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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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LES TEMPS MORTS: La fascinación morbosa y poética hacia la muerte

Una reseña del cortometraje francés de René Laloux (1964) que se encuentra disponible en YouTube.
Un fotograma del cortometraje, que muestra un hogar construido con cabezas decapitadas. RL
Un fotograma del cortometraje, que muestra un hogar construido con cabezas decapitadas. RL
LES TEMPS MORTS: La fascinación morbosa y poética hacia la muerte

Una vez alguien me contó una fábula del sufismo, rama del islam. Ésta dice que los ángeles envidian a los seres humanos porque el ser humano es libre. Tiene la capacidad de elevarse desde debajo de las bestias hasta la altura de un ángel. Esa no es una realidad, es una potencialidad, que existe pero no ocurre en todas las personas. En ese sentido, el ser humano es peor que las bestias porque mata por placer, y no así en defensa propia. Le temps morts, de René Laloux (1964) es un film que logra plasmar esta indecorosa autocomplacencia hallada en la muerte.

El relato comienza con una escena de ciencia ficción. Una voz masculina nos introduce a un planeta y nos describe, a través de una mirada ajena, la naturaleza equívoca del hombre; condenado a un círculo vicioso que se reduce a cuatro eventos fundamentales: nacer, vivir, matar y morir. Si no nos estamos matando a nosotros mismos, estamos matando todo lo que nos rodea. La destrucción y la barbarie son el denominador común. 

Una de las preguntas que nos plantea es ¿qué nos condiciona a ser como somos? La fascinación hacia la muerte no solo está presente durante una guerra; nos acompaña desde la infancia. Somos participantes o testigos de acciones violentas. Matamos a todo aquel que parezca un ser humano; respira o se mueva. No respetamos la vida, respetamos la muerte. La honramos mediante rituales. Este acto, a pesar de tétrico y estremecedor, se vuelve costumbre y nos es natural. Esta idea es plasmada en una serie de ilustraciones, en blanco y negro, que figuran diversas maneras de morir. El fuerte sombreado de los dibujos es un recurso preciso para resaltar las expresiones y posturas de cada personaje. A través de escenas, desoladoras y repugnantes, nos genera incomodidad. Se convierten en irreales, absurdas y ridículamente absorbentes. 

Durante todo el film, la voz del narrador es acompañada de una banda sonora sosegada, pero de tono sombrío, que poco a poco nos sumerge en la atmosfera construida por Laloux, sin ser un elemento distractor. De forma contundente, nos narra la atracción que siente el hombre hacia la muerte. Ese grado de bestialidad se espectaculariza y se naturaliza. Escuchar que alguien ha matado seis millones de judíos es una noticia que no te llega porque la muerte es representada mediante cifras. Para sentirla hay que tener imaginación. Solo imaginando puedes entender el dolor ajeno, pero no es fácil, requiere de una disciplina. Es por eso que preferimos dejarnos maravillar por el encanto de lo grotesco. La fascinación morbosa es lo que señala el corto, que como ensayo fílmico no busca ser reflejo de la realidad, sino de la repugnante hipocresía de la sociedad. Ese “fetiche” es simbolizado a través del surrealismo y la poética de cada una de sus imágenes. 

En síntesis, este corto es un potente ensayo visual contenido en nueve minutos, que nos invita a reflexionar sobre la humanidad; cuya unidad básica, trágicamente, resulta ser la muerte. Como bien dice el narrador: “Entre guerra y guerra, entre caza y caza, hay tiempo muerto. Cada uno llena ese tiempo lo mejor que puede”. Durante lo que resta de nuestros días podemos hacer lo que queramos, pero nada se iguala con el placer que nos causa matar. Es la actividad en la que mejor nos destacamos. Una oportunidad para demostrar nuestra creatividad, con fervor y sin ganar nada a cambio; inventamos mil maneras de ejecutarla. Definitivamente, esta es una pieza que lo resalta, y por lo tanto, merece la pena ver. 

Comunicadora - clausaavedra13 @gmail.com

Instagram: @clau_csaavedra