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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Ansiolíticos: cuáles son los riesgos de su adicción

Durante la pandemia, muchas personas han empezado a tomar estos tranquilizantes sin consultar a un médico. Sin embargo, eso puede significar un peligro.
Ansiolíticos: cuáles son los riesgos de su adicción

No hay cifras oficiales, pero algunos reportes dan cuenta de que en el último año ha habido un aumento significativo en el consumo de ansiolíticos como alprazolam, clonazepam, diazepam o lorazepam, frecuentemente utilizados para tratar ansiedad, insomnio o ataques de pánico.

La razón es que estos padecimientos se han exacerbado durante la pandemia por COVID-19. Desde el miedo a enfermarse, el encierro y el cese de actividades sociales hasta el teletrabajo y el perder a un ser querido han ocasionado que miles de personas recurran a los ansiolíticos.

En México, por ejemplo, en mayo de 2020, la Asociación Nacional de Farmacias ya había registrado un aumento del 15% en la compra de estos fármacos respecto a los inicios de la pandemia, y para febrero de 2021 el porcentaje subió al 30%. Algo similar se reportó en Argentina: un aumento del 28% en el consumo durante el primer año de pandemia. 

En España, entre enero y septiembre de 2020, hubo un aumento del 4% en el consumo de ansiolíticos para tratar ansiedad y problemas de sueño, principalmente. Mientras que una encuesta de la consultora IQVIA reveló un crecimiento del 15% en las ventas de estos medicamentos en Río de Janeiro, Brasil, tan solo en mayo de 2020.

Los ansiolíticos son sustancias psicotrópicas que actúan en el sistema nervioso central con efectos sedantes, relajantes y anticonvulsivantes que, si son tomados de manera racional y con dosis adecuadas, pueden tener efectos positivos y algunos de ellos son asombrosamente rápidos.

“Son medicamentos buenísimos. Por ejemplo, el alprazolam, que es el Tafil, puede calmar en cinco minutos a una persona que tiene fobia a volar o un ataque de pánico”, indica la médico psiquiatra Sofía Arce Velázquez.

Pero en algunos casos ese efecto tranquilizador tan potente tiene un costo. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos alertaron que las muertes por sobredosis con benzodiacepinas en ese país pasaron de 1.000, aproximadamente, en 1999, a cerca de 10.000 en 2019.

De acuerdo con un informe de la Universidad de Siracusa, en Estados Unidos, las causas de este aumento dramático se debe a dos razones principales: por un lado, la prescripción y consumo excesivo de estos fármacos y, por otro, el uso de píldoras falsificadas o contaminadas con opioides sintéticos como el fentanilo, que es parecido a la heroína pero con efectos más potentes y mucho más barato, el cual está vinculado a la mayor parte de sobredosis en Estados Unidos.

La raíz de ambas causas está en el    poder adictivo de los ansiolíticos, que sucede porque al consumirlos se unen a unas neuronas conocidas como receptores GABA, las cuales inhiben el sistema nervioso central. Este proceso vuelve más lenta la función cerebral hiperactiva y alivia el estrés mental. Por eso, generalmente quienes los consumen pueden experimentar  lapsos de euforia seguidos por momentos de relajación o sedación.

“Aunque dan la sensación de tranquilidad, al final estas sustancias son depresoras del sistema nervioso central, de manera que, si lo combinas con alcohol o con otros medicamentos que también son inmunodepresores, pueden causar una depresión respiratoria. Esa es la complicación más fuerte, y quiere decir que te relaja tanto y      deprime tanto tu sistema respiratorio que dejas de respirar”, explica Sofía Arce.

Los dos problemas adicionales a la adicción son la tolerancia y la abstinencia. Por un lado, las personas que llevan usándolos por más de dos meses se vuelven tolerantes porque necesitarán cada vez más dosis para lograr los mismos efectos tranquilizantes y, por otro lado, quienes los dejan de tomar de forma abrupta experimentan un síndrome de abstinencia caracterizado por taquicardia, temblores y ataques parecidos a los que, justamente, propicia la ansiedad.

CUÁNDO ES RECOMENDABLE USAR   ANSIOLÍTICOS 

“Aunque esto varía en cada persona, el desarrollo de dependencia psicológica es un tanto predecible, y es proporcional al total del tiempo expuesto a benzodiacepinas (dosis por duración de tiempo)”, dice Sofía Arce.

Esto quiere decir que entre más se usen, hay más probabilidad de que se genere una adicción. Por eso estas sustancias se recomiendan en los casos en los que no se tienen que consumir de manera frecuente, por ejemplo, para cuando suceden ataques esporádicos de ansiedad o de pánico, estrés postraumático, trastornos convulsivos o de movimientos involuntarios; también se utilizan previo a cirugías y para la desintoxicación de alcohol y otras sustancias.

Dado que muchas veces la ansiedad está acompañada por la depresión, algunas guías médicas recomiendan prescribir ansiolíticos con antidepresivos, de manera que el ansiolítico sirva para calmar los efectos más urgentes y sea retirado dos semanas después, que es cuando los antidepresivos empiezan a actuar, sin causar tanta adicción ni síndrome de   abstinencia. “Hay que pensar en los ansiolíticos como una curita, nos pueden servir para disminuir los síntomas de ansiedad severa y de manera inmediata, pero en realidad nos pueden dar tiempo para administrar otra cosa sin que cause dependencia física y psicológica”, explica la médico psiquiatra.

EFECTOS ADVERSOS

Entre los efectos secundarios reportados en distintos estudios, los más recurrentes son retardo psicomotor, somnolencia, baja concentración, poca coordinación motora, problemas de memoria, vértigo y en algunas personas causan el efecto contrario a la sedación: la desinhibición.

La recomendación más generalizada es que antes de acudir a los fármacos, las personas hagan cambios de rutinas que propicien condiciones de vida más sana, eso incluye hacer alguna actividad física, tener una alimentación equilibrada, evitar estimulantes como el alcohol o alucinógenos, así como tener acompañamiento psicológico o psiquiátrico para poder identificar qué sí es ansiedad y qué no, y para poder enfrentar las adversidades de manera más consciente sin poner en peligro su salud.

Para Sofía Arce, además, la responsabilidad debe venir de los galenos. “Hay muchos médicos que, sin querer dañar al paciente, están acostumbrados a prescribir ansiolíticos para cualquier caso de ansiedad sin conocer realmente cómo funcionan”. 

Una mejor salud mental es resultado de la promoción del autocuidado y también de la responsabilidad de saber cuándo prescribirlos y cuándo no. l