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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Paul Thomas Anderson: “Todo lo que aparece en ‘Licorice Pizza’ es real”

El director parece haber querido romper con todos los esquemas que habían caracterizado su cine hasta el momento, para ofrecer una aventura setentera juvenil, fresca, divertida y llena de peripecias extravagantes que son una auténtica delicia. El filme, con tres nominaciones al Oscar -incluida la de mejor película-, se encuentra en la cartelera nacional.
El director Paul Thomas Anderson. JOHN PHILLIPS-GETTY IMAGES PARA UNIVERSAL
El director Paul Thomas Anderson. JOHN PHILLIPS-GETTY IMAGES PARA UNIVERSAL
Paul Thomas Anderson: “Todo lo que aparece en ‘Licorice Pizza’ es real”

Cada nueva película de Paul Thomas Anderson (Studio City, California, 1976) se espera con especial expectación. Su filmografía está repleta de títulos que se han convertido en obras fundamentales del cine contemporáneo, desde ‘Boogie Nights’ a ‘El hilo invisible’ pasando por ‘Magnolia’ o ‘Pozos de ambición’. Es un director meticuloso, extremadamente perfeccionista y sus guiones son auténticas obras de orfebrería que se plasman a través de un absoluto virtuosismo. Ahora, con ‘Licorice Pizza’, se aleja de su estilo reconcentrado habitual para ofrecer un estimulante cóctel retro de aventuras adolescentes en el valle de San Fernando, donde él se crió a principios de los setenta y que está protagonizada por los debutantes Alana Haim (una de las hermanas del grupo Haim) y Cooper Hoffman (hijo de Philip Seymour Hoffman).

Cuando Anderson atendió a FOTOGRAMAS por teléfono todavía no había trascendido ninguna crítica de su último trabajo, pero ya se mostraba feliz de haber hecho una película que ha supuesto un bálsamo de frescura en su carrera, repleta de situaciones hilarantes y personajes estrambóticos. Le habría gustado hacer la entrevista en castellano, y se disculpa por ello, ya que sus hijos –tres niñas y un niño fruto de su relación con la actriz Maya Rudolph– hablan nuestro idioma y siempre le recriminan que no lo aprenda.

¿De dónde surgió la idea para hacer esta película?

El germen inicial es muy antiguo. Yo me acababa de mudar a una nueva casa y estaba paseando por una zona donde había un instituto. Era el día en el que los alumnos se estaban haciendo los retratos de clase y vi a un chaval de unos 13 o 14 años que estaba flirteando con una de las chicas que trabajaban para la compañía de fotografía. Iba detrás y delante de ella, estaba intentando que le hiciera caso. Y pensé que era una idea genial para empezar una película. ¿Qué pasaría si ese chico le pidiera una cita? ¿Y si ella aceptara?

Por otra parte, yo tengo un amigo que creció en el valle de San Fernando, Gary Goetzman, que ahora es productor de cine (‘Philadelphia’, ‘Mamma Mia!’), pero que de niño había sido actor y me contó un montón de anécdotas y de experiencias rarísimas. Yo no sabía si me estaba mintiendo o no, me parecía imposible que fueran de verdad porque eran muy locas. Pero me dijo que sí, que todo ese mundo de los niños actores en esa zona estaba lleno de historias que eran para no dar crédito. Sus amigos me lo confirmaron: no estaba exagerando. Además de sus incursiones en el mundo de la interpretación, también empezó una compañía de camas de agua.

¿Entonces parte de lo que ocurre en la película está basado en hechos reales? Nunca lo habría imaginado…

Todo lo que aparece en la película es real. También lo de la campaña electoral. Gary trabajó para Joel Wachs, que fue parte del Consejo Municipal de Los Ángeles y tuvo que ocultar su homosexualidad. Tras la crisis del petróleo fundó un local de pinball.

Desde luego, daba para hacer una película (o muchas) con todo eso. ¿Y cómo encajó a Alana Haim (protagonista del film e integrante, junto a sus dos hermanas, del grupo de pop Haim) dentro de este puzle?

La conocía y éramos amigos después de haber trabajado con ella y con sus hermanas en varios videoclips. Y me pareció que era perfecta para esta historia. Escribí la película pensando en ella y lo pasé realmente bien imaginándola en todas estas situaciones. De pronto, todo encajaba a la perfección y tenía sentido.

¿Quiso utilizar actores no profesionales para imprimir frescura a la película?

