“Qué ves, cuando me ves? Cuando la mentira es                                                                                  la verdad…” Divididos. Como hipnotizados y pendientes de los destellos de la pantalla, estamos capturados por la sucesión de imágenes que una tras otra nos ofrecen las redes. Pero, ¿qué hay de cierto en lo que vemos?

Sin duda hay una tendencia a pensar de que todo lo que vemos es tal cual. Se trata de algo muy similar a lo que ocurre con los avisos televisivos, esos que nos permiten sentir que nada es imposible, que nos prometen soluciones mágicas o milagrosas.

¿Por qué confiamos tanto en la pantalla? Esta pregunta nos conduce sin duda al tema de la ilusión, de la necesidad de que la ficción se convierta en realidad. Se trata de una realidad virtual que, claramente, dista mucho de la realidad material.

Quizás uno de los motivos puede ser que la realidad   virtual abona a nuestra realidad psíquica, le facilita elementos y argumentos que mantienen al sujeto a salvo del mundo externo, y a la vez pacifican engañosamente su mundo interno. 

De este modo, la persona que contempla esas imágenes construye un refugio que lo aleja de lo indeseable, pero que, al mismo tiempo, lo mantiene en el terreno de la fantasía. Es una captura imaginaria en la que el sujeto queda atrapado en los espejismos de lo que se le presenta en las redes por medio de los diversos  dispositivos.

Esto no es azaroso, ya que desde épocas muy tempranas de la infancia estamos impregnados de historias, la mayoría de ellas, con final feliz. Así es como de a poco y sin prisa nos acostumbramos a creer y a esperar una historia feliz, pero como si la felicidad fuera una historia y no solamente algunos instantes, esos en los que el sujeto se empeña en prolongar, embriagado por el placer que le causa. 

Pero, ¿lo que se presenta en la imagen es lo que es? Ya sabemos que no, aunque veamos que hay en algún punto algo del creer a ciegas, de la insistencia en       creer.  Es algo similar al sinrazón del capricho.

Es bien sabido que la mayoría de los contenidos de las redes que nos cautivan coinciden con momentos placenteros, pero lo son en realidad o se trata de algo similar a una escenografía, un estilo virtual de una puesta en escena.

Los seguidores de algunas redesson como espectadores que se encuentran pendientes de un nuevo posteo, tal como si se tratara de un nuevo capítulo o de una nueva temporada. Es decir. esperan que inicie el espectáculo, pero esto encierra una diferencia, en una ficción uno sabe que, aunque se identifique o se enamore de un personaje, se trata de un guion. En  cambio en las redes, muchas veces se trata de personas que arman con las imágenes una realidad ficcional. De este modo, realidad y ficción se enlazan en una suerte de entramado en la que el sujeto queda enredado, encerrado en lo que supone que es la vida del otro o de los otros, que ve a través de la pantalla. Como cuando se mira un objeto inalcanzable que se encuentra detrás de la vidriera.

NOTA: Para cuaquier consulta o comentario, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga)    responsable de la columna, al correo [email protected] o al telefono/Whatsapp +591 62620609. Visítanos en Facebook como    

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