Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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El pensamiento de Jorge Hurtado

Texto homenaje al médico e investigador de la hoja de coca, quien falleció el pasado 6 de abril a causa de la covid-19
Jorge Hurtado, el año 1983, en el congreso de productores.    CORTESÍA DEL AUTOR
Jorge Hurtado, el año 1983, en el congreso de productores. CORTESÍA DEL AUTOR
El pensamiento de Jorge Hurtado

“La prohibición [de las drogas] crea la enfermedad, oculta el hábito a la vista y lo esconde en el submundo a donde van nuestros hijos en busca de frutos prohibidos, atraídos por la publicidad antidrogas sin una información veraz sobre a lo que se enfrentan”, Hurtado.

La arquitectura política internacional de la “guerra contra las drogas” solo tiene un fin comercial, que las corporaciones farmacéuticas tengan y mantengan el monopolio de las substancias que alivian el dolor, esa era la tesis de los últimos trabajos del doctor Jorge Hurtado, fallecido el 6 de abril de este año.

Con la partida de Hurtado, se perdió a una de las personas que más conocía la coca, desde el campo de la ciencia, no solo en Bolivia, sino en el mundo, luego de dedicar su vida entera a la investigación de esta planta. En homenaje a su paso por esta vida, transmito en este texto parte de su pensamiento en relación a la política de drogas, diseminado en toda su obra, pero sobre todo en su ensayo de largo aliento titulado: “La guerra por el monopolio del alivio del dolor y el privilegio del placer: los carteles de la cocaína legal”. 

Luego se encadenará la argumentación a una anécdota que me transmitió, dicha anécdota es solo un lunar de todas las que me contó y las que se llevó en relación a Evo Morales, puesto que como fundador de los movimientos cocaleros desde los 80s compartió espacios y mucha familiaridad con el expresidente hasta antes de la fundación del MAS en Bélgica.

“La guerra contra las plantas llamadas ‘drogas’ tiene más de un siglo de existencia; fue y es la guerra más publicitada, la más costosa y sobre todo la menos exitosa”, escribe Hurtado en el paper mencionado.

Vistos los nulos resultados de la “guerra contra las drogas”, que se centró en la prohibición de tres plantas: la adormidera (amapola), la marihuana y la coca, justamente las tres únicas plantas que contienen sustancias que alivian el dolor, Hurtado parece tener razón: la política con un enfoque de seguridad no ha reducido el consumo problemático de quienes padecen adicciones, ni la violencia relacionada al comercio de sustancias controladas y mucho menos la penetración del crimen organizado en los Estados. ¿Entonces qué logró?, Hurtado, desde sus textos, responde: garantizar que las gigantes corporaciones farmacéuticas tengan el total monopolio de los medicamentos que alivian el dolor y de toda la cadena de producción y comercialización; se ha logrado que, los enfermos a nivel mundial, paguen precios excesivos para la medicación que aliviana su sufrimiento, y que vivan día a día un calvario burocrático para poder conseguirlas.

La evolución de la forma de abordaje de la problemática de las sustancias controladas, desde lo multilateral, en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), también da la razón a Hurtado en relación a la única utilidad del enfoque de seguridad y guerra.  Acompañó a ese paradigma, la primera y segunda sesión especial de la Asamblea General (UNGASS) sobre la problemática de las drogas (1990 y 1998). Los objetivos eran absurdos e ingenuos: UNGASS 1998 apuntaba a la quimera de llegar a un mundo sin drogas en el plazo de 10 años. UNGASS 2016 corrige esa ingenuidad afirmando que las drogas llegaron para quedarse y que el enfoque errado es el de la guerra total, el cual debe ser sustituido por un abordaje desde la salud pública.

La declaración de UNGASS 2016 coincide con el enfoque denunciativo que Hurtado propusiera muchísimos años atrás, así como muchas organizaciones de la sociedad civil: el acceso a los medicamentos que alivian el dolor y el consumo problemático de sustancias son un problema de salud, y no de seguridad.

