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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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El aprendizaje social de Albert Bandura

ÓSCAR ARLEX QUILLA Z., Psicólogo Docente-Investigador
ÓSCAR ARLEX QUILLA ZURITA
El aprendizaje social de Albert Bandura

La teoría del aprendizaje social propuesta por Albert Bandura incluye el factor conductual y el factor cognitivo, dos componentes sin los cuales no pueden entenderse las relaciones sociales.  Cuando aprendemos estamos en un franco proceso de condicionamientos y permanentes refuerzos, ya sean estos primarios, secundarios o generalizados, de tal manera que la influencia del entorno con el cual nos relacionamos se manifiesta en nuestro comportamiento y procesos mentales dado que somos el producto de esa interacción.

Las habilidades sociales, así como las pautas de comportamientos emergentes de la cultura y el núcleo social, ¡se aprenden! y constituyen el bagaje de conocimientos y destrezas con las cuales, de manera continua y dinámica, desarrollamos la vida social y las relaciones interindividuales, por lo que el ambiente, el contexto y las condicionantes como, lugar, tiempo y espacio son determinantes en este proceso. Las experiencias y aprendizajes tanto en lo cognoscitivo como en lo conducto-comportamental son únicos; las propias etapas de maduración y desa-rrollo de las personas son siempre cambiantes y están en continua transformación.

En la teoría del aprendizaje social (1977) Bandura explica que el protagonista del proceso de aprendizaje no es un sujeto pasivo; por el contrario, participa activamente con aciertos o equivocaciones, por lo que es importante comprender que los desaciertos o errores deben aceptarse como parte activa y constituyente en la construcción del aprendizaje, sin condicionar el sentimiento de culpa o malestar. Muchas veces la llamada tolerancia a la frustración se asimila y desarrolla más a profundidad en el error y la equivocación.  En tal caso, el aprendiz no solo rescata el cómo hacer adecuadamente determinado procedimiento u acción, sabe además lo que no se tiene que hacer.

Aprender observando, extraer enseñanzas a partir de lo que hace el otro (los otros) de la simple observación, es una muy frecuente forma de asimilar e incorporar conductas y experiencias que además realizamos a diario en nuestra vida cotidiana. A esta acción Bandura denominó “aprendizaje vicario”, los efectos de los procesos vicarios son tan amplios como significativos, así nuestra actividad observacional desemboca en una permanente forma de aprendizaje, en una acción constante; como diría Martín Heidegger que nos hace ser y hacer y no solo estar en el mundo siempre motivados por ese estimulo mayor ineluctable que es la       curiosidad.

La estructura cognoscitiva adquiere sus elementos en gran parte de la experiencia y la observación, los esquemas mentales y la acción conductual tienen en ese orden un preponderante mecanismo cognitivo-conductual claramente influyente en el pensamiento y comportamiento de las personas, es precisamente por eso que somos lo que pensamos y lo que hacemos. “Aprender no es prepararse para la vida.  Aprender es la vida misma”, dice John Dewey.

Las relaciones e influencia social implican acción de aprendizaje incesante, que es una constante adaptativa y sin restricciones, quizá también por ello Herbert Spencer afirmaba que “El gran objetivo del aprendizaje no es el conocimiento, sino la acción”.  Independientemente de la teoría y el paradigma conductista, ponderó siempre el aporte de este enfoque, vigente en las relaciones y procesos de aprendizaje educativos, institucionales y de la propia familia; puesto que la manifestación del aprendizaje vicario, los condicionamientos, reforzadores y la preminencia del factor estimulo-respuesta son una parte constitutiva del aprendizaje y la vida social.