Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Salir de dos armarios

“Asumir en plenitud nuestra sexualidad dentro del contexto urbano y rural, en el campo y la ciudad para nosotros indígenas es un sacrificio y una lucha que es cada vez más difícil y personal”.
Salir de dos armarios

“Santa cruz de la Sierra” es un lugar donde la sociedad tiene ciertas características conservadoras, arraigadas profundamente en sus costumbres que no son del todo buenas: ya que acepta y rechaza, ayuda y exilia.  

Los pueblos indígenas del departamento no están exentos de este “quita y da” de la sociedad cruceña, pues si bien se aprecia y enaltece la cultura indígena, el racismo y discriminación que ejercen está por encima. Es que ser un sujeto diferente o fuera de lo normalmente establecido por el cruceño: respecto a las ideas, sexualidad, costumbres, origen, jerga, ascendencia, descendencia, etc., es objeto de rechazo. 

Esto no es casualidad o algo propio de la coyuntura, pues la colonia sigue sobre Las naciones y pueblos indígenas, en particular los de tierras bajas de Bolivia. No olvidemos que los jesuitas trabajaron afanosamente desde el siglo XVI para erradicar cosmovisiones, interpretaciones del ser humano y su origen propios del nativo. Las misiones que encomendaron en lo que ahora es el oriente boliviano, trajo divinidades y cultos foráneos que resultan ser ancestrales para ellos mientras que para los indígenas fueron ajenos pero, actualmente, el indígena ya se los ha apropiado y es parte de un sincretismo social excluyente para sí mismo y su papel dentro de lo divino.

Dicho esto, el indígena en el pasado tenía que responder a un Clero español lleno de aversiones hacia ellos que provenían desde su idiosincrasia. Algunos indígenas optaron por sentirse un descendiente de europeos para ser uno más de ellos pero muchos de ellos no engañan a los ojos y se los recuerdan a tiempo de disminuirlos. Otros, optaron por defender su concepción del mundo, siguen viviendo este rechazo de un mundo occidentalizado y represor de lo ajeno o nativo.

Pero hoy por hoy, qué realmente es puramente indígena. Lo cierto es que los pueblos indígenas están se infectaron quieran o no con otra percepción del mundo, una que niega al indígena y niega doblemente al indígena homosexual, por así decir y no entrar a campos más escabrosos para ellos sobre la diversidad sexual y de género. 

Esta contextualización no es en vano, sirve para captar que sí el indígena ya se encuentra en un estado de exclusión social ante el cruceño, el indígena que sea lesbiana, gay, trans o cualquier otro similar, está excluido no solo por el cruceño tradicional, sino por su propio pueblo pues éste adoptó la visión colonial más arraigada y, por lo tanto, más efectiva para aislar al distinto hasta de su núcleo familiar.

Dicho esto, me permito responder lo siguiente en cruceño: ¿Por qué es tan difícil decir o aceptar nuestro entorno social el hecho de ser indígena, aceptar nuestras raíces? 

Puedo afirmar que es por los estigmas y estereotipos que desde la conquista española han persistido hasta estos tiempos. Como que el ser indígena es lo más despreciable, lo asqueroso, lo sucio, lo que tiene que ser blanqueado, moldeado o adaptado.

Algunos adultos y jóvenes no estamos preparados para todo este odio y desprecio que recibimos en distintos espacios en los que asumimos como “nuestros”, afirmándonos Indígenas y luchando cuesta arriba para ponerle un alto a la discriminación.

“¿Vos sos indígena, dónde están tus plumas?”

“¿Vos sos indígena, porque usas zapatos?”

“¿Vos sos indígena, porque no estás en el monte?

“¿Vos sos indígena y, hablas esos dialectos que nadie les entiende?”

“Vos no sos indígena, si tienes la piel blanca” (les mencionan a mis hermanas y primas durante nuestra infancia).

“’Indio de mierda’ fue la primera respuesta que recibí al decir que era chiquitano y que los chiquitanos somos indígenas originarios y como tales de tierras bajas, de la gran mancomunidad Lomeriana Monkox”

La brecha entre unos y “otros” no se fue con decir plurinacionales. El ser indígena, aceptarlo y defenderlo en un contexto tan devastador como la urbe-ciudad y zonas periféricas de Santa Cruz de la Sierra es un reto de valientes. El reto lo tomamos algunos y esperamos que muchos más se sumen.

