Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 15:30

MÚSICA

Sonic Youth para principiantes

El autor hace una revisión a la importancia de la influencia de la banda newyorkina para lo que hoy se entiende como rock. 
Sonic Youth, durante un concierto en Canadá. TKaravou
Sonic Youth, durante un concierto en Canadá. TKaravou
Sonic Youth para principiantes

Como unos Beatles del underground, los Sonic Youth (SY) se movieron por más de una década fuera del mainstream y al margen de la cultura de consumo oficial, promoviendo la producción independiente y transformando el sonido de las guitarras en el rock, influenciando a las futuras generaciones y creando nuevas formas de expresión. Su sombra es tan larga que prácticamente abarcan todo lo que hoy entendemos como rock. Sin Sonic Youth no habría sido posible Nirvana ni el movimiento grunge tal y como lo conocemos, el rock industrial de Nine Inch Nails sería algo más que unos beats mecánicos para la pista de baile, no existirían bandas como Primal Scream, Weezer o Mogwai, géneros musicales enteros como el shoogaze, el dream pop o el postrock, escenarios como el indie y estilos como el noise, habrían sido difíciles de imaginar.

 A finales de 1977 el punk, la revolución más importante en el rock desde la aparición de Los Beatles, había degenerado en una mera fórmula comercial. La industria cultural se adueñó de la imagen de Los Sex Pistols y los despojó de su identidad, la volvieron light y la multiplicaron. Adulteraron el sonido punk y lo empaquetaron para consumo masivo con una nueva etiqueta llamada “new wave”. Fue el instante en el que la delgada línea que el punk había trazado para unir a jóvenes de clases obreras -que pensaban que el rock debía mantenerse accesible y cumplir un rol social- y bohemios de clases medias con pretensiones artísticas -que luego se convertirían en la vanguardia del postpunk- comenzaba a borrarse. Pero el new wave no era sólo un nuevo estilo de música, era muchos, se convirtió en el recipiente de los diferentes estilos e identidades musicales de las nuevas generaciones de inicios de los 80’s, de allí surgirían bandas como The Smiths, Blondie o Devo.

A fines de los 70’s Nueva York era un laboratorio gigantesco para todo tipo de experimentos artísticos. Una de esas formas de expresión, la más underground, la más adelantada a su época, probablemente la más compleja, se bautizó con el nombre de “no wave”. El no wave estaba integrado, casi en su totalidad, por cineastas, poetas, pintores y artistas escénicos en general, buscaba redefinir las bases de la cultura popular, derribar los pilares fundamentales de las estructuras para volver a crearlas, consideraba que las formas tradicionales de hacer cine o poesía estaban contaminadas y -por lo tanto- nada genuino podrían ofrecer. El no wave forjó sus cimientos sobre el Dadaísmo y las teorías Bretón, Marcel Duchamp era el gurú cardinal de la no wave. El movimiento fluxus y una fuerte influencia de la literatura de ciencia ficción, Philip K. Dick y la radical percepción de William Burroughs, formarían las bases de su influencia.   

  El dúo Suicide es citado constantemente como la primera banda del movimiento, pero el momento inaugural oficial de la no wave fue cuando Brian Eno -uno de los productores de la música más importantes de la actualidad- llegó a Nueva York procedente de Berlín buscando inspiración, Eno estaba trabajando en Alemania junto a David Bowie en aquello que posteriormente se conocería como La trilogía de Berlín, al llegar a NY quedó impactado con las bandas no wave y decidió producir la primera grabación de éste nuevo género en un álbum que llamó No New York de 1978, participan cuatro bandas. La música buscaba una nueva manera de entender el sonido, era disonante y quebrada, más parecía la banda de sonido de una obra de teatro, las técnicas del collage y el cut up se adaptaron a las estructuras del rock, el concepto de “ritmo” o, todo aquello que podíamos entender como compás o simetría, habían desaparecido. Michael Azerrad da en el clavo cuando escribe “…poco proclive a respetar convenciones de ningún tipo… (la no wave) comenzaba a adquirir una calidad escultórica, como si los músicos estuviesen modelando pedazos de sonido”. Y esa idea es clave para entender la música de Sonic Youth.

Las guitarras fueron los ejes sobre los que giraban las experimentaciones de los músicos de la no wave, buscando nuevas tonalidades y nuevas formas de afinación donde ya no importa la nota correcta, sino el ambiente que genera la distorsión del sonido provocado. Si bien el noise (ruido) como elemento artístico ya se había incorporado a la música a principios del siglo pasado con el movimiento futurista, y explorado sus posibilidades con artistas de avanzada como Jhon Cage o el alemán Karlheinz Stockenhausen, es en éste momento en el que se hace parte de la guitarra de rock como fuente de ruido y el ruido como un elemento más dentro del rock. Una vez que comenzaron a dominar sus ilimitadas posibilidades los SY llevarían esta idea a los siguientes niveles en los años 90’s, en la belleza sónica de trabajos como Dirty de 1992 o el fabuloso Sonic Nurse de 2004. Al otro lado del océano los ingleses de Cabaret Voltaire habían comenzado a recorrer un camino parecido desde los sintetizadores, y más al norte en Escocia, otra banda llamada Jesus and Mary Chain, lo hacía en menor intensidad. Posteriormente, otros géneros como el (rock) industrial o el postrock, o bandas como My Bloody Valentine, potenciarían el noise a niveles artísticos nunca antes imaginados. 

