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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Quya Reyna, la autora alteña que dice verdades que incomodan

El pasado 7 de abril, en el centro Simón I. Patiño, la escritora presentó su libro de crónicas ‘Los hijos de Goni’. La obra está disponible en Cochabamba a través de la librería LaLibre y la editorial Electrodependiente, mientras que para el resto del país se puede conseguir en la editorial Sobras Selectas
Quya Reina firmando los ejemplares a sus lectores. FABIANA MOLINA
Quya Reyna firmando los ejemplares a sus lectores. FABIANA MOLINA
Quya Reyna, la autora alteña que dice verdades que incomodan

Eran las 7:30, la biblioteca del Centro Simón I. Patiño, en Cochabamba, se encontraba repleta, pero la tarima aún estaba vacía. A nadie parecía molestarle la hora boliviana, de hecho, era como estar en una comunidad, donde todos se saludaban y preguntaban que había sido de sus vidas. Después de unos minutos más de espera, llegaron los panelistas, Alexis Argüello, director de la editorial Sobras Selectas, Ross Amils, directora de la librería LaLibre; la activista feminista Andrea Callejas, el escritor Andrés Machaca, Juan Flor y la protagonista de la noche, Reyna Maribel Suñagua, más conocida como Quya Reyna, para presentar su obra Los hijos de Goni. 

Argüello fue el primero en hablar. Dio un breve resumen sobre el libro y mencionó cómo representaba las etapas de Quya. Posteriormente, Ross deleitó al público con un escrito que había hecho para la ocasión, titulado “La reinas de los lak´asos”. Juan Flor dio a conocer que el libro es una obra que ayuda a la identificación boliviana, sin caer en la idealización. Andrés Machaca, recalcó lo íntimo que es el libro y destaca la sinceridad de la autora. Callejas agradeció a Quya e hizo hincapié en los cambios que ha habido en El Alto en el transcurso del tiempo. 

Por último, cerrando con broche de oro, se le cedió la voz a la autora. Lo primero que hizo fue dar a conocer que se sentía nerviosa y sorprendida al ver tanta gente reunida. Luego, de manera cómica, contó como los bloqueos en El Alto habían afectado a que llegase temprano y las maniobras que realizó para poder cumplir su compromiso con sus lectores cochalas. Posteriormente, comentó su evolución en la escritura y narración, de cómo comenzó en las redes sociales y luego contaba cuentos.

 El libro consta de nueve crónicas, en las que la autora comparte su vida íntima e incluso da a conocer a su familia. Sobras Selectas es la editorial independiente a cargo de la publicación de la obra, bajo la dirección de Argüello. El nombre de la obra está relacionado con el primer escrito, con trasfondo histórico, que hace mención a los conflictos sociales del 2003, denominado como La Guerra del Gas, y del 2019, tras los conflictos electorales que resultaron en la renuncia y posterior exilio del expresidente Evo Morales. 

Para finalizar el evento, se realizaron preguntas y se hizo el brindis. Sin embargo, el esquema fue roto, ya que el vino fue reemplazado por una sabrosa chicha.  El público estaba deleitado por el sabor. Los libros traídos para la venta se acabaron como pan caliente.  

Entre el apuro de cerrar la biblioteca, firmar los libros y tomarse fotos. Quya se dio el tiempo para poder conversar con la Ramona sobre su obra, el proceso de escritura de algunas de las crónicas y sobre lo que dijo en una entrevista con El Deber, cuando visitó la ciudad del oriente a presentar su obra, en la que afirmó que “la Santa Cruz colla, morena e india va a desplazar a la élite cruceña”, la cual generó molestias en algunos círculos de la denominada ciudad de los anillos y por la que, incluso, recibió mensajes de odio.

Pregunta. ¿Los relatos siguen una cronología o son autónomos?

Respuesta. Son hechos reales, algunos mantienen un orden cronológico y algunos los cambio, claro, por temas de ritmo y estética. Por ejemplo, en “Perro gris” hay una parte que se rompe el hilo narrativo de la crónica y vuelve al final. Cada texto está pensando para que responda la pregunta: ¿Quiénes son los alteños y quiénes no somos? No para darles lección de quiénes somos, si no para que ellos puedan reflexionar sobre su infancia, su vivencia y su cotidianidad. 

P. De los nueve relatos, ¿cuál ha sido para ti más complicado escribirlo?

R. “La ciudad” fue el más complicado porque es algo que sí me afectó de niña. Era algo de verte las manos y pensar que otra persona te dice que tus manos están sucias. Me generó muchos complejos de niña. Mis manos eran super morenas y a mí no me gustaba, yo tenía que triturarme con qhituña [piedra para sacar lo sucio del cuerpo], hasta que sangraba. Eso me causó muchos complejos durante mi adolescencia, me ponía cremas. Volver a escribir eso hizo que me afectara emocionalmente porque era niña. No terminaba de escribirlo nunca porque quizá era muy victimista.

P. ¿Cómo crees que describes a la sociedad Alteña en tu libro?

R. No sé cómo decirlo, pero sé lo que no es, revolucionaria, ni es heroica, ni son salvajes. Eso es lo que yo entiendo que no son. Son humanos. Lo principal es que hay que entender que los alteños son seres humanos. 

P. ¿Cuáles fueron los mayores desafíos al escribir “Los hijos de Goni”?

R. Que no quería sacarlo. Yo lo termine de escribir el 2020 y no me gustó. Lo leí el 2021 a inicios de año y comencé a buscar editoriales. Dije, no quiero sacarlo porque pienso… A veces dudas si es de calidad, si tiene la función que tu quieres y para mí no cumplía. Como ya había prometido el libro, lo volví a leer y Alex me dio confianza para editar algunas cosas y publicarlo. 

P. Posteriormente a la nota publicada en El Deber, recibiste comentarios de odio por parte de gente cruceña. ¿Por qué crees que la gente reacciona de esa manera?

R. Es una forma de blanqueamiento, es eso. Necesitas darle una imagen a tu localidad, región, tu espacio y al lugar en el que te desenvuelves y el espacio menos requerido es lo indio. El espacio menos querido para darle una imagen es no ser indios. Por eso esta idea de mestizaje, todos somos mestizos. O hemos descendido de aimaras. Si preguntas a cualquier boliviano y boliviana, te van a hablar de un pasado, de un familiar aimara o quechua, indígena. 

P. ¿Por qué crees que persiste esta especie de “rivalidad” entre collas y cambas?

R. Yo dije en El Deber que no debería haber ese antagonismo. Es entre el racismo, los indios y no indios. Indios hay en Santa Cruz, y se relacionan con otros indios, se relacionan con los cruceños. No debería haber ese antagonismo. Lo que nos une es lo colla, indio, es una constante relación departamental, local, pero creo que hay una rivalidad intrínseca, adaptada también por el poder y el partido. También adaptada por el lenguaje del camba.

Estudiante de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana San Pablo.