Uhm, sí y no (risas). Sabía que quería a Alana, eso estaba claro. No tenía experiencia como actriz, pero eso no me importaba, porque sabía que podía hacerlo muy bien. Pero a la hora de encontrar al personaje de Gary, sí que hice casting, incluso a actores profesionales, algunos muy buenos. Me di cuenta de que no quería eso, no necesitaba que fueran demasiado buenos. Vale, puede que tengas razón, necesitaba frescura, autenticidad. Parecía que estuvieran actuando en una sitcom de televisión o algo así. No me gustaba. Entonces vino Cooper Hoffman, y era honesto, era genuino, era encantador. Era gracioso de forma natural. Y eso es un milagro, son características maravillosas que quieres para tu personaje. Además, entre él y Alana hubo conexión, química. Algo mágico, así que no podía desaprovechar eso.

¿De qué forma quería retratar ese momento, 1973, en el valle de San Fernando?

Yo solo quería imprimir autenticidad. Así que trabajamos con mucho material de archivo y fotografías para recrear el ambiente. Y también fuimos muy meticulosos con los diálogos, para que no sonaran como ahora. Ahora los niños utilizan el Oh, my God, todo el rato, así que esas expresiones había que eliminarlas. Son pequeños detalles, pero muy importantes. Al mismo tiempo, había que dejar a los actores que fueran ellos mismos porque, al fin y al cabo, un adolescente es siempre un adolescente, aunque ahora no se separe de su móvil. La confusión de hormonas es la misma, así como su energía.

¿Qué retrato quería hacer del Hollywood del momento? Los personajes que interpretan Sean Penn y Bradley Cooper son bastante memorables.

La historia tiene lugar en los suburbios de Hollywood, pero no es Hollywood. Cuando creces ahí y eres un niño, no cruzas la frontera porque resulta intimidatoria, es como otro mundo. Hollywood está muy cerca, pero al mismo tiempo muy lejos. Por eso la relación que teníamos con sus estrellas era muy extraña. A veces las veíamos en una cafetería, y era una estampa tan costumbrista como disparatada.

Ya había experimentado con la narrativa en otros de sus films, pero aquí da la sensación de que quería hacer algo diferente, más episódico.

Sí, tienes razón y es divertido, porque la estructura episódica es muy peligrosa. Si no funciona, parece que empiece y se pare constantemente la película. Así que tenía que ser muy cuidadoso a la hora de dotar de fluidez a la narración. Por eso en los primeros 10 minutos pasan tantas cosas, y después todo se desarrolla con otro ritmo, porque quiero establecer una especie de acuerdo con el espectador para que sepa que no hay reglas. Es una película en la que las reglas no están muy claras, no hay una estructura definida, pero eso no quiere decir que el guion no estuviera muy trabajado y su base fuera muy férrea. No quería improvisar o encontrar la estructura de la película en la sala de montaje.

Hábleme de la banda sonora. Hay temas de Nina Simone, de Sonny & Cher, de The Doors, David Bowie, Donovan… ¿Tienen algún significado especial las canciones que incluye en sus películas?

Intento que no sea así. Quería que fueran hits que definieran una época, esa fecha específica de 1973 y debían tener un sentido específico dentro de la trama. Hay que ser muy cuidadoso con eso, porque te conviertes en un DJ, y eso es un gran error.

Es una de las películas más tiernas de su carrera, ¿quería hacer algo optimista en estos tiempos oscuros?

No fue planeado, quería hacer este film antes de que estallara la crisis sanitaria de la COVID, pero se fue retrasando y se detuvo precisamente por lo que pasó en el mundo. Me fue difícil saber si quería hacer esto justo en el momento que estábamos viviendo, pero me di cuenta de que lo necesitaba. Fue bastante sanador hacer esta película en esas circunstancias, y espero que también lo sea para la audiencia que la vea.

¿Cree que cada película tiene su momento?

Yo creo que sí. Accidentalmente hemos hecho algo que puede conectar con el signo de los tiempos, pero ha sido suerte. Yo no hago películas para que sean apreciadas en el momento de su estreno, eso me da igual, prefiero que se mantengan, incluso cuando yo ya no esté. ¿Qué quieren ver los espectadores en estos momentos? Supongo que ahora no les apetecería ver ‘The Master’, porque es una película mucho más dura. Pero cuando apareció, también fueron más populares otras películas más fáciles de digerir. La pregunta es: ¿cuáles permanecerán en la memoria?