No te rías que estás muerta

“Holy spider” (2022) me hace recuerdo a “Irreversible” (2002). Todavía tengo clavada en la retina la escena del túnel con Mónica Belluci. Con “Holy spider” tengo que cerrar los ojos otra vez ante las escenas crudas de violación y muerte. Veinte años después.
Hace mucho rato que no llegaba una película iraní a nuestra cartelera paceña (está en la Cinemateca Boliviana a 30 pesitos; y en el Multicine y Cine Center, por el doble). Lamentablemente, no ha llegado a las salas cochabambinas. El cine de Irán se ha caracterizado (desde el sello Kiarostami) por la metáfora. El cine de Ali Abbasi (el director de “Holy Spider”) coloca la cámara delante de todo lo que duele: la misoginia, la justicia patriarcal, la pobreza, la drogadicción, el fanatismo religioso.
La película de Abbasi (director exiliado en Dinamarca) ha sido rodada en Jordania y ha tenido el acierto/suerte de poner en la mira a la tristemente famosa Policía de la Moral. “Holy spider” retrata el Irán real: un barrio marginal en la ciudad más “santa” (Mashhad) y su vida cotidiana (es la primera vez que vemos sexo en una película iraní).
“Holy spider” es dos películas/géneros en uno: un “psycho-thriller” clásico/sórdido/asfixiante (basado en hechos reales) a lo “Seven” (con asesino en serie de prostitutas) y un filme judicial (la parte del juicio es la más política; para poner en evidencia la transmisión contagiosa de esa enfermedad llamada misoginia).
Zar Amir-Ebrahimi es la sorprendente actriz protagonista (premio a mejor interpretación en el último Festival de Cannes) y compone un personaje heroico en el papel de una periodista valiente que arriesga el pellejo para descubrir al feminicida, apoyado por una buena parte de la sociedad por su “yihad” (guerra santa) contra el vicio, contra las “mujeres corruptas”, contra las putas. “Holy spider” es también la última gran película sobre periodistas.
En el cine de Abbasi no hay metáforas, ni cine maquillado, es simplemente la peor cara del fundamentalismo, del odio. Cuando termina la película, cuesta salir de la sala, cuesta salir de la telaraña tejida por el patriarcado asesino e impune. “Holy spider” es un puñetazo en la panza, te deja mal cuerpo y esa es la idea. El epílogo, escalofriante por donde se lo mire, es una lección diáfana de como se transmite esa tara/enfermedad llamada misoginia. “No te rías que estás muerta”.