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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Oveja Velasco: del amor al arte, a vivir del arte

Entrevista al artista urbano boliviano a propósito de sus obras, sus proyectos, su proceso creativo y su estilo
Oveja Velasco: del amor al arte, a vivir del arte

Oveja Velasco es un artista urbano muy reconocido en el país y a nivel latinoamericano. Su nombre aparece desde hace más de diez años en distintas calles y edificaciones de las ciudades, acompañado de variadas formas, colores y mensajes. En su proceso como artista, no solo ha encontrado su estilo, sino también aspectos de sí mismo que siguen evolucionando conforme su trabajo y conocimiento se expanden.

Su nombre de pila es Abraham, pero él afirma que “Oveja”-el apodo que tiene desde el colegio- acompaña más su personalidad artística.  Una parte suya, más relacionada con su primer nombre, es introspectiva y solitaria. En contraposición, su nombre artístico le permite desarrollarse con facilidad en la sociedad y hacer su trabajo, que envuelve una gran variedad de relaciones interpersonales. Ambos lados de la misma moneda van complementándose. “Es una dualidad. Creo que la mayoría de los artistas van de ese modo. Tienes esas dos partes de tu persona”, comenta.

Pintar no era algo que estaba en sus planes desde pequeño. “Yo no vengo de una cuna de arte, ni una intención de que me guste algo artístico. Para mí daba igual. Pero no sé qué click hace una parte de mi vida en esos meses o en esa época en la cual decido caminar por la calle, mirar algo y decir ‘me interesa esto’”, afirma al recordar su penúltimo año de colegio.

Dentro las dos personalidades que se convergen, reconoce que su “alter ego” sí necesitaba el arte, aunque en ese entonces no imaginaba lo que iba a gestarse en los siguientes años.  “No entro a comprender qué estaría haciendo si no estaría pintando. No me entra en la cabeza qué podría ser. Quizá algo con diseño, seguramente, pero no lo disfrutaría como el pintar”, menciona.

Oveja encuentra un método de escape y de sacar lo que está dentro de él al pintar en las calles. Comenta que “es como hacer ese punto medio entre el corazón y la mente”. Empezó como una curiosidad y una manera de preguntarse los motivos de las gráficas que veía en distintos lugares. Comenzó su trayectoria artística con grafitis, que de cierta forma eran un código más cerrado y dirigido a personas que estaban en el mismo ámbito. Sin embargo, su deseo de hacer arte para todo público lo llevó a ampliar sus conocimientos y adentrarse en el lettering.

La transformación de un hobbie a un trabajo formal tuvo un largo proceso. Inició con trabajos gratuitos para practicar y mostrar su arte. Pasó a emocionarse cuando las personas le compraban pintura y el gasto no tenía que salir de su propio bolsillo. Luego, empezó a ganarse algunos ‘pesos’ por sus pinturas. “No comprendía la magnitud de lo que estaba haciendo, pero ya decía: es un paso”, comenta. 

Poco a poco fue reconociendo lo que implicaba hacer lettering y murales y también fue educando a las personas para que conciban la importancia y el esfuerzo implicados en sus obras. “Es una construcción de muchos años. Yo siempre digo: para mí siempre ha sido poco talento y mucha disciplina. Sólo han sido años de seguir dándole, de seguir pintando en la calle, que para mí siempre va a ser como hacer una propia publicidad”, añade el artista.

Uno de los retos más grandes fue profesionalizar su oficio. Empezar a verlo –y hacerlo ver- como un trabajo serio y comprometido, no solo un pasatiempo. Pese a que ahora Oveja se dedica a realizar distintos proyectos a nivel nacional e internacional, no ve esto como una carga. El rendir cuentas a alguien no quita el amor que tiene por lo que hace. Simplemente se exige un estándar y una calidad mayor.

Las piezas que construye tienen una intención clara: generar un diálogo entre mural y espectador. No solo limitarse a aspectos estéticos. Las obras de Oveja se caracterizan por contener frases o palabras sueltas, cargadas de mucho significado para evocar sentimientos en las personas. Le gusta “trabajar la palabra como elemento principal y que todo lo demás sea un complemento (…) siempre va a ser algo que te transmita una relación entre la persona a pie con el mural”. Sus mensajes buscan aportar algo reflexivo al día de los transeúntes. 

Su estilo, cargado de distintos colores y figuras planas, busca dar vida a los tonos grises de las calles. “En una ciudad que te pinta sólo colores bajos, sin saturación, trabajar algo saturado siempre va a salir de lo constante”, afirma. Al haber estudiado Diseño Gráfico, tiene una excelente noción de los pesos en las imágenes y logra que los elementos acompañen al mensaje principal.

Dentro de sus aspiraciones y metas, está lograr hacer exposiciones de arte diferentes, fuera de las galerías convencionales. También, poder continuar expandiendo su arte a otros países y continentes. Recientemente fue invitado a festivales en Ecuador y Perú. Uno de sus anhelos es “poner a Bolivia en la lista de arte urbano mundial y latino”. 

Con 28 años y una trayectoria de más de diez en el arte urbano, ha llegado a empaparse de otras culturas, realidades e historias para expandir su arte e invitar a más personas a sumarse y apropiarse de sus mensajes. A medida en que Oveja crece como persona, crece como artista.