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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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LA CONDICIÓN PORNOGRÁFICA, LA NUEVA PROPUESTA DE EDITORIAL EL CUERVO

El nuevo porno o el fin de nuestros tiempos

El nuevo porno o el fin de nuestros tiempos



El reconocido antólogo y narrador peruano Salvador Luis, por intermedio de la editorial boliviana El Cuervo, nos ofrece una selección de algunos de los mejores cuentos de “contenido pernicioso” y alhajas pornográficas en lengua española. No obstante la compilación o la suma de los relatos, que no es lo mismo, trascienden por mucho la corporeidad y el hermetismo inherentes al hecho pornográfico, ofreciéndonos múltiples ramificaciones de resignificación del género.

La resignificación propuesta se condice plenamente con la desestructuración de la arquitectura moral que los 14 narradores seleccionados pretenden lograr, o por lo menos motivar. Con múltiples puntos de partida, en forma y contenido, se incita a una necesaria reconstrucción y revalorización de lo porno. Por ende, se constituyen en una invitación para el planteamiento de nuevas formas de ver el mundo y otras maneras de vivirlo o consumirlo. Un llamado a la supervivencia si se quiere. Esta lectura no contraviene, de ninguna manera, a los postulados de Luis en la prologación de la obra, donde propone a la pornografía como un acto ceremonial íntimo, “fuera de escena”, que es justamente la condición que le otorga legitimidad. Cabe aclarar que una reacomodación de la escala de valores-antivalores, lo permitido y lo vetado, no siempre implica un posicionamiento de visibilidad de la transgresión, que en cuanto se dilucida deja obsoleto a cualquier rol de desadaptación social, transmutándolo inevitablemente en vacuidad. Una modificación del estatus actual sin la fragmentación del perpetuo orden que envuelve la vida. Ese es el halo que envuelve la compleja síntesis de interpretaciones de lo porno dentro la literatura hispanoamericana y la instrumentalización de sus contenidos y formas a las fustes narrativas.

A continuación se detallan brevemente los relatos de mayor consideración.

1. La Cosecha (Patricio Pron, Argentina)

Relato frío. En apariencia, carente de emociones. Adopta la estructura secuencial del guión cinematográfico. Se relata uno de los dramas menos visibles y más crueles de la industria porno: la pandemia del SIDA. Todo encarnado por un veterano actor XXX, que anoticiado de su contagio huye de Estados Unidos a las playas brasileñas, para terminar en los brazos de una garotinha de favela. Con marcada impersonalidad y artificialidad, lleno de clichés y lugares comunes, rememora a cabalidad la estructura del cine y el video porno. Estéticamente notable, narrativamente alienta al bostezo.

2. Esa troncha trenza de cana (Gabriela Bejerman, Argentina)

Quizá sea el relato con mayor contenido sexual explícito. Una genial muestra de adaptación literaria de los códigos artísticos que aparentan un total desarraigo respecto a las letras. Cuenta el ocasional encuentro de una “pibita” cualquiera y una policía. Para leerlo con una sola mano.

3. Medio cuerpo afuera vagando por las ventanas (Andrea Jeftanovic, Chile)

Uno de los relatos de mayor calidad. Con una trayectoria ligada a lo erótico y fundamentalmente a lo corpóreo, más allá de cualquier connotación sexual, la chilena nos entrega la cruda historia de una pareja adulta, ya entrada en los 50, sus desavenencias nacidas en la apatía, una insoportable rutina de anhedonia y la sublimación de sus represiones y ausencias a través del web-sex.

4. La puta Madre Patria (Miguel Antonio Chávez, Ecuador)

Finalista del concurso internacional de cuentos “Juan Rulfo” 2009. Retrata el legado colonial que se ha perpetuado en Latinoamérica. La ignorancia, el racismo y la imposibilidad de mirarnos al espejo sin despreciarnos. Cuenta las aventuras y tragedias del “Fuete” Quishpe, un inmigrante ecuatoriano en España que decide hacerse actor porno valiéndose de la benevolencia de la Madre Tierra que lo bendijo otorgándole un pene de más de 24 centímetros. Todo en la voz de dos jóvenes expertos en pornografía. Directamente vinculado a la pornotemática, un relato lleno de metáforas entretenidas y dispuestas para revelarnos un trozo de nuestra identidad.

5. Una hermosísima Concha (Giovanna Rivero, Bolivia)

Nuestra representante, ya conocida por su afinidad con el erotismo, no hace más que complementar sus ya irrefutables dotes narrativas. Cargada de feminidad y una docilidad para envolvernos en su historia, sin que siquiera nos percatemos. La cruceña desnuda a dos decadentes integrantes del porno system, un fotógrafo y una modelo. Sin caer en lecturas aceleradas y ramplonas esta es una oda a las nimiedades de la vida, los detalles apenas perceptibles que hacen del día a día una aventura indescifrable y nos obligan a despertar mañana tras mañana.

6. Juego de roles (Solange Rodríguez, Ecuador)

Una divertida muestra de las raíces y las pretensiones sexuales de hombres y mujeres. Una ridiculización de los “estándares” masculinos en el ámbito de la intimidad. De inicio explosivo y estimulante, con una posible orgía como desenlace. Varias mujeres dispuestas a tener sexo con un desconocido. Un final inesperado, tal vez predecible para muchas mujeres, sonrisas socarronas y un hombre con el pene flácido y el ego camuflado en falsas apariencias.

Todos los cuentos comparten rasgos generacionales que no nos son ajenos: sida, cáncer, internet, soledad, ascetismos patológicos, perversiones vacías, melancolía por la “vieja escuela” del mundo. Sintomatología típica de grandes transformaciones, los últimos coletazos de un tiempo venido a menos por la trepidante marcha del orbe. Ya en este punto, sin posibilidades de regresar, la pornografía se hace violenta forzando la decadencia de los treintañeros, incluso los nacidos antes de los ochenta, que sufren el desarraigo de un siglo que no les pertenece y en el que tratan de ceñirse, entre estertores, a las nuevas perversiones, a las nuevas formas de hacer y decir. Las posibilidades de supervivencia son mínimas, pero existen.

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