Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 05 de diciembre de 2023
  • Actualizado 17:49

El Quijote en títeres

Una reseña de la obra de Títetes Elwaky, que ha sido premiada por el Festival de Teatro Peter Travesí y en cuyo marco se presenta hoy, a las 16.00, en el teatro Achá
El Quijote en títeres

Los componentes de Títeres Elwaky son quijotes de nuestro panorama titiritero. Su constancia y superación a lo largo de más de veinte años han logrado imprimir consistencia y personalidad propia a sus distintos proyectos, cada vez más atrevidos en cuanto a su puesta en escena y ambiciosos a la hora de explorar técnicas y temáticas diversas.

En un medio con escasa tradición, Elwaky se ha nutrido de distintas vertientes del teatro de títeres de América Latina, llegando a la vez con naturalidad al público más cercano y con identidad propia al público internacional.

Su versión de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, bajo el nombre de Un Cachito del Quijote, es profunda, tierna y conmovedora, acercando a grandes y chicos -de manera amable- a fragmentos de una obra clásica y de alta complejidad. 

La plástica escénica resuelve con ingenio el espacio, los recursos y los ambientes del tejido argumental. Los elementos escenográficos al cambiar de posición se transforman, pintando con claridad cada espacio por el que transita el relato. Pasamos así, en un solo giro, de la cocina a la sala de la casa donde habitan Cachito y su abuela, de ahí a la granja de Sancho o algún recodo por donde cabalga el Quijote. 

En el cuidado por materializar la locura del Caballero de la Triste Figura es donde la obra ratifica su originalidad y cautiva, poniendo en el centro de la trama a personajes en los que se proyecta el espectador, sea infante o adulto. Abstraído en la lectura o entre sueños, aparecen frente a Cachito (y a nosotros) el Quijote y Sancho, Rocinante y Rucio, molinos amenazantes y enemigos imaginarios. Y si esto no fuera suficiente, una mini representación titiritesca dentro de la función que recrea un pasaje de obra de Cervantes, le hace un guiño de complicidad a la larga historia de esta expresión artística.

Resultan memorables las actuaciones de Carmen Cárdenas y Bayardo Loredo que, con versatilidad asombrosa, intercambian sobre el escenario la interpretación de uno u otro personaje o modifican la disposición escenográfica, sin alterar el ritmo ni generar ruido alguno. Sobre un texto dramático construido por Alexia Loredo, que prioriza la acción como motor de la trama, Bayardo Loredo despliega su destreza y esmero en la dirección para, finalmente, entregarnos un espectáculo del que disfruta todo el público y, confirma la vigencia/resistencia de los títeres en una técnica poco explorada en nuestro medio (títeres de mesa, manipulación directa y titiriteros a la vista).

La duración de la obra supera los cuarenta minutos, pero su encanto deja al público deseando disfrutar alguno que otro episodio más, de los tantos que nos ofrece el Quijote de la Mancha. Queda la esperanza de que el elenco nos brinde una segunda parte u otros cachitos del Quijote.

“Un Cachito del Quijote” es una obra que todos deberían darse la posibilidad de disfrutar: la niñez, sus familias y maestras/os de todos los ciclos (especialmente de las materias de Literatura, Artes e Historia) acompañados o acompañando a sus estudiantes.

Es cantautor y ex titiritero