Por otro lado, ¿Por qué es tan difícil aceptarnos a nosotros mismos y decir “soy lesbiana, soy gai o trans” en nuestra entorno familiar o comunal?

Una de las características primordiales son los límites de tiempo para afirmar tu heterosexualidad que en nuestros pueblos indígenas es hasta los 18 o 19 años de edad, o si no.

“Hombre maduro, maricón seguro”

“Ese es un pichi pa tras”

“Nada hace ese tevi (maricón)”

Como curiosidad o muletilla para otros, hacer el servicio militar es una herramienta estratégica para escaparse del supuesto ser maricón y no tener que dar explicaciones a nadie sobre tu sexualidad después de cumplir con el requisito. 

“En el cuartel aprenderás a ser un hombre de verdad”

“Aprenderás que la vida no es fácil y aprenderás a sufrir (más de lo que ya vives)”

“Aprenderás a trabajar y conseguir tus propias cosas con tu fuerza de hombre”

“Al salir, o estudias o tienes una mujer”

Hacer el servicio es bastante oportuno para quienes queremos escaparnos de nuestro entorno familiar y comunal que nos exige la heterosexualidad porque -si hago el servicio no me van a preguntar el por qué hasta ahora no tengo mujer o hijos-, hacer el servicio puede servir como una cortina de humo para el auto exilio de la propia familia y la comunidad ya que eres un hombre de verdad y has sufrido lo bastante como para que sepas que hacer con tu vida- y así te liberas en cierta manera de la opresión y exigencia de la heterosexualidad hasta la oportunidad del autoexilio sin necesidad de supuestos antecedentes de homosexualidad, enfermedad, embrujo o anormalidad.

Asumir en plenitud nuestra sexualidad dentro del contexto urbano y rural, en el campo y la ciudad para nosotros indígenas es un sacrificio y una lucha que es cada vez más difícil y personal, causando inestabilidad mental y emocional que nos afectan en ámbitos como los estudios académicos, el trabajo y la propia familia, llegando también a extremos de atentar contra nuestra salud y nuestra vida con un posible suicidio (que también pasó por mi mente, también lo pensé, también fue mi opción). 

Me tomo el atrevimiento de hablar por muchos que aún no se animan a hacerlo y expresar los sentimientos de culpa y de angustia por una situación que nos encontramos y que es muy crucial y también lo creo necesario ya que esas mil y un ganas de gritar a la  gente que soy diferente, que soy lesbiana, gai o trans pero también que soy indígena. O como ellos lo dirían 

“Marimacha descalza del monte”

“Indio maricón sin plumas”

“Tevi Tamokox/Perro maricón”

Con todo lo dicho, resta responder y responderme por qué es tan difícil salir de dos armarios.

El odio, el racismo y la discriminación no sólo están en la heterosexualidad o en el no indígena. Están en las maricas que no aceptan a los indios o sus propias raíces indígenas. Están los indígenas que no aceptan a los anormales, los enfermos o los maricones.

Asumo que el movimiento LGBTI rechaza al movimiento indígena por los estigmas sociales y el estereotipo del ser gay, lesbianas o trans o simplemente aceptar las raíces ancestrales que tenemos ya que esa es la diversidad de un Estado Plurinacional, que la diferencia no es una amenaza, sino que es natural. La diferencia es la esencia de las personas y de una sociedad; es un accidente de nacimiento. En consecuencia no debería de ser una fuente de odio o conflicto.

La respuesta a la diferencia es respetarla, aquí se encuentra un principio fundamental por los derechos: “Respeto a la diversidad”

No obstante el movimiento indígena rechaza al movimiento LGBTI por no estar dentro de las normas sociales, culturales que engloban a las creencias religiosas, normas costumbristas de binariedad que rechazan totalmente al sujeto que se siente y quiere ser diferente en una gran diversidad cultural, sexual y de género pero, con las mismas capacidades, obligaciones y derechos, transversalizando luchas y objetivos para un bien social pero (...) cuando éstos entiendan estas diferencias, se podrá dar un primer paso. 

Es mi hipótesis, es mi realidad, no es una forma de victimizar más y es por lo que tengo que luchar.

Indígena Tevi de Tierras bajas, Chiquitano Monkox y Miembro de PLAIN