El gran fracaso de UNGASS 2016 fue haber dejado vigente e intacta la Convención de 1961, que es la base legal de la política de “guerra contra las drogas”, pacto que, como dijo Hurtado, solo ha traído: “corrupción; doble moral; acoso a opositores [se refiere al uso político y geopolítico de la guerra contra las drogas]; la destrucción del medio ambiente, de las instituciones y especialmente la salud mental de la humanidad”.

El gran logro de esa Asamblea General fue que la ONU dijo que se tiene que dejar de lado la “guerra contra las drogas” y tratar el tema desde un enfoque de salud. 

¿Pero qué pasó en Bolivia?

En relación a la coca, Hurtado afirma: “Medio siglo de lucha contra la coca, solo ha producido más coca y más cocaína; y eso no es de extrañar, ya que le ha pasado a todo el mundo porque es la consecuencia lógica de la guerra por el monopolio de las drogas disfrazada de ‘guerra contra las drogas’”.

Hurtado identifica el momento en que Bolivia se sometió a la política de “guerra total”. 

Señala sobre el periodo de los 50s: “La ‘guerra contra las drogas’, en Bolivia, empezó con un clásico y brillante ejemplo de los alcances de este estratégico dogma a la hora de ser utilizado como un instrumento de control político. El MNR […] tenía una cara izquierdista en la persona de Juan Lechín (vicepresidente de Bolivia) […]. Siempre a favor de la coca, como buen minero, Lechín jamás habría aprobado la Convención de 1961. Sin embargo, acusado por Estados Unidos de narcotráfico, fue obligado a abandonar la política; dejando al MNR con las manos libres para firmar dicha convención. Un ejemplo de la eficacia y utilidad de la “guerra contra las drogas” a la hora de librarse de políticos indeseables. Este es el comienzo del capitalismo de la coca en los Andes”.

En esto último, encontramos ecos muy significativos en relación a Evo Morales, quien a causa del profundo complejo de ser tachado como narcotraficante hizo que el país tuviese una posición obsecuente con el enfoque de las políticas internacionales contra las drogas con un enfoque de seguridad y no de salud. 

La adscripción a ese enfoque fue inamovible hasta la llegada del MAS) y el retiro de Bolivia, en 2011, de la Convención de 1961, seguida de la vergonzosa y sumisa traición de volver a pedir la reinserción del país, que se concreta en 2013, cuando la sociedad civil ya mejoraba el clima para las reuniones preparatorias (que comenzarían en 2014) de UNGASS 2016, y eran palpables las evidencias de que sucedería un viraje en Las Naciones Unidas. Además de la presión de Colombia, Guatemala y Uruguay en la Asamblea General.

El retorno a la Convención del 61, que garantiza a las grandes corporaciones el monopolio del alivio del dolor, fue posiblemente una de las mayores traiciones del líder cocalero y expresidente de Bolivia.

Dicha traición se inició antes. 

No es muy conocido que Hurtado, como fundador y asesor del movimiento cocalero, trabó cercanía con Evo Morales en los 90s.

En la última charla que sostuve con Hurtado, tres semanas exactas antes de su fallecimiento, le pedí, como siempre que podía, que me cuente anécdotas de sus interminables viajes con Evo a lo largo de Europa, la década de los 90. Mi pregunta puso énfasis en su rompimiento, a fines de fin del siglo XX, con el futuro desaforado expresidente de Bolivia.

“Evo me dijo: ‘haremos un partido’. Le dije que no, que el poder no era el sentido del movimiento cocalero”. Evo, todos los sabemos, tiene poca tolerancia a que le digan que “No”. Inmediatamente después, Hurtado me dijo que no dejaba de arrepentirse de haber construido, antes de la existencia del MAS, toda la narrativa en relación a la coca que luego utilizaría Evo para llegar al poder y hacer todos los daños irreparables que hicieron y siguen haciendo él y su entorno. Le contesté que no debía sentir ninguna culpa, porque no tenía ninguna responsabilidad por todo lo que han destruido y todo lo que intentarán destruir. No creo que lo haya podido convencer de que nunca tuvo culpa en nada de lo que el líder cocalero haría después.

El autor es ensayista.