Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 17:42

Serena Vargas y el cuerpo como medio de resolución de cuestionamientos y sanación en el arte contemporáneo

Entrevista a la artista cochabambina que lleva adelante su exposición ‘No estoy loca, soy un ciborg’ en la Sala de Cristal del Museo Nacional de Arte. 
Parte de la exposición de la artista Serena Vargas. CORTESÍA AUTOR
Parte de la exposición de la artista Serena Vargas. CORTESÍA AUTOR
Serena Vargas y el cuerpo como medio de resolución de cuestionamientos y sanación en el arte contemporáneo

Serena Vargas es una artista contemporánea cochabambina que se ha mostrado consecuente y coherente con su trabajo en el sentido que existe una lógica entre lo que quiere decir, expresar y los medios empleados. Su herramienta más utilizada para su producción es tal vez la insignia del arte contemporáneo: el cuerpo. Es a través de él que Serena se reconoce y encuentra una identidad propia, superando las heridas del racismo, la violencia sexual y la imposición del ser. 

Después de haber triunfado con una obra colectiva en la Bienal del SIART del 2018 y ser parte del programa de residencias artísticas de Kiosko Galería de Santa Cruz, Serena lleva adelante la exposición individual No estoy loca, soy un ciborg en la Sala de Cristal del Museo Nacional de Arte de La Paz, hasta el 5 de agosto. Como “videoperformance” ha calificado la artista a su nueva obra, en tanto combina elementos de ficción con el videoarte y performance por las acciones que lleva a cabo en vivo; además de otros elementos dispuestos de metal y alambre.

La misma Serena afirma que ‘No estoy loca, soy un ciborg’ significa una transformación frente a sus otras obras, porque en esta ya no solo se busca exteriorizar o sacar a flote los demonios internos, sino construir algo nuevo a partir de eso, desde el arte como medio de sanación. Algunas miradas a este “videoperformance” sugieren que es una muestra de las secuelas de la violencia en varios niveles en Serena, pero yo lo entiendo más como un proceso de introspección, de saber reconocerse y crear una nueva identidad, que no niega de lo que fue, sino que lo asimila. 

Compartimos una entrevista con la artista en la que detalla sus intenciones con esta nueva exposición, cuenta su experiencia sobre los medios experimentados y reflexiona sobre lo que sea una de las máximas del arte, desde el punto de vista de los creadores: dar fin a las pulsaciones que los llevan a crearla. 

¿Qué sensaciones, imágenes y pensamientos deseas transmitir en No estoy loca soy un ciborg?

La propuesta es un laboratorio casero donde se hace la prueba y el error, donde en el ensayo, en el proceso de probar, está la obra, la reflexión de lo que estoy buscando. Es un intento de construir un cuerpo, un ser distinto que no es animal, no es humano, no es tecnológico, es una construcción. Llega un punto donde me cuestiono lo que soy, los roles que se me han impuesto desde que he nacido. Resuelvo este cuestionamiento desde la ficción, a partir de crear este ser imaginario ficticio pero que está en mi vida y me permite no ser la madre, la hija, la mujer, la novia, la humana, reniego con mi condición de ser humano. Pero también entiendo que no puedo ser animal, robot, entonces utilizo el ciborg como un híbrido que representa muchas cosas y que entra en mi vida para sostenerme y blindarme una nueva forma de vida; a la vez entra en un espacio muy personal que es el doméstico.

Lo que busca es la idea de construir otra cosa a partir del dolor, de lo violento, de lo represivo. Cuestionarse desde el lugar más íntimo, desde la casa y construir otra cosa. Ahí es donde invento al ciborg, es también una forma de ser irónica porque la sociedad te pone en un plano muy despectivo, por eso “No estoy loca, soy un ciborg”. Se trata de construir a partir del propio cuestionamiento, del dolor de la violencia, de lo represivo, que como sociedad ponemos en el otro cuerpo y construir a partir de eso una nueva forma, otra lógica de ser, pero que está en construcción.

El texto curatorial habla de una búsqueda de una identidad individual frente a la impositiva y hegemónica colectiva. ¿Cómo se puede llegar a este estado de introspección y reconocimiento?

