La nueva sensación entre comillas es Control Z, fue estrenada el pasado mayo en la plataforma de Netflix. Creado por Miguel García Moreno, Adriana Pelusi, Carlos Quintanilla, bajo la producción de Lemom Films. Control Z pertenece al género drama adolescente con toques de tecnología. Cuenta con una temporada, de ocho capítulos cada uno de 25 minutos por episodio. Se termina de ver en una tarde. Cuando un hacker amenaza con revelar los secretos más oscuros de los estudiantes del prestigioso Colegio Nacional en Ciudad de México, la observadora Sofía junto al recién llegado al colegio Javier tratan de dar con la identidad de este personaje que busca arruinar la vida de estos jóvenes. 

El primer punto que me pareció interesante fue la protagonista de la serie, Sofía. Es una inadaptada social con ciertos problemas mentales debido a una información confidencial que posee tras sufrir una crisis desencadenada por algo relacionado con su pasado. De hacerse pública, podría mandar a unos cuantos a la cárcel. Sofía cuenta con una cierta independencia emocional, además que ella es una chica que constantemente está leyendo a clásicos rusos. Es bastante inteligente y sobresale entre la mediocridad reinante de su colegio. A Sofía se le atribuye un interesante papel, de jugar a ser Sherlock Holmes, en el que se embarca en el reto personal de descubrir la identidad del hacker, ya que ella tiene una capacidad de observación inusual y es capaz de percatarse del más mínimo detalle, de modo que nada se le escapa. Aplicando el método deductivo puede hacerse una idea de lo que sucede a su alrededor, similar a Sherlock Holmes. Y es que en algunos casos, Sofía resulta ser como una especie de súperheroína. Como en toda historia, Sofía es la buena de la serie, la que se preocupa por todos y, en particular, en el caso de Luis, ya que constantemente es acosado por Guerry; el abusador del colegio. 

La trama de la serie mexicana Control Z gira en torno a la tecnología, al miedo a un hacker, al temor que todos se enteren tus más grandes secretos, ya que en este mundo las personas tenemos todo un ecosistema virtual, y del que nos daría miedo perder la reputación digital. Sin embargo, desde mi punto de vista los mexicanos lo han dramatizado a tal extremo que lo vuelve ridículo. Un hacker generalmente hace daño a los demás por dinero, celos, o pura diversión, como por ejemplo en la serie Black Mirror en el capítulo “Himno nacional” o “Cállate y baila”, podemos ver exactamente cómo la sociedad puede destruirse y vender a sus amigos, y hasta hacer cosas extrañas como tener sexo con un cerdo o robar un banco, todo con tal de seguir ocultando algo, ya sea sus fotos o mensajes que tienen en el celular. Creo que no se llegaría a eso si tan sencilla, lisa y llanamente no utilizaríamos mal el celular, o en todo caso no mentir con algo que no somos y, obvio, leer atentamente bien los cookies y condiciones de privacidad antes de darle click en el botón de aceptar. Lo chistoso de esta serie es que todos tienen algo que ocultar, pero todo lo que ocultan los involucrados solo está enfrascado a un 99% a temas sexuales (LGBT), y 1% repartidos en temas como el bullying, enemistad, violencia y la autoimagen, como si no hubiera otros temas en el mundo. Incluso, la aproximación a este tipo de temáticas se da a través de giros repentinos y dramáticos, muy comunes de las telenovelas mexicanas, o de las series como: La rosa de Guadalupe, Lo que callamos las mujeres, Como dice el dicho y Decisiones, programa que se lleva el premio a la producción de historias fantásticas propias de la urbe mexicana.

De Control Z rescato por mucho los efectos visuales, pero no es suficiente porque su escenario es muy trillado, sus diálogos terriblemente flojos. De Control Z no hay que esperar nada. No es nada original y es bastante desfasada. Termino este texto escribiendo que a la serie Control Z le doy un control Z, o mejor aún, le doy click al botón Supr.

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