Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Amalia Corina, la primera cholita barista de Bolivia

Tiene 23 años y es oriunda de Kellahuyo, un pueblo ubicado a cinco horas de La Paz. Sueña con estudiar gastronomía y aprender inglés. 

Amalia Corina prepara con destreza un café. FOTO: VOGUE.MX
Amalia Corina prepara con destreza un café. FOTO: VOGUE.MX
Amalia Corina, la primera cholita barista de Bolivia

En el número 1570 de la plaza Tomás Frías en La Paz, se respira el delicioso aroma del café. La esencia de los granos proviene del HB Bronze Coffebar, un sitio singular no solo por la calidad de sus bebidas, sino también gracias a quien las prepara y las sirve, pues al otro lado de su barra se encuentra una mujer con pollera. Su nombre es Amalia Corina Tinta, la primera cholita boliviana en convertirse en barista y barman.

Desde hace años, la lucha por abrirse espacios en profesiones poco conocidas es una tarea de varias mujeres que, día a día, demuestran estar hechas de plomo y listas para asumir cualquier reto sin importar las adversidades. 

Ese es el caso de Amalia, que fue descubrierta por un turista que quedó fascinado por su elegante vestimenta y su gran capacidad para preparar café. Después de publicar unas fotos mientras trabajaba, las redes se enfocaron en   ella y el mundo comenzó a conocer su historia.

La joven de 23 años nació en Kellahuyo, un pequeño pueblo que se encuentra a cinco horas de La Paz, cuya principal actividad económica consiste en el cultivo de papa y cebada para el consumo local. Allí, lejos de la ciudad, no había muchas oportunidades para que ella siguiera su sueño de convertirse en chef repostera.

CAMINO TRAZADO

Después de terminar el bachillerato, Amalia salió de Kellahuyo para dirigirse a La Paz con el objetivo de formarse como chef. 

Sabía que necesitaba dinero para poder estudiar, así que primero comenzó a trabajar en cultivos de coca en los Yungas y en un taller de textiles, según explica en una entrevista a Página Siete. 

Cuando creía que ya podía iniciar su formación como repostera, se topó con varios obtáculos que la llevaron a buscar un empleo nuevamente, aunque, esta vez, la suerte estaría de su lado y su vida daría un cambio total. 

El lugar era el HB Bronze Coffebar, la cafetería donde se puede disfrutar de un aromático tinto de granos bolivianos. Ahí, la joven se enamoró del café, de sus procesos, de su origen y de la forma de prepararlo. A pesar de que es bastante tímida, eso no le impidió que buscará la res-puesta a cada una de las dudas que tenía sobre la elaboración de esta bebida.  

Para convertirse en toda una especialista del café, Amalia halló la manera de superarse. El apoyo de Hb Bronze Coffee fue fundamental porque desde el primer momento la acompañan en todas sus capacitaciones.

Las historias de lucha de las cholitas bolivianas son inspiradoras, la de Amalia no es la excepción. Hay pasión en lo que hace: vive en la carretera a Laja así que se levanta todos los días a las cinco de la mañana para poder llegar a su trabajo a las ocho y media. Su jefe destaca que ella siempre llega antes. 

Así, todos los días paceños y turistas del lugar pueden acudir al café para ser atendidos por una mujer que, en lugar de pantalones, luce orgullosamente una pollera negra. 

Pero el sueño no ha terminado en las tazas de café, Amalia quiere estudiar gastronomía e inglés. Su perseverancia y firmeza le ayudan a vencer cualquier barrera.