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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Scarface, el gánster por antonomasia

El anuncio de Luca Guadagnino como director de la nueva película del famoso mafioso nos lleva a revisar las dos versiones del mítico personaje.

RAMONA
Scarface, el gánster por antonomasia

Si bien los orígenes de la mafia norteamericana se remontan en Nueva Orleans, al final de la Guerra de la Secesión (1861-1865), esta alcanzó su auge en las primeras décadas del siglo XX. El historiador Frank Shanty cuenta en Mafia. Historia de la delincuencia organizada (2009) que el partido demócrata comenzó en esa época a aplicar políticas para ayudar a los migrantes, a quienes veía útiles para capitalizar su voto.

Esto desató una ola de arribo de extranjeros, principalmente italianos, a Nueva York, Chicago y Nueva Orleans. La mafia, coincidiendo con la era de la prohibición, tuvo en la primera mitad del siglo pasada a su más celebre gánster, Al Capone, quien figuraba en las portadas de los periódicos al protagonizar sangrientos enfrentamientos, en plena urbe, entre bandos por el control de territorio, causando pánico en la sociedad norteamericana.

El cine deja un registro del momento, reproduciendo aquella realidad social, cultural y política en filmes. Las películas de gánsteres ya existen en la era silente, pero encuentran su etapa dorada en los 30. Dos cintas estrenadas en 1931 marcarían el estilo y origen del género: Little Caesar de Mervyn Leroy y The Public Enemy de William A. Wellman. Los capos mafiosos  interpretados por Edward G. Robinson y James Cagney, respectivamente, no solo buscan dinero, sino que hablan de poder y reconocimiento entre sus símiles.

Al año siguiente, en 1932, se estrenaría la película que llevaría al paroxismo la naturaleza ambiciosa y hambrienta por influencia del mafioso: “Scarface”, dirigida por Howard Hawks y protagonizada por Paul Muni. La trama no difiere tanto de sus predecesoras: un delincuente hijo de migrantes italianos empieza a trabajar para el jefe de turno, se gana espacio y nombre en el universo criminal, llega a la cima y sufre su estrepitosa derrota.  Es la magnética caracterización que hace Muni de Tony Camonte lo que lo convierte en uno de los mejores personajes de la historia del séptimo arte.

A diferencia de sus antecesores Rico Bandello (Robinson) y Tom Powers (Cagney), Carmoente encuentra placer y satisfacción, casi demencial, en la violencia. Esta naturaleza está tan bien solidificada con los gestos (el dedo debajo de la barbilla) y  extrema confianza que transmite Muni, que el espectador termina cediendo su emoción al espiral de violencia que Scarface desata por Chicago.

Memorables son las escenas en las que, en pleno tiroteo, Scarface empieza a admirar un arma o cuando destruye la ventana que llevaba el nombre del antiguo jefe, anunciado simbólicamente que llego uno nuevo. La película está basada el libro de título homónimo de Armitage Trail, que a su vez se inspira en la vida de Al Capone.

La cinta derrocha violencia y la satisfacción que encuentra Camonte en ella, causando polémica y siendo una de las razones de la creación del Production Code Administration (PCA). Estilísticamente, Hawks elabora notables escenas, apoyado en contrastes de luces y siluetas, una de las influencias del posterior film noir, en el que Hawks incursionaría después en To Have and Have Not (1944) y The Big Sleep (1946).

Se debe mencionar toda la secuencia que recrea la matanza de San Valentín, en la  que Scarface se deshace del barrio sur de Chicago, principalmente la escena en la que delincuentes vestidos de policía hacen formarse a miembros de la banda rival y dispararles en la espalda, mostrando Hawks en pantalla solo las sombras y el humo de las balas. Todo un ejemplo de evitar lo explícito de la violencia, pero sin perder su fuerza e impacto.

También queda en la retina la escena final, la de la caída de Scarface, quien está atrapado en su mansión, rodeado de bombas de gas lanzadas por la Policía, logrando imágenes visualmente virtuosas. En la misma secuencia, vemos como el personaje de Muni se quiebra, pidiéndole al cadáver de su hermana que no lo deje.

En 1983, Brian de Palma realizaría un remake con guión de Oliver Stone y protagonizada por Al Pacino. El director de Carrie (1976) da un excelente mensaje de como hace readaptaciones: no copia plano por plano al materia original, sino que toma su discurso, el de un hombre violento sediento de poder y el costo de lo que conlleva, a su tiempo. Scarface ya no es hijo de migrantes italianos, sino que es cubano. El escenario ya no es Chicago, sino Miami. El alcohol deja de ser la principal fuente de ingreso de las organizaciones criminales, para darle paso a la cocaína.

De Palma impone una estética ochentera, en contraste a lo estiloso y “refinado” de los “criminales de traje” del siglo XX. Su principal recurso son los travellings y paneos, notables en el asesinato del político Emilio Rebenga en la cárcel, la mejor escena, en cuanto a estética, de esta versión.

Al Pacino venía de hacer personajes memorables en los 70, como Michael Corleone, Serpico y Sonny en Dog Day Afternoon (1975), para brindarle a la cultura popular otro personaje memorable coo es Tony Montana, a quien hizo suyo con su habitual histrionismo, mal carácter e inglés españolizado. Tanto Muni, como Al Pacino dan versiones distintas de Scarface; sin embargo, da la sensación de que la violencia surgida del primero es más patológica, como natural; mientras que del segundo parece producto de algo forjado y formado.

La versión de 1983 tiene casi una hora más de duración que la de 1932, lo que le da oportunidad de profundizar relaciones como la de Tony y su mano derecha, Manny; o con su hermana, a la que De Palma le da un toque incestuoso. Es cierto que abusa de primeros planos de rostros para causar efectismo, pero no le quita mérito a su trabajo.

Con el reciente anuncio de que Luca Guadagnino realizará otra versión de la cinta, con guión revisado por los Coen, solo queda esperanza. El director italiano ha mostrado tener una impronta propia en Call Me By Your Name  (2017) y Suspiria (2018), lo que anuncia, probablemente, que tendremos una readaptación con sello y voz propia, como ya fueron las de Hawks y De Palma, sumando un tercer gran nombre a este mítico personaje de Scarface.