El núcleo intelectual de Sonic Youth; Kim Gordon, Thurstoon Moore y Lee Ranaldo se formó alrededor de 1979, Moore tenía estudios en filosofía, Ranaldo en bellas artes y Gordon ya era una artista consagrada. Sumergidos en la escena no wave entablaron relación con Glenn Branca, un músico de vanguardia que creaba sinfonías con seis guitarras generando una especie de metal industrial, Branca ponía la misma cuerda a todas las guitarras y las afinaba en la misma nota provocando un efecto de distorsión envolvente. Los tres habían tocado con Branca en diferentes etapas. El primer Sonic Youth es una mezcla del punk de The Stooges y MC 5, la inevitable influencia de (la banda) Television, y por supuesto el No wave y Glenn Branca, sumados al jazz ruidoso y experimental que Gordon había absorbido en los 70’s. El resultado era muy artístico e intelectual, los SY estaban creando un nuevo lenguaje para la guitarra que los unía a la Velvet Underground y a Jimi Hendrix. 

Pero también era físico, violento, Moore y Ranaldo se compraban guitarras baratas, las afinaban de manera distinta, enchufaban cinco, seis, ocho pedales uno sobre otro, subían los parlantes a tope y tocaban con destornilladores y baquetas debajo de las cuerdas provocando acordes estrenduosos y metálicos, pinchaban las cuerdas con tornillos en vez de plectros hasta destrozarlas completamente. Uno de los primeros bateristas de la banda recuerda cómo en los ensayos muchas veces paraba de tocar porque le salpicaba la sangre proveniente de la mano de Moore de tanto golpear las cuerdas. Los conciertos solían interrumpirse por el sudor que se mezclaba con la sangre provocando corto circuito en las guitarras. Los tres devoraban libros y conocían toda la escena rockera de los 70’s, eran lo suficientemente grandes para haber experimentado -cuando eran adolescentes- la explosión del rock a finales de los 60’s, cuando se unieron a la movida hardcore a inicios de los 80’s ya tenían un bagaje histórico y artístico que toda la comunidad indie supo admirar. 

Confusion is sex (1983) y Bad moon rising (1985) los primeros discos editados en un sello independiente, hoy son consideradas obras maestras de la experimentación, pero en los 80’s poca gente supo entenderlos. Incluso hoy -más de 30 años después- críticos y músicos con oídos poco entrenados necesitan una explicación cuando escuchan a SY. El mismo juicio se derramaba sobre los inicios de la banda en suelo americano en los años 80’s, tildados de pretenciosos viajaban constantemente a Europa donde el resultado era exactamente el opuesto, el Viejo Continente estaba fascinado con el tratamiento de sonido radical que le daban a su música, tenía mucho significado sociológico para la crítica -y junto a la prensa- alucinaban por su legitimidad. 

Los sonidos de SY removían el lado más oscuro del sueño americano, los primeros discos son la analogía sónica de la Nueva York de los 80s, una ciudad que abarca de igual manera los efectos atrofiantes de la cultura de consumo y la violencia de las metrópolis modernas, la miseria y la ostentación. En Shaking hell -un tema escalofriante- Kim narra en primera persona lo que parece ser una violación, la batería arranca de manera abrupta con un ritmo hipnótico que se asemeja al motor de un metro subterráneo que aumenta de velocidad, la guitarra acompaña llena de tensión y acordes fantasmagóricos. El efecto equivale a la primera vez que uno ve Irreversible de Gaspar Noe. La llegada de Reagan al poder en 1981 era la fuente principal del descontento y la agresividad de toda la comunidad hardcore, pero los Youth estaban encontrado otras formas de transmitir esa agresividad, sin usar los atajos baratos de la rapidez y el volumen. 

En Evol (1986) y Sister (1987) SY va refinando el ruido hasta convertirlo en atmosferas decadentes y ritmos hipnóticos dentro de un marco psicodélico, descubrieron la manera de deformar y utilizar el sonido mediante distorsiones y fenómenos tonales, ahora Pete Shelley es el cuarto integrante, la precisión y su estilo potente le darían una estabilidad a la banda y sugeriría todo tipo de posibilidades evolutivas. Con Daydream nation (1988) lograrían un contrato con Geffen records donde mantenía el control creativo y además podían producir a nuevas bandas. Los Sonic pasaron de esculpir ruido a pintar con sonido, Daydream nation es una pintura impresionista de guitarras densas e impenetrables, la construcción de paisajes sonoros que crecen hasta apoderarse de todo el espacio es ahora la marca de su conducta. 

Los ochentas avanzaban ocultando un magma subterráneo de bandas nuevas con sonidos extraños que los SY llevan de la mano. Su constancia allanará el camino de la próxima década, la topografía del paisaje sonoro que ayudaron a delinear. No solo crearon un entorno comercial, también abrieron un espacio creativo y establecieron los cimientos para muchos grupos que siguieron esa estela, de ira atravesada por la melancolía, de punk, cerebro, ruido y experimentación. A inicios de 1990 los SY llevarían a tres jóvenes a los ejecutivos de Geffen para recomendar la próxima grabación, “…ellos son Nirvana”, dijo Kim.

Realizador Audiovisual y Profesor de Historia de la Música - [email protected]