Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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‘Utama’, la crítica de la crítica

Un análisis sobre la recepción que ha merecido la película dirigida por Alejandro Loayza Grisi, una de las más premiadas en la historia del cine boliviano
‘Utama’, la crítica de la crítica

Utama (Alejandro Loayza Grisi) es sin duda el estreno nacional más importante del año. En un 2022 que ha sido extraordinario en tanto la presencia boliviana en pantallas extranjeras, no sólo en Festivales donde se han conseguido importantes premios, sino también en carteleras comerciales de distintos países. La película de Loayza puede compartir un sitial de privilegio en esta cosecha junto con El gran movimiento (Kiro Russo), esto dentro de un nivel de lenguaje cinematográfico y riesgos estéticos, donde la película de Russo saldría victoriosa, pero esto no es una competencia, es más bien un acercamiento a lo que han significado los estreno en pantallas locales y su repercusión.

¿Dónde radica la importancia entonces de Utama? A simple vista en el número de premios internacionales -hasta ahora más de cuarenta- que la ubican como la película más laureada de toda nuestra historia. Yendo más a fondo, la opera prima de Loayza ha sido “objeto” de múltiples comentarios y críticas en nuestro país, cuestión por demás llamativa, porque no se ha limitado el asunto a la simple reseña, sino que se ha dialogado con ella de formas “críticas” desde lo cinematográfico, como también desde otras disciplinas sociales y de las humanidades.

En este mismo Suplemento, en su edición del 23 de octubre, firmado por Ernesto Peñaranda Sánchez, se publica “Utama, una crítica con perspectiva de izquierda”, que como se señala: “Este artículo fue presentado como cápsula informativa en el segmento ´Con perspectiva de izquierda´, en el programa No. 37 de Abriendo Brechas (21/10/2022), trasmitido por La Izquierda Diario Bolivia”. El autor se anima a repensar Utama, y sostiene al final del texto: “La crítica no debe ser formulada para dejarnos satisfechos, sino para producir en nosotros la duda suficiente para seguir discutiendo.” 

Peñaranda Sánchez hace preguntas desde la película, como también desde lo que se ha dicho de ella, se cuestiona él mismo y propone algunas lecturas para ubicar a Utama en un lugar especial dentro de la crítica actual. Repiensa lo que se está diciendo, no sólo de la película, sino también de la sociedad con la excusa de un estreno nacional. Por eso resulta tan importante volver a leerlo, por eso su postura genera nuevas lecturas: la crítica a la crítica.

La crítica de cine en Bolivia existe, y es un ente vivo que muchas veces ha salvado el honor del cine boliviano, entendiéndola como parte de toda la estructura de lo que es la cinematografía. Está presente y puede encontrarse en diferentes medios. Se la puede estudiar por periodos y dar fe de su supervivencia incluso a pesar de los avatares de la propia historia nacional. Por eso mismo se puede hablar de ella y convocarla, hacerle referencias y ubicarla en su (in)justo lugar. Es un cuerpo que se hace continuamente legando discursos que soportan otros análisis.

Está cerca de cumplirse una década de la declaración que hiciera Jorge Sanjinés a la Revista Ñ del periódico Clarín de Buenos Aires. En marzo del 2013 el cineasta boliviano más reconocido de todos los tiempos afirmaba ante la pregunta sobre las críticas a su película Insurgentes (2012): “A la mayor parte de los críticos de la película yo los descalifico porque son racistas: no pueden aceptar a Evo Morales como presidente.”  

Es posible que de este modo Jorge Sanjinés diera inicio a la nueva era de la crítica boliviana. Tal vez se pueda señalar que -siguiendo un orden cronológico- naciera entonces la “crítica de cine del Proceso de Cambio”. Señalaba entonces a quienes ejercían (ejercen) el oficio de críticos, los nombra, habla de ellos y de sus textos. Y aunque los cuestiona, los tiene presentes, de este modo se avanza hacia la consolidación de un sistema que puede ser determinado dentro de una cultura cinematográfica viva. 

