Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Pedro Sambarino en el cine silente de la región: Ana Soler y la mediateca de Salta

Uno de los pioneros de la cinematografía boliviana habría realizado por encargo varios documentales en esa provincia argentina, durante los años 20 del siglo pasado
Pedro Sambarino en el cine silente de la región: Ana Soler y la mediateca de Salta

Salta es la capital de la provincia del mismo nombre en el norte argentino. A Bolivia Salta se une en su geografía, como también en los intercambios culturales y sociales, y de formas menos visibles, en puntos de contacto históricos. Ana Laura Soler es la Encargada de la Mediateca del Archivo y Biblioteca Históricos de Salta “Dr. Joaquín Castellanos”, la cual tiene su origen en la cesión de una discoteca perteneciente a la ex Radio LV9 General Güemes a la Secretaría de Cultura, la que después –con la aprobación de un proyecto presentado por la propia Soler en 2017– se convertiría en la Fonoteca, que a la postre se denominaría Mediateca ampliando así su acción en otros campos dentro de la preservación, custodia y puesta en valor (también) de materiales audiovisuales. 

Ante la pregunta de cuál es la importancia de los archivos audiovisuales regionales y provinciales, Soler responde: “Es enorme, las perdidas han sido muchas y sustanciosas. Muchas veces los entornos geo culturales periféricos, de frontera, alejados de los grandes centros urbanos padecen mucho más la falta de espacios, recursos y presupuestos destinados a la conservación de aquello que representa un recorte de la historia como puede serlo una grabación, un video, etc.”.

De esta manera, Soler empieza a reflexionar sobre la importancia de los archivos, y decanta en eso mismo que parece imposible: “Un dato muy importante es que en Argentina no contamos aún con una cinemateca nacional, ni con una Ley de cine actualizada”. En un país con tan larga historia de cine, en la que incluso se puede hablar de una industria cinematográfica, la ausencia de un Archivo Nacional parece ser algo inexplicable; sin embargo, algunas de las gestiones más importantes para la recuperación del cine y su puesta en valor tienen su germen en instituciones privadas como, por ejemplo, el Museo del Cine “Pablo Ducrós Hicken” (Buenos Aires). 

La historia cinematográfica boliviana del periodo silente recupera la presencia del italiano Pedro Sambarino (también) como un impulsor de la ficción y el desarrollo de nuestro cine. Más allá de su trabajo en la filmación de documentales. Él comparte, con José María Velasco Maidana, el privilegio de haber hecho las primeras ficciones, en el caso de Sambarino filmando Corazón Aymara (1924) y, por su parte, el boliviano con La profecía del Lago (1925). 

Esta nuestra historia encuentra un antecedente fundamental dentro de la cinematografía de Sambarino en su productora Salta Films, con la que habría realizado por encargo varios documentales en esta provincia en los años 20. Soler dice: “Sambarino filmó en Salta entre 1920 y 1921, sabemos eso gracias a crónicas de un escritor reconocido del momento, Juan Carlos Dávalos, quien compartió un viaje con él a Chile. A su vez pudimos recuperar algunos fragmentos de ese viaje gracias a la donación de la familia Pereyra”. 

El año pasado, en junio, mediante la gestión de la Mediateca, en la Sala Mecano de la Casa de la Cultura en Salta, se exhibieron algunos de los materiales de la colección “Francisco Pereyra”, que incluían las filmaciones de Pedro Sambarino. Ahí se encuentran los registros de actos de gobierno, actos religiosos, vistas de la ciudad, operaciones militares y algunas tomas de vida familiar.

Como operador de cámara, Sambarino había llegado a Buenos Aires y continuado su travesía hacia el norte argentino. Por los datos con los que ahora se cuenta se puede afirmar que habría residido en Salta entre los años 1920 y 1921. En La Paz (Bolivia), sus primeros trabajos empiezan durante el gobierno de Bautista Saavedra hacia 1923 y con su oficio tendrá particular dinamismo en el año del Centenario de la Independencia (1925), haciendo muchos de los registros oficiales. Posteriormente, viajará a Perú donde su nombre también figura dentro de los pioneros del cine como una de las figuras más importantes dentro de quienes se aventuraban ya no sólo a registrar sino también a poner en escena alguna historia para la pantalla grande.

De acuerdo con todas estas referencias y pudiendo ya armar –de cierto modo– el itinerario del viaje de Sambarino, se pueden identificar algunas formas en su trabajo que son constantes. Las filmaciones para los gobiernos: durante la estadía en los tres países financia algunas de sus producciones cumpliendo labores de “propaganda” o de corte “patriótico” con dineros del Estado. Las intenciones de abordar la ficción, de dar un paso más allá hacia el cine argumental el cual todavía –en estas latitudes– no se había desarrollado (Sambarino es el director del primer filme argumental hecho en Bolivia). En Perú hará otros registros “oficiales” y volverá a sus labores de camarógrafo en uno de los filmes icónicos del periodo silente “Luis Pardo” (Enrique Cornejo Villanueva, 1927), y continuará allá hasta su fallecimiento en Lima el 4 de noviembre de 1936.

“Sobre la creación de la compañía/empresa con el nombre Salta Films aún no hemos dado con ningún documento, publicación o fuente que dé cuenta de la misma, hemos rastreado boletines oficiales, partes de prensa, decretos, diarios, etc. Del periodo 1920-1921”, dice. Soler trabaja desde hace un tiempo sobre la obra de Sambarino y el desarrollo del cine en Salta. 

Dentro de las historias que hay se ha hecho mucho énfasis en el recorte territorial de lo que sucedió, es decir, se ha separado en función de las nacionalidades de la producción el desarrollo regional de esta expresión humana que trasciende fronteras y tiene otros códigos de representación. El cine puede pensarse también de otras formas. Las nuevas historias del cine deben recurrir a fuentes que no sólo se limiten a contextos nacionales. Gran parte de “la base” sobre la cinematografía de nuestros países está hecha, aunque con ciertos vacíos esta puede ser alimentada desde la interrelación de referencias que permitan construir un nuevo “corpus” de lo que ha sido el desarrollo no solo de la técnica, sino también de la posible construcción de los discursos en cada uno de los registros.

Todavía quedan muchos vacíos, y faltan muchas piezas para poder hacer una imagen completa de “la ruta de Sambarino”. Su travesía y obra aún ocultan detalles de lo que fue el cine de su periodo silente en la región demarcada entre Argentina, Bolivia y Perú. Tal vez, por eso mismo, resulta tan atractivo pensar desde/con él estas maneras de hacer el cine, de cómo se hizo, y de aquello que hasta ahora persiste. El cine como lenguaje más allá de las fronteras nacionales.