio), con una diferencia de 15 días entre ellas, en las cuales gradualmente fueron retornando todos los niveles de la educación, excepto la universidad", dice el informe de Unicef.

Por su parte, Pérez Alfaro explica que la estrategia uruguaya se construyó sobre tres gradualidades: "Una regional, iniciando por el interior (afuera de la capital) donde existió menor difusión de casos de COVID-19; otra de vulne-rabilidad, donde se privilegiaron las zonas de contexto crítico; y la última, pedagógica, que privilegió la conclusión de ciclos".

DE CARÁCTER VOLUNTARIO 

Así como en Uruguay la cuarentena nunca llegó a ser obligatoria, concurrir a clases tampoco lo es. "La asistencia es voluntaria porque tiene que quedar liberado a que la familia se sienta lo suficientemente segura o no de mandar a sus hijos a un centro educativo", explica Folgar.

En contraste, Spires explicó que en Suecia, donde las escuelas nunca cerraron y la asistencia siguió siendo obligatoria, el Gobierno hasta "amenazó con castigar a los padres que no enviaran a sus hijos".

De acuerdo con Unicef, en Uruguay "la voluntariedad para asistir a los centros parece haber amortiguado los temores y habilitado un período de adaptación que permitió a las familias ir ganando confianza".

A mediados de julio, en el primer balance del retorno a escuelas, el Gobierno anunció que más del 70% de los estudiantes de educación media retornaron a las aulas, mientras que en educación primaria fue del 63% y en las rurales, de más del 60%. El porcentaje restante de los alumnos siguieron con la modalidad virtual. 

REGRESO PARCIAL Y PROTOCOLOS DE SANIDAD

Al igual que sucede en Japón, otro caso exitoso según Spires, las clases presenciales en Uruguay no volvieron todos los días ni durante todo el horario habitual.

Los protocolos vigentes, acordados entre las autoridades de la educación y sanitarias más los docentes, indican que las jornadas no pueden extenderse por más de cuatro horas diarias.

A su vez, cuando los salones no permiten los dos metros de distancia social, los compañeros de clase son divididos en dos grupos: unos concurren lunes y martes, por ejemplo, y otros jueves y viernes. Además, los recreos son escalonados y sin juegos que habiliten el contacto físico.

Respecto a la sanidad en particular, los salones se higienizan, desinfectan y ventilan después de cada jornada, pero la toma de temperatura a los alumnos quedó librado a la voluntad de cada centro. Los tapabocas, por su parte, son obligatorios.

ESCUCHAR PARA ACTUAR 

Folgar recomienda a otras autoridades educativas que hay que "escuchar muchísimo" tanto a docentes como a estudiantes y familias.

Explica que es importante estar atentos a lo que pasa en otros lugares del mundo para aprender y actuar.

Según Unicef, la próxima etapa de la presencialidad "prioriza un diagnóstico del estado de situación mediante encuestas a docentes y estudiantes", además de una prueba de conocimientos a los alumnos.

Pero el proceso de reapertura no se termina ahí. "El gran desafío que tenemos por delante es no confundir una buena respuesta de emergencia con un modelo educativo funcional", asegura Folgar.

"Que Uruguay haya reabierto los centros educativos no quiere decir que se parezcan en nada a lo que eran antes de la pandemia", dice, reconociendo que "es mucho mejor que estar encerrados en casa", pero que está lejos de su potencial real.

Además, para Folgar, la pandemia ofreció una ventana a un cambio todavía mayor. "Lo cierto es que el mundo cambió para todos y la concepción que cada uno tenía de la tecnología y su aporte en la educación también cambió", dice.

En palabras de una inspectora anónima citada en el informe de Unicef: "Lo peor que nos puede pasar es que en la virtualidad nos olvidemos de lo que extrañamos de la presencialidad y en la presencialidad, de las conquistas de la virtualidad".