Utama, y lo que señala Peñaranda Sánchez, puede ubicarse en este mismo lugar, la diferencia es que el director de la película no se detiene a decir mucho sobre lo escrito, quizás porque faltó la pregunta exacta dentro del periodismo especializado (que existe), pero también por la propia coyuntura nacional -volvemos entonces a lo señalado- en la que la reconstrucción del Estado exige nuevas lecturas que rehagan las preguntas a lo que somos como sociedad, aquello que puede traducirse en la pantalla grande, que proviene también de un lugar determinado por la historia. 

Las preguntas se multiplican, ¿existe acaso una renovación en la crítica de cine?, o es que se ha dado continuidad al ejercicio crítico que desde hace décadas se realiza en el país. Basta acaso que una nueva generación irrumpa con tanto ímpetu en un escenario que parecía adormecido hasta el nacimiento del nuevo siglo, es esa generación la de “el proceso de cambio” o es más bien sencillamente la “generación de la democracia”. ¿Cuál es la vertiente de dónde beben sus protagonistas a la hora de enfrentarse a la elaboración de un texto, de un contenido específico?, ¿de dónde proviene el interés por escribir sobre el cine?

No se puede hacer un corte generacional absoluto, y decir que aquí comienza y acaba algo mientras las cosas están sucediendo, la “Revolución Democrática y Cultural” es un ente en constante construcción y en su rótulo se atraviesan diferentes miradas también sobre el paradigma de la cultura lejos del arte, o al menos de sus representaciones más canónicas, como lo puede ser el cine.

En un gesto arbitrario se pueden dividir los periodos históricos y de este modo tenerlos como casos de estudio. Se podría determinar “la generación del Proceso de Cambio” en función de su propio tiempo. Y sin embargo se estaría dejando de lado la riqueza que tiene una disciplina creativa y analítica en la que durante estos años han convivido experiencias de distinta índole, en distintas expresiones que forman parte de un todo. Cada quien (los críticos) tiene sus propias credenciales y su labor permite darle ubicación en un contexto determinado de análisis, he ahí la otra cuestión importante en esta ecuación, quiénes son los que leen estos textos y consagran la puesta en valor del cine en sus más diversas expresiones. 

La crisis global en relación a la crítica de cine tanto periodística como académica, tiene también relación con las formas en las que se ha estado tratando la comprensión y difusión de contenidos audiovisuales (en este caso) los cuales han sido sometidos a tendencias más inmediatistas que han priorizado -de un modo más violento- cuestiones de interés de los propios productores, dejando esto en manos de quienes generan influencia a través de medios mucho más directos y rápidos. Por eso mismo la crítica como la conocemos -en sus definiciones más clásicas- se convierte en una trinchera de resistencia, desde donde la formación de quien escribe y sus propias herencias culturales adquieren un lugar preponderante. Por eso mismo no es igual una crítica escrita en uno u otro sitio del planeta, o desde tal o cual lugar de privilegio social y económico. También en esto se encuentra la riqueza de la pluralidad de voces a la hora de enfrentarse a “la crítica”.

Con todo esto, lo más importante y lo que merece ser subrayado, es la vigencia de la crítica boliviana. La cual no es inocente, pero tampoco es casual, la que puede reconocerse y ser nombrada independientemente del rótulo que se le ponga, como parte fundamental dentro de la vitalidad del cine nacional que en este 2022 ha dado fe de su vigencia y vigor. 

Si Utama ha convocado todas estas expresiones, si todavía podemos hablar de la crítica de cine desde este lugar, el horizonte parece extenderse en función de nuevas lecturas. Desde un país en construcción, desde un lugar donde las fuerzas vivas no están adormecidas, esto también es síntoma de la urgencia que existe por seguir diciendo/escribiendo lejos de la adversidad con la esperanza de que el cuerpo de este oficio puede ser uno de los mayores valores dentro de la dinámica cinematográfica. Celebremos entonces la vitalidad de la crítica, que convoca a nuevas lecturas, celebremos la vida de quienes todavía creemos en ella, como de quienes creyeron y a quienes el tiempo no les alcanzó o les jugó una mala pasada el azar en su juego de todos los días.