En el texto curatorial empezamos con (la pregunta) si tu casa fuera el mundo, ¿quién serías dentro de ella? Por el mismo hecho que toda la propuesta es un laboratorio doméstico. Generalmente en mis propuestas hablo desde una primera voz, temas muy íntimos, una perspectiva muy personal. La idea del espacio doméstico y de estar encerrado en casa entraba en lo pandémico por el confinamiento, obligados a estar dentro de la casa. Dentro de ese encierro hemos estado obligado a vernos, cómo desarrollamos nuestra cotidianidad, cómo hacemos nuestra comida, como barremos. Ha sido inevitable cuestionarse existencialmente quién soy o quiénes somos. Hemos enfrentado mucho de lo intenso de los seres humanos, las violencias ejercidas al otro, cuando uno se enfrente a su espacio más íntimo ve lo que está sucediendo, se ve a sí mismo y cómo actúa en ese lugar. Una persona cuando se aísla, está confinada, en un lugar privado como es la casa, la cocina, ahí inevitablemente se te abre la posibilidad de verte. Yo utilicé el arte para resolver estos cuestionamientos, este renegar que tenía con lo impositivo y he propuesto rebelarme y no ser eso, por eso propuse al ciborg.

El cuerpo es una constante a tu obra, fiel a las características del arte contemporáneo ¿De qué manera se convierte en un medio de expresión y exploración?

El cuerpo sí es importante para mí. Empecé a ser arte por necesidad. Si bien en un momento estaba bien interesada en hacer carrera artística profesional, el primer impulso era la necesidad de resolver ciertos temas, cuestionamientos en mi vida, en mi ser, en mi cuerpo personal. Todas las obras que empecé a ser era lo que habría sucedido en mi cuerpo, temas como el acoso sexual infantil, la cosificación del cuerpo femenino, el canon occidental de belleza, el racismo, el mestizaje. Eran temas irresueltos para mí que yo los resolví y los exploré a partir del performance. Ponía acciones que me permitían cambiar de lógica, ir de un estado a otro, me permitían sanar, revalorizar mi piel, quién soy, mi color, mi descendencia. Ha sido inevitable trabajar con mi cuerpo, con un territorio que a la vez es muy íntimo, pero lo íntimo está muy ligado a lo colectivo, porque es absurdo pensar que lo que a uno le pasa, solo le pasa a uno, es un reflejo de la sociedad. No es casual que haya vivido acoso sexual a los 16 años, que haya soportado ciertos dichos racistas o discriminadores en esta sociedad. Si bien primero he trabajado desde ese punto, ahora estoy trabajando a partir de la transformación, me interesa como mi territorio, el espacio que habito y transformarlo a partir de estas experiencias personales, a partir del dolor, la discriminación, construir otra cosa, cambiar lógicas. Estoy explorando ahora esto de la transformación, pero desde un plano imaginario ficticio. Me agrada tener una realidad muy real, mi casa, mi día a día, pero también una realidad imaginaria que me acompaña que es parte de mí. En esta muestra, en las piezas centrales estoy haciendo mis cosas cotidianas, pero está el ciborg, dentro de mi cuerpo.

Además de la instalación el videoarte es otro de los lenguajes que más empleas. ¿Qué elementos se disponen en la instalación y qué representación simbólica tienen?

Utilizó videoarte, pero para esta muestra específica he utilizado videoperformance. La diferencia es que utilizo la posibilidad de ficción que te da el video. Lo que me gusta del performance es que propone una acción, yo propongo una acción tan simple como cocinar y barrer, esta acción, en el momento que la hago, suelto su control y la experiencia se da y es única, una sola vez y ahí ya no controlaré lo que pasará o cómo va a salir lo que estoy cocinando, a diferencia del video que es más controlado, que lo puedes repetir. Utilicé videoperformance porque necesitaba soltar las acciones con una estructura de alambre, metal que me puse en el cuerpo como el armazón del cuerpo ciborg y el video me permite entrar en otro imaginario. La ficción permite que ese ser inventando, el ciborg entre a mi vida, a mi cocina y sea parte de mí. Es lo interesante del videoperformance, propones una acción real, pero, con el video propones que la ficción sea parte de tu vida.