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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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‘Tarumama’ o ‘Llanto maldito’, una versión estándar de la leyenda de la Llorona

Llena de referencias del género de terror, el director colombiano Andrés Beltrán presenta una versión de la historia del espectro del folclore hispanoamericano que decepciona por su apuesta a lo seguro y su falta de riesgos. El filme se encuentra disponible en HBO Max
Un fotograma de la película ‘Llanto maldito’.      HBO MAX
Un fotograma de la película ‘Llanto maldito’. HBO MAX
‘Tarumama’ o ‘Llanto maldito’, una versión estándar de la leyenda de la Llorona

Todos, de acuerdo a quién y cómo lo contaron, conocen la leyenda de la Llorona, ese espectro que forma parte de la tradición oral de Hispanoamérica, o al menos conocen o escucharon una versión de su historia. De forma resumida, se trata del alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos, y que luego, arrepentida y maldecida, los busca por ríos, pueblos y ciudades, asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen en la noche.

El director colombiano Andrés Beltrán toma este mito y lo adapta en Tarumama (título de la película para los mercados europeos o anglosajones) o Llanto maldito, nombre de su segundo largometraje para Latinoamérica. En esta versión nos presenta a un matrimonio, Sara y Óscar, que no está pasando por su mejor momento. En un último intento de salvar su relación, la pareja, junto a sus hijos, alquila una cabaña remota en el bosque para descansar por varios días, sin saber que sucesos cada vez más extraños contribuirán al tenso ambiente entre la pareja…

Beltrán apela a la fórmula de crear el miedo a partir de lo que no vemos, que funciona a momentos, pero parcialmente y no de forma efectiva, o no al menos como el director esperaría, ya que le cuesta arrancar. Para cuando la película está encaminada, recurre, a la par, a generar tensión en espacios pequeños y claustrofóbicos como la cabaña -donde se desarrolla gran parte del metraje-, con crujidos, apariciones, sombras y ruidos nocturnos para crear tensión, pero sin acertarle a la dosis necesaria.

Esto también atribuido a que hay aspectos de la historia, sobre todo con relación a la adaptación del mito de la Llorona que no terminan de tener sentido, razón o explicación. Tuve que terminar de ver la película y, por pura curiosidad, averiguar qué significaba o qué era Tarumama. Tras esa averiguación, recién muchos aspectos de la narración y los elementos que tratan de sugestionarnos cobran sentido. Ya que se trata de un personaje legendario del folclore colombiano, popular en la región de Nariño, que tiene semejanzas con la leyenda de la Llorona, pero con sus propias características. Entonces sí es una representación propia, pero que, sin el énfasis apropiado –como sucede en la película de Beltrán–, simplemente carece de la efectividad deseada.

Por la estética, la fotografía, las imágenes y artilugios que presenta el director, se pueden notar claras influencias de clásicos como The Evil Dead (1981), de Sam Raimi, The Shining (1980), de Stanley Kubrick, y de directores más contemporáneos, como Mike Flanagan (The Haunting of Hill House, Oculus), James Wan (Insidious, The Conjure) o Robert Eggers (The Witch), pero que se quedan solo en eso, una representación o recreación de algo previamente visto o experimentado, sin un aporte propio o visión que haga a la película diferente de lo que ya se ha visto antes.

La película no es mala, no me malentiendan. Es correcta porque sigue la lista de elementos del género como una receta de pastelería, la cual viene con medidas y cantidades exactas, pero que, sin creatividad y riesgos, se queda en eso, en un producto más del montón, estándar y blandengue. A diferencia, por ejemplo, de La llorona (2019), del guatemalteco Jayro Bustamante, que evoca el genocidio de su país usando el código de las películas de fantasmas para darle otra carga simbólica a su filme, la cinta de Beltrán es una maqueta de una casa con todos los elementos precisos e inspiraciones correctas, pero que juntos, o al menos como quiso presentarlos el director, no trascienden y dejan con sabor a poco.

Periodista -  Twitter: